Todo nos lleva a Europa, aunque Europa fue llevada a Creta, donde Europa nos lleva a nosotros. Un viaje de aprendizaje como el nuestro no deja de ser un viaje real. Pero para forjar esa realidad , en ocasiones, los seres humanos hemos forjado historias con las que combinamos lo real y lo ficticio. En este punto en lo que lo ficticio y lo real se dan la mano llega la mitología que no dejar de ser un intento por dar una descripción del mundo por medio de unos relatos que trataron de intentar explicar lo que , por entonces, se desconocía en aspectos tales como era el origen del mundo y como él mismo era regido por los dioses y diosas, héroes y heroínas asó como otros personajes míticos de la antigua cosmovisión griega.
Para acercarnos al mundo cretense hablaremos de Zeus, de Europa, de Minos, el Minotauro, de Teseo y de otros muchos personajes que han llenado páginas y páginas de la literatura de ayer y de hoy.
Como hay que comenzar por algún sitio comenzaremos con Zeus y su papel en la isla. La isla de Creta es el lugar de nacimiento de Zeus. En una cueva (Ideon Antron) en la vertiente norte del monte Ida actual monte Psiloritis o «monte alto» – punto culminante de la isla- que se alza en el valle de Amari, en el centro de la isla, y fue allí donde, Rea, su madre, la titánide, hija de Urano y Gea, hermana y esposa de Cronos, lo ocultó allí para protegerlo de su padre Crono, puesto que este devoraba a sus hijos. Allí, fue alimentado con leche de las ubres de la cabra Amaltea y miel de abeja. Amaltea logró ocultar de Crono a Zeus colgándose de un árbol para que no fuera encontrado ni en la tierra, ni en los cielos, ni en el mar, mientras los Curetes, esos geniecillos, danzaban agitando ruidosamente sus escudos y sus lanzas para que no se oyeran los llantos del niño. Un día la cabra se rompió un cuerno accidentalmente, que la ninfa Amaltea llenó con hierbas y frutas y lo llevó a Zeus para alimentarlo con él. Este cuerno tenía el poder de proporcionar en abundancia comida y bebida. Antes de combatir contra los titanes, Zeus tomó la piel de la cabra para vestirse con ella, puesto que era invulnerable; esa piel se llamaría después la «égida» (significa ‘piel de cabra’). Algunas monedas cretenses representaban al infante Zeus amamantado por la cabra; otras monedas griegas le mostraban sujeto a sus ubres o llevado en brazos de una ninfa.
Zeus como dios era imparable pero irrefrenable con su líbido y cuando puso sus ojos en Europa, una princesa fenicia vinculada con la ciudad de Argos, hija de Fénix o Fénice, y que será víctima de un secuestro por el dios nacido en Creta, Zeus, el dios de los dioses, el dios del cielo, el dios supremo, que enamorado de Europa, se transformó en un toro manso y sobre su lomo la llevó por mar desde Fenicia hasta Creta.
Creta era una isla, pero también era ninfa. Creta (en griego Κρήτη). Las ninfas eran deidades menores femeninas asociadas a un lugar natural concreto, como puede ser un manantial, un arroyo, un monte, un mar o una arboleda, y en este caso con una isla. Y aunque la mitología es compleja y , en ocasiones, da lugar a diversas posturas, según las fuentes.
Una de ella señala que Creta, era la hija de Asterio o Asterión, y que fue la elegida para ser esposa de Minos, y que ésta «engendró hijos, Catreo, Deucalión, Glauco y Androgeo; e hijas, Acale, Jenódice, Ariadna y Fedra. Otra nos presenta a Creta como la madre de Pasífae en su unión con Helios. Por último, otras fuentes señalan que Creta era hija de Deucalión, a su vez , nieta del propio Minos. Unida allí a Zeus, engendró a Minos, Sarpedón y Radamantis.
Asterio o Asterión, príncipe de los cretenses, que se desposó a Europa y crio a los hijos de esta. Cuando ellos crecieron se pelearon por el amor de un muchacho llamado Mileto. Como el muchacho prefiriese a Sarpedón, lucharon entre sí y venció Minos, mientras que los otros huyeron.
El historiador griego, Heródoto, nos cuenta que Sarpedón y Minos no lucharon por amor sino por el trono de Creta y finalmente Minos prevaleció.
La civilización minoica contribuyó de forma esencial a la antigua religión griega: «por un centenar de canales la vieja civilización se vació en la nueva», señaló Will Durant.
