El día 6 de marzo se celebra el Día Internacional del Linfedema, con la finalidad de divulgar a la población en general la importancia de la prevención y el manejo del linfedema, catalogada como una enfermedad crónica que afecta principalmente a pacientes con cáncer de mama.
El Linfedema es una enfermedad crónica, generada como consecuencia del tratamiento quirúrgico del cáncer de mama, caracterizada por la acumulación anormal de líquido y macromoléculas en los tejidos blandos, debido a una alteración de la capacidad de transporte del sistema linfático en el organismo.
Si no se trata a tiempo y de manera adecuada, el linfedema puede convertirse en una enfermedad discapacitante grave. En la mayoría de los casos puede ser reversible, a través del control del exceso de líquido en los tejidos, aliviando el dolor y recuperando la funcionalidad del cuerpo.
Igualmente resulta preciso prevenir la acumulación de líquido, teniendo en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Los pacientes deben evitar golpes y heridas en el brazo, que puedan derivar en infecciones.
- Evitar el calor excesivo.
- Utilizar ropa y accesorios que no ocasionen compresión en la zona afectada.
- No hacer esfuerzos físicos, como levantar y manipular objetos pesados.
- Controlar patologías que puedan incidir, como el sobrepeso, la obesidad y el hipotiroidismo.
- Proteger la piel del sol y mantenerla hidratada.
La manera más acertada de abordar esta enfermedad radica en la prevención y el tratamiento precoz. Es de vital importancia la aplicación de campañas de prevención, sensibilización y educación a la población, con información sobre los síntomas, factores de riesgo, medidas de prevención y tratamiento del linfedema.
Un signo evidente del Linfedema; radica en el incremento del tamaño del brazo, producto de la retención de líquidos que se generan en el espacio existente entre la piel y la capa que recubre los músculos, denominada aponeurosis.
Otros síntomas que se reflejan en los pacientes que padecen de linfedema tienen que ver con los siguientes: sensación de piel tirante, disminución de la flexibilidad en articulaciones comprometidas, cambios de la sensibilidad y la temperatura de la zona afectada, así como aumento de tamaño del brazo o extremidad comprometida.
Los factores de riesgo de esta enfermedad crónica están estrechamente vinculados con los siguientes factores:
- Extensión del proceso quirúrgico efectuado.
- Posibles complicaciones post operatorias (infecciones).
- Aplicación de tratamientos de radioterapia.
- Factores relacionados con la contextura física del paciente, como sobrepeso y obesidad.
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