“¡Muero sin ver la aurora brillar sobre mi patria! Vosotros, que la habéis de ver, saludadla. ¡No os olvidéis de los que han caído durante la noche!” (JOSÉ RIZAL)

José Rizal. Este hombre es para mí tres palabras: valentía, honor y valor.

No había escuchado sobre su vida hasta que  nuestro profesor de Historia de España nos lo presentó en la unidad sobre la caída del imperio colonial español tras el «Desastre» de 1898. Escuché también que fue fusilado (como la mayoría de los que han defendido los derechos y libertades de su pueblo) y esto me llevó a investigar un poco sobre su vida.

Lo primero que encuentro es que fue escritor, oftalmólogo, pintor y lingüista. Además, fundador en 1892 de la Liga Filipina para luchar por más autonomía y reformas progresistas en su país, de lo que hablaremos más adelante. Quiero centrarme en sus estudios en oftalmología, puesto que destacan mucho en contraposición a su extensa formación de letras. Y el motivo por el cual José Rizal empieza a estudiar medicina es porque su madre se estaba quedando ciega, y él iba a hacer todo lo posible por salvarla. ¡Me encantan los ideales de este hombre!

Hablemos ahora sobre la independencia de Filipinas, porque a pesar de haber muerto antes de que ello sucediera, se le considera el primer gran héroe, mártir y líder ideológico de esa independencia. Como ya he comentado, en 1892 finaliza su estancia en Madrid, donde fue compañero de Miguel de Unamuno, y regresa a su país para liderar la Liga Filipina, a través de la cual quería promover proyectos comerciales y abogaba por una sociedad más igualitaria. Esta Liga dio lugar a dos grupos: el reformista, dirigido por Rizal; y el revolucionario, el famoso Katipunán que hemos tratado en clase, liderado por Andrés Bonifacio. Este último grupo se levantará en armas contra el poder colonial español en agosto de 1896, aprovechando el levantamiento cubano un año antes y el apoyo que les brindaba la nueva potencia emergente estadounidense, hecho que acabará, como ya sabemos, con la pérdida de Filipinas a manos de Estados Unidos, como muy bien refleja el film que hemos visto en clase titulado «1898. Los últimos de Filipinas» [https://www.rtve.es/play/videos/somos-cine/1898-ultimos-filipinas/6163780/].

En ese contexto, José Rizal parte hacia Cuba como médico voluntario del ejército español, pero acabará siendo detenido y sometido a Consejo de Guerra, a pesar de no haber tenido relación directa con las decisiones tomadas por el Katipunán y de haberse ofrecido como voluntario. Finalmente es acusado de incitar a la sublevación, y ya sabemos que en esta época, y otras no tan lejanas, cualquier sospechoso de ese delito contra la Patria es sentenciado a pena de muerte. Así consideró su muerte Miguel de Unamuno:

«Creo, en efecto, que desgraciadamente le alcanza a España responsabilidad en aquel crimen. Creo más, y lo digo como lo creo: creo que fue España la que fusiló á Rizal. Y lo fusiló por miedo. Por miedo, sí. Hace tiempo que todos los errores públicos, que todos los crímenes públicos que se cometen en España, se cometen por miedo».

Personalmente sigo pensando que es un hombre con mucho valor, que conocía su potencial y sabía que podía lograr grandes cosas. Si este hombre hubiera nacido en Madrid, o en cualquier otra ciudad de la península, seguramente a día de hoy sería una referencia, pero lamentablemente aquellos generales y autoridades españolas vieron que la mejor solución al problema era fusilarlo.

Para acabar, quiero reproducir algunas de sus últimas palabras antes de su muerte:

«Perdono a todo el mundo y muero sin tener el más mínimo remordimiento contra nadie».

O esta estrofa inicial de «Mi último adiós», poema dedicado a su tierra escrito al día antes de su fusilamiento:

«Adiós, Patria adorada, región del Sol querida,

perla del mar de Oriente, nuestro perdido Edén,

a darte voy alegre mi mustia vida.

Y fuera más brillante, más fresca, más florida,

también por ti la diera, la diera por tu bien».

Y voy a acabar con mi favorita, porque en cierto modo les está diciendo a los soldados que lo van a fusilar que ha estudiado, que sabe lo que hace y ha hecho, y que el movimiento que él inició no iba a parar a pesar de su muerte:

«No me disparéis en la cabeza, que he estudiado mucho».

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • «José Rizal, poeta y político de la independencia de Filipinas», publicado por Jorga Orgaz Gargallo en la Biblioteca Digital Miguel de Cervantes.
  • «José Rizal en Madrid: cuando el héroe filipino fusilado vivía en la capital de la metrópolis», de Luis de la Cruz publicado en ElDiario.es el 16/01/2020.

David Manuel Navarro Domingo

2º Bachillerato-A.

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