Zeus pasó a ser venerado en Creta como Zeus Velcanos, el «Zeus-niño», a menudo simplemente Kouros, y fue adorado en una serie de cuevas en Cnosos, Ida y Palecastro.
Ya han aparecido por aquí Zeus, Europa, la ninfa Creta y Minos. Vamos a conjuntar sus historias en este momento. Pero primero hagamos una parada por la realida.
La isla de Creta alcanzó un importante desarrollo entre el 2000 y el 1425 a.C. con la llamada civilización cretense o minoica.
En la zona noreste de la isla se han descubierto restos de complejas edificaciones conocidas con el nombre de “palacios”. Son edificaciones con grandes habitaciones, escaleras monumentales, salas de baño, jardines, almacenes, etc. Entre estos palacios destaca el de Knossos o Cnossos .
En ellos una monarquía centralizadora administraba justicia y gobernaba mediante una organización burocrática. Pero lo más interesante es la estructura del propio palacio. Es absolutamente laberíntica debido a las diversas salas y pasillos que aparecen alrededor de un patio central. Alrededor de este patio aparecen el Santuario, la Sala de la doble hacha, el Salón del Trono, los almacenes, los Baños… En definitiva, un auténtico laberinto. Por cierto, el término laberinto viene de un vocablo griego que significa “el palacio de las hachas”.
En los palacios cretenses, y , sobre todo, en el Palacio de Knossos, aparecen repetidas veces dos signos: el hacha bifacial y los cuernos. El hacha bifacial venía a representar el poder, mientras que los cuernos nos informan de la gran importancia que adquieren en esta isla el culto al toro. Para los cretenses, los toros no eran un juego, un espectáculo, sino que eran una ceremonia, un rito. Este rito consistía en saltar sobre el lomo del animal, tras afrontar la embestida, y apoyarse en los cuernos del animal para caer por detrás de la bestia. El salto, en el que participaban los jóvenes cretenses de ambos sexos, tiene, al parecer, su origen en ritos mágicos surgidos a partir de la idea de que el toro era un animal que representaba la fuerza viril y era, además, generador de fuerza. Tocarlo y burlar podía ser una forma figurada de apropiarse de sus poderes.
Para algunos historiadores, el ritual del toro era un ritual de investidura real en recuerdo de aquellos héroes como Teseo y Hércules que debieron de dominar al toro de Creta para ser reconocidos como héroes e “hijos de reyes”.
En estos palacios se han encontrado multitud de documentos realizados en tablillas de barro. Están escritos en signos que corresponden a sílabas. El sistema de escritura cretense se conoce con el nombre de lineal A. Las tablillas y el hallazgo de grandes almacenes demuestran la existencia de una economía bien organizada.
La cultura cretense tendrá su momento culminante en el año 1.700 a. C. Para el año 1.425 a. C. se produce la destrucción definitiva del palacio de Knossos y del resto de palacios cretenses. No se tiene la certeza absoluta sobre el fin de la civilización minoica o cretense. La mayoría de los historiadores se inclina por pensar que el fin de esta cultura se encuentra con la llegada de grupos humanos procedentes de Micenas o de la zona de Grecia continental. Este grupo será conocido con el nombre de los dorios. Sin embargo, otros historiadores afirman que el fin de la civilización cretense se encuentra en la sucesión de terremotos que siguieron a la gran explosión volcánica que tuvo lugar en la isla de Thera, también conocida como Santorini.
De cualquier manera, la civilización minoica llegó a su fin. Sin embargo, el toro y el laberinto, así como alguno de los reyes cretenses y sus deidades que son sus colaboradores directos darán lugar a varias leyendas de las que destaca sobre todas la del Minotauro.
Minos va a ser unos de los principales héroes griegos. Como ya hemos visto era hijo de Zeus y de Europa, pero será educado por Asterión, el rey de Creta.
Cuando muere Asterión, Minos reclama para él el trono de esta isla mediterránea, por lo que quiere contar con el apoyo de los dioses para que nadie ponga en duda su legitimidad. Para convencer a sus hermanos de que le cedieran el trono, Minos argumentó que se sentía elegido por los dioses como soberano de Creta.
