¡Cuánto de verdad tiene el dicho aquel de que “la paz comienza por uno mismo, por una misma”!.

Siguiendo este precepto, este año les hemos propuesto a nuestro alumnado que durante el recreo del viernes 31, hablen y/o jueguen con alguien con quien normalmente no lo hacen.

Pretendemos con ello que realicen un ejercicio de acercamiento a aquellas personas que no forman parte de su círculo de amistad más cercano, con las que igual descubren tener algún punto en común.

Tras conseguirlo y descubrir con sorpresa, alegría, curiosidad y admiración (las 4 emociones básicas agradables) a esas personas con las que parecían tener menos cosas en común, llega el momento de hablar en clase sobre lo pensado, sentido y vivido durante y tras esa experiencia… Finalmente, como recuerdo de ese pequeño gran logro personal se llevan a casa  una insignia en forma de chapa que durante los días previos han diseñado en clase (los más peques, con ayuda de sus maestras…).

Pensamos que es una actividad que seguro que trasciende del colegio y que llega a muchas casas en el momento de la comida, la merienda, la cena o durante el paseo o el ratito de juego y charla en familia, en la que os contarán su experiencia y sus reflexiones al respecto, con todas esas emociones sentidas cuando te acercas a “lo desconocido”: miedo-vergüenza, sorpresa, alegría, admiración, seguridad… (esperando que no aparezcan la rabia, el asco o la tristeza…), sintiendo de verdad aquello que en su momento expresó la Madre Teresa de Calcuta de que “la paz comienza con una sonrisa”.

Conjuntamente a esta actividad se han desarrollado otras a nivel de clase, como parte de nuestro Plan de Acción Tutorial y dentro también de nuestro Plan de Convivencia que apuesta siempre por un modelo de convivencia positivo, siempre con la finalidad de que se produzca una reflexión que incida en las estrategias personales y grupales que dan lugar una convivencia pacífica, lo que nos puede apartar de ese camino y las posibles soluciones a dichos conflictos, con mucho hincapié al trabajo del autoestima como punto de partida para la paz que es “conocerse y sentirse bien con uno mismo, con una misma, con nuestras luces y fortalezas pero también con nuestras sombras a abrazar y debilidades a intentar mejorar”, que incide en esa idea del Dalai Lama de que “el mantenimiento de la paz comienza con la autosatisfacción de cada individuo”.

Más que mil palabras inútiles, vale una sola que otorgue paz (Buda)