Una flor especial en otoño. CEIP Manolo Garvayo

A los que trabajamos día a día en los colegios, nos ha terminado por parecer algo normal que los peques busquen compartir su tiempo de recreo con los niños y niñas que más corren, que más goles meten o que juegan mejor a las palmitas,… buscan y siguen al líder,… Pero de vez en cuando, muy rara vez, aparece una personita que nos rompe los esquemas y nos hace reflexionar.

Esto fue lo que nos ocurrió hace unos días en el patio de Educación Infantil de nuestro centro, el CEIP Manolo Garvayo: observamos a una pequeña de 4 años que no buscaba a los que más corrían, ni a los que más goles metían, ni siquiera a los que mejor jugaban a las palmitas,… ella buscaba y seguía a los que corrían sin rumbo fijo, a los que daban vueltas a un árbol sin parar o a los que miraban fijamente el huerto apoyados en la valla. A esta pequeña no le importaba que no le respondieran cuando les hablaba con dulzura, ni que le apartaran la mano cuando trataba de pasear con ellos, ni siquiera que le dieran un pequeño empujón cuando iniciaban una de sus múltiples carreras,… ella siempre sonreía y seguía intentándolo,… a veces se acercaba a los profesores que vigilábamos el patio y nos contaba lo que había sucedido, pero nunca en tono de reproche o enfado, sino más bien como una simple anécdota,… era una actitud conmovedora y que nos dejó impresionados. Pasaban los días y no cejaba en su empeño,… y cuando menos lo esperaba, aquella pequeña niña de 4 años recibió su merecido premio,…. un tesoro para los que estábamos allí y pudimos verlo,… uno de esos niños se le acercó, la rodeó con sus brazos y le dio un beso en la mejilla…. Su cara se iluminó, empezó a reírse y corrió hacia nosotros para contarnos lo que acababa de pasar, como si pensara que no lo habíamos visto…

Aquel día comenzando el otoño, descubrimos una florecilla muy muy especial… y a la que no perderemos de vista. Nunca dejéis de sorprendernos pequeños y pequeñas.

Soledad Aracama