Con la intención de demostrarlo, afirmó que los dioses estarían dispuestos a concederle cualquier cosa que él solicitase. Convencido de ello, consagró un sacrificio a Poseidón y le solicitó que hiciera emerger de las aguas un toro. Poseidón accedió, pero aceptó también el compromiso de Minos de que el toro le sería consagrado. Efectivamente, un magnífico toro emergió de las aguas. El dios de las profundidades marinas se lo concede y ante esto Minos será nombrado rey de Creta. Como rey promulgó leyes y fue el primero de los griegos en dominar el mar, una vez que hubo organizado una considerable fuerza naval que tenía como espacio central el palacio de Cnosos por períodos de nueve años, al término de los cuales se retiraba a una cueva sagrada donde recibía instrucciones de Zeus sobre el gobierno que había de dar a la isla. Según otra interpretación, nueve fue el número total de años que estuvo Minos reinando en Cnosos. Con ese poder y esa fama se casó con Pasífae, hija de Helio y Perseide, aunque según Asclepíades, su esposa fue Creta, hija de Asterio.
Algunos dice que Minos se encontraba sumido en el dolor que le producía el no haber tenido hijos a pesar de estar casado con Pasífae. Sucedió que en ese momento Procris acudió a la corte de Minos. Ella le prometió curarle y le enseñó la manera de procrear. Pues Minos eyaculaba serpientes, escorpiones y escolopendras, y las mujeres a las que se unía morían. Pero Pasífae era hija de Helios por lo que era inmortal y una temida hechicera. Procris ideó el siguiente remedio para que Minos pudiera tener hijos: introdujo en el sexo de una mujer una vejiga de cabra, y Minos eyaculaba primero las serpientes en la vejiga y, después, introduciéndose en Pasífae, se unía a ella. Sea como fuere Minos engendró cuatro hijos, Catreo, Deucalión, Glauco y Androgeo, y también el mismo número de hijas, Acacálide, Jenódice, Ariadna y Fedra.
Sin embargo, Minos no cumplió su promesa y se negó a sacrificar al espléndido ejemplar, ya que el toro que había enviado Poseidón era un hermoso animal.
Ante la belleza del animal, Minos decide no sacrificarlo y sustituirlo por otro de su rebaño que si será sacrificado en lugar del toro sagrado. Pero a un dios no se le puede hacer una afrenta de esa categoría así que Poseidón se enfada y convierte al pacífico animal en un ser salvaje.
Poseidón, en venganza por el engaño,quiso perjudicar a Minos. Eenfureció a la bestia para que arremetiera contra la población y sembró en el corazón de Pasífae mujer de Minos, una pasión incontrolable hacia el animal.
Mientras tanto, la esposa de Minos, Pasifae, se irá sintiendo irracionalmente atraída por el animal. Así pues decide pedir ayude al arquitecto del rey, Dédalo, para que éste confeccione una ternera, hecha de madera y cuero, que le permita introducirse en ella y pueda unirse al animal sagrado – que, por cierto, el toro será exterminado de la mano de Heracles siendo uno de sus doce trabajos-, pero la pasión de Pasífae tuvo con anterioridad un fruto indeseable nueve meses más tarde. De esos amores entre Pasifae y el animal surgirá un ser monstruoso con cabeza de toro y cuerpo de hombre, a quien se llamó Asterio: el Minotauro.
Minos se encuentra asustado ante ese hijo y decide encerrarlo. A petición de su rey, Dédalo construye un inmenso palacio compuesto por tal cantidad de salas y pasillos que nadie pueda penetrar en él ni salir del mismo. Este será el laberinto donde vive el Minotauro.
El escritor romano Ovidio describe de la siguiente manera el laberinto:
“Así Dédalo lleno los innumerables pasajes de extravío y apenas él mismo pudo volverse al punto de partida. Tan grande es el engaño de la casa. Y después encerró allí la doble figura de toro y hombre”.
Mientras tanto, Minos se había ido convirtiendo en el rey más poderoso del mediterráneo oriental, pues controlaba todos los mares helénicos y había convertido a su isla en la “isla de las cien ciudades” tal y como la llamaba
Homero. Por la tanto, Creta demostraba el éxito de la talasocracia, basada en el poder marítimo de su flota.
Aprovechando su posición hegemónica Minos envió a su hijo Androgeo a participar en los juegos de Atenas, los Juegos Panatenienses. Más fuerte que el resto de los griegos Androgeo los venció a todos, lo que despertó la envidia del rey de Atenas, llamado Egeo.
