Capítulo XI
Navarro asesina al guerrillero de Andía. Navarro les aplacaba y despedía uno por uno, logrando al cabo quedarse solo con la víctima. Más abrumaba a Monsalud la nobleza que demostrara en la referida ocasión su enemigo que los insultos con que le vituperó poco antes.
Apenas dieron algunos pasos en la dirección que indicara Navarro marchando delante, cuando se vieron detenidos por media docena de franceses, borrachos todos como cubas, los cuales reconociendo al punto a Monsalud, le rodearon, y con gritos y vociferaciones del peor gusto le saludaron.
Capítulo XII
Son los corruptores del linaje humano, como dicen Jean-Jean y Plobertin, que presenciaron la revolución francesa. Doña Fermina ocultó el rostro entre las manos. -Señor cura guerrillero -añadió el joven con insolente sarcasmo-, cuidado no le cojamos a Vd. Doña Perpetua se levantó de su asiento como una estatua que de súbito cobra vida para aterrar a los hombres. «Vendré a rescatar a mi madre de las garras del demonio, para llevármela a Francia. Madre, adiós, adiós… Escribiré desde Francia.»
(Alba Martínez Jiménez, 1º bachillerato A)