Este decidió asesinarlo. Egeo, rey de Atenas, para retar a luchar contra el toro de Maratón, que estaba asolando esa parte del Ática. La terrible bestia acabó con la vida del príncipe, o según otra versión, este murió a manos de los otros competidores de los juegos, celosos de su victoria.
El rey Minos utilizó la excusa de la muerte de su hijo para lanzar su poderosa flota contra las costas de Grecia, conquistando Megara y condenando con el aislamiento a Atenas, que sufrió el hambre y las epidemias. Los atenienses realizaron sacrificios humanos para tratar de que las divinidades aliviaran sus males pero como no tuvieron resultado consultaron al oráculo y éste les aconsejó que aceptaran lo que les propusiera Minos si querían acabar con la guerra..
Minos, tras la muerte de su hijo, Androgeo, a manos de los atenienses, inició , en venganza, con su ejército la conquista de la ciudad. El asedio de Atenas se prolongaba indefinidamente.
Minos, desesperado, solicitó la ayuda de su padre, Zeus. Como respuesta a sus súplicas, Zeus envió contra la ciudad una peste que mermaba su población y la afligía con el hambre. Egeo, rey de Atenas, consternado por la suerte de su pueblo, consultó al oráculo. Fue así como conoció que la única solución a sus desdichas era aceptar las condiciones de Minos. Entonces, Minos impuso a los atenienses el tributo con el pensaba alimentar al Minotauro encarcelado.
Minos exige un tributo terrible: cada nueve años, los habitantes de Atenas deben de mandar siete jóvenes varones y siete doncellas que serán entregadas al Minotauro. Esto se irá repitiendo hasta tres veces, pero en esta última y ante el doloroso tributo que han de presentar, el hijo del rey llamado Teseo se ofrece a su padre para ir como uno de los siete jóvenes e intentar acabar con el monstruo.
Por aquel entonces, Teseo había regresado al reino de su padre, Egeo, y había sido reconocido como hijo del rey. Tras dar muerte a los hijos de su tío Palante que ambicionaba el trono, Teseo se sentía más comprometido con el reino. Fue el tiempo en que los cretenses reclamaban el tributo de los jóvenes que habían de servir de pasto al Minotauro. El pueblo de Atenas culpaba a Egeo de este desagradable compromiso. Teseo decidió intervenir, con el deseo de liberar a su pueblo de esta servidumbre. Se ofreció voluntario para integrar el grupo de jóvenes sacrificados y partió con ellos rumbo a Creta. Al marchar, Teseo recibe de su padre dos juegos de velas, uno blanco y otro negro. El juego blanco anunciaría a la vuelta que Teseo había vencido, mientras que las velas negras anunciaban la derrota y muerte del hijo del rey, y, por lo tanto, del fracaso de la expedición.
Teseo, ya en Creta, conocerá y se enamorará de una hija del rey Minos, Ariadna. Ésta, seducida por Teseo le ayudará en su lucha para acabar con el Minotauro Según la leyenda, Ariadna solicitó consejo al astuto Dédalo y fue éste
quien le sugirió la idea del ovillo de lana. Lo cierto es que Ariadna facilitó a Teseo un ovillo de lana para poder salir del laberinto una vez que hubiera dado muerte al monstruo. Teseo, que carecía de armas, mató al Minotauro a puñetazos y huyó con sus hombres. Para salir del laberinto siguió el curso del hilo que había ido desplegando por los pasillos del palacio desde su entrada ,
y salvar así su vida. Eso sí, Ariadna le impone una condición: Teseo ha de casarse con ella. Teseo entra en el laberinto y consigue matar al Minotauro, y con la ayuda del hilo logra encontrar la salida, salvando la vida.
Otras versiones de la leyenda suponen que el mismo Minos había solicitado a Teseo como parte del tributo. Incluso hay mitógrafos que admiten que las condiciones impuestas por Minos liberaron al joven que fuera capaz de matar al Minotauro sin utilizar armas. Así lo presenta Ovidio en su obra sobre el Minotauro:
“ Lo aniquiló el tercer turno sorteado cada nueve años y, cuando, por la ayuda de una doncella, la difícil puerta que ninguno de los anteriores había traspasado dos veces fue encontrada al recoger el hilo…”.
En su regreso a Atenas, Teseo abandona a Ariadna que será entregada al dios Dionisos, que se había enamorado de ella. Pero Teseo al arribar a Atenas se olvida del tema de las velas, portando el barco velas negras. Egeo, viendo de lejos que los barcos de su hijo trae las velas negras que anunciaban su muerte se tira al mar desesperado. Teseo, ante la muerte de su padre, será nombrado rey de Atenas. Pero el mar cercano a la ciudad griega recibirá desde entonces el nombre del padre del héroe ateniense, el mar Egeo.
La historia de Teseo no acaba aquí. Teseo toma el poder en el Ática. Buen administrador y defensor de la ciudad frena a lasa Amazonas que intentaban recuperar a Antíope, una de ellas, que estaba retenida por Teseo. Teseo se habría casado con Fedra, la hermana de Ariadna. Pero Fedra se enamora de Hipólito, el hijo que Teseo tiene junto a la amazona Antíope, pero a éste no le interesan las mujeres. Rechaza las insinuaciones de su madrastra y, para vengarse, ésta acusa a su hijastro de haberla violado. Matan a Hipólito. Fedra, llena de remordimientos, se ahorca.
Tras esto Teseo marcha a
los infiernos para recuperar a su amigo Piritoo que quería apoderarse de Perséfone pero logra volver. Tras ser recibido por uno de sus parientes, Licomedes, éste lo despeña y lo mata.
Como vemos los personajes mitológicos y legendarios aparecen y desaparecen en multitud de ocasiones relacionándose o enfrentándose entre sí o a nuevas aventuras. Eso le ocurre tanto a Minos como a Dédalo que de colaborar inicialmente pasan a enfrentarse.
Dédalo que era hijo de Eupálamo y Alcipe; aunque otras tradiciones dan como padre a Palemón o, Metión, nieto de Erecteo. Encarna la figura de artista, arquitecto, escultor e inventor de diversos ingenios mecánicos. Con Náucrate, esclava del rey Minos, un hijo, al que conoceremos como Ícaro.
Dédalo, ateniense de origen, trabajaba allí con su sobrino Talos o Talo, quien también destacaba en el arte de la invención. Y eso que era un autómata gigante hecho de bronce que protegía a la Creta minoica de piratas e invasores. Rodeaba las costas de la isla tres veces al día. Considerado por algunos como hijo de Cres, personificación de Creta y padre de Hefesto, y por otros un autómata forjado por el propio Hefesto con la ayuda de los cíclopes; y en otras, es el último de una malvada raza de gigantes de bronce.
Talo impedía la entrada a los extranjeros, destruyendo sus barcos y evitar la salida a los habitantes que no tenían el permiso del rey. Se decía que cuando Talos sorprendía a algún extranjero, se metía en el fuego hasta calentarse al rojo vivo y abrazaba entonces a sus víctimas hasta matarlas. El invulnerable cuerpo de bronce de Talos era irrigado por una única vena diminuta que lo recorría desde el cuello al tobillo, donde estaba rematada por un clavo que le impedía desangrarse, y ese era su único punto débil. Para unos su vida acabó cuando Medea hipnotiza a Talos desde el Argo, lo vuelve loco y hace que se arranque el clavo.
Para otros, fue Dédalo su destructor, ya que un día Talos, fijándose en la mandíbula de una serpiente, inventó la sierra y Dédalo, celoso de su hallazgo, lo asesinó. Al descubrirse el crimen, Dédalo tuvo que comparecer ante el Areópago, que lo consideró culpable y le desterró.
De este modo, llegó a Creta, donde
trabajó para el rey Minos como arquitecto y escultor. La esposa del rey, Pasíafe, se había enamorado de un toro y fue Dédalo quien le proporcionó la solución para que se pudiera unir a él. Fabricó una vaca de madera de tan gran parecido que, cuando la reina se introdujo dentro, pudo consumar su amor con el astado.
También a Dédalo se le debe la construcción del famoso laberinto de Creta, donde estaba encerrado el Minotauro. Para la hija del rey, Ariadna, le sugirió el recurso de ir estirando un hilo, pues luego bastaría seguirlo para encontrar la salida.
Al enterarse Minos de estos hechos, encerró a Dédalo y a su hijo Ícaro en el laberinto por traición. Dédalo también es conocido en su relación con Ícaro, su hijo, un joven que sueña con volar. El sueño por volar de los hombres ha sido una constante en
la historia de la humanidad algo que también hizo soñar a los griegos.
De la
relación entre Dédalo e Ícaro nos han quedado textos clásicos como los de Ovidio en su obra “ La Metamorfosis” y Luciano en su obra “ Icaromenipo”, o algunas más modernas como la de Iron Maiden en su canción “Icaro´s Fly”.
Dédalo en el laberinto ideó unas alas para escapar y las pegó con cera en sus hombros. Advirtió a su hijo que no
volara muy alto, pero el imprudente muchacho no le obedeció así que Ícaro siguió volando gracias a sus alas diseñadas por su padre unidas entre sí con cera. Pero al volar y al acercarse al Sol la cera se derritieron y fundiendo, perdiendo el plumaje … y, cayendo el joven al mar.
El sol, curiosamente puso fin a la vida de ïcaro, el hijo de Dédalo. ¿Podría ser una venganza? Quién sabe. En dialecto cretense, Τάλως, talôs (Talos) era el equivalente griego de hêlios (Helios), el sol: el léxico de Hesiquio de Alejandría señala simplemente que «Talos es el sol». En Creta, Zeus era adorado como Zeus Taleo (Zeus Solar), se incorpora así al dios anterior en forma de epíteto, como es habitual. El dios fue identificado con los montes Taleos (hoy llamado Kulukonas), una estribación al norte del monte Ida (Creta), precisamente, lugar de nacimiento de Zeus. Todo empieza con Zeus , y acaba con Zeus.
Ovidio nos cuenta el siguiente:
“ Aunque las tierras y las olas – dice Dédalo- me ponen obstáculos, sin embargo, el cielo está sin duda abierto. Vamos a ir por allí. Todo lo controlará Minos, pero no controla el aire. El joven Ícaro estaba con él, e ignorante de que estaba manipulando su propio peligro, por una parte, con la cara reluciente iba cogiendo las plumas que había movido una prisa pasajera, por otra, con el pulgar moldeaba la rubia cera y con su juego estorbaba la sorprendente obra de su padre. Después se puso al proyecto la última mano, el constructor equilibró las dos alas y su propio cuerpo suspendió al agitar los brazos.”.
La historia de los hombres que sueñan con volar no paró con Ícaro pues la continúa Menipo. Éste incluso va a la luna, la cual, en el pensamiento mítico, se identifica con una diosa, Selene. Esta historia nos la cuenta Luciano, un autor del siglo II d. C en su Icaromenipo.
“ Mis alas – cuenta Menipo- si estaban bien emplumadas con las alas de un águila y de un buitre. Al principio estaba mareado por el peso, pero después me sentí ligero. Pero cuando dejé las nubes a lo lejos y estuve cerca de la luna, sentí que me cansaba, así que alcanzando la Luna, descansé mirando la Tierra desde la altura”.
El mismo Luciano en su obra “Historias verdaderas” nos habla de la existencia en la Luna de un hombre llamado Endimión, que había sido arrebatado de la tierra por un sueño suyo y que al llegar a la luna le hicieron los habitantes de la misma los “ Jinetes-buitre” su rey.
Tras construir y huir del laberinto, Dédalo huye de Creta y logró llegar a Cumas. y se refugia en Camico , en la isla de Sicilia, protegido ahora por Cocalo, rey de esta isla.
Por su parte, Minos parte en busca de su arquitecto con toda su armada. Tras llegar a Sicilia, Minos reta a sus habitantes a una prueba: que pasen un hilo por las espirales de una concha de caracol. Nadie lo consigue, aunque el rey de Sicilia afirma que alguien de su palacio lo ha conseguido una vez. Minos sospecha que se trata de Dédalo, que había conseguido esto atando un hilo a una hormiga metida dentro de la concha. Dédalo de este modo es descubierto. Así que idea un plan para librarse de Minos.
Dédalo sugiere a las hijas de Cocalo que preparen a Minos un baño de agua… hirviendo. Cuando Minos se mete muere abrasado. Así, tras la muerte de su perseguidor, Dédalo realizó numerosas construcciones en el país como agradecimiento al rey.
Homero en el Canto XI de “La Odisea” comentará en palabras de Ulises lo siguiente sobre Minos: “ Vi a Minos, el ilustre hijo de Zeus que, con un cetro de oro en la mano, hacía justicia a los muertos sentado en un trono”. Minos, el legendario rey de Creta se convertirá, por lo tanto, en juez de los infiernos. Esperemos no ser juzgados nunca por Minos, pero espero que este repaso por los mitos cretenses te haya resultado ilustrativo.