Diablo Cojuelo (I-III, V)

Tranco I: Un joven que iba huyendo de la policía,  debido a sus encuentros con una apuesta chica, cuando cae por casualidad en el desván de un astrólogo donde escuchaba desde una botella «ayúdame, ayúdame» y sacó al demonio, éste le explicó que era cojuelo porque fue el primero en caer del cielo y todos los demás cayeron sobre él. 

Tranco II y III: El demonio le demuestra desde un punto muy alto de la ciudad lo que ocurre en todas las casas, levantando los tejados. Le demuestra que la chica por la que huía de la policía, se veía con más de un chico. ç

Ya en el tranco III le demuestra lugares de la ciudad que son más populares además de lugares de la Corte.

Tranco V: Esta el chico alojado en un «hotel» cuando llegó el demonio de viajar por muchísimos países. Allí se sentaron a comer en la misma mesa que unos guiris con los que se pegaron posteriormente (ganaron el demonio y el chico). Además llegaron unos de una academia teatral que habían tomado gran prestigio, e iban a actuar en Madrid. Pero el diablo y el chico tenían unas rencillas con algunas personas de la academia, e hicieron que salieran de pelea. Posteriormente, se fueron volando por la ventana. 

JUEGO:

https://gd.games/ercarrazo/trabjo-espanol-cd-pc

(Marcos Ramírez Macho, 1º bachillerato)

Diablo Cojuelo (I-III, IV)

Tranco I: Cleofás saltaba y corría de tejado en tejado huyendo de la justicia y  se escondió dentro de un desván en el que escuchó dos suspiros, el primero pensó que era imaginación suya y el segundo se dio cuenta de que era el diablo. Le pidió que lo liberase y eso hizo.

Tranco II: Cleofás quedó impresionado con todo lo que el diablo le enseñaba; el comportamiento de los ciudadanos.

Tranco III: Cleofás junto al diablo visitaron la corte de Madrid y siguieron viendo el trato de las personas bajo el techo de la corte, también vieron la importancia de los apellidos.

Tranco IV: En este capítulo visitaron una posada y estuvieron comiendo con unos caballeros los cuales les recibieron como en casa y les ofrecieron todo lo que pudiesen necesitar.

JUEGO:

https://gd.games/pepeyjavi/aventurasenlaalhambra

INVESTIGACIÓN PARA EL JUEGO:

entrega2.pepe.javi-1

(José Cuevas González, 1º bachillerato)

El diablo Cojuelo (I-III, IV)

Tranco I: Un estudiante llamado Cleofás Leandro, se encuentra huyendo de la justicia. Éste se esconde dentro de un pequeño desván, done comienza a escuchar unos «suspiros». Cuando encontró el origen de aquel ruido, se dió cuenta que no era más que un diablo escondido en un frasco, por culpa de un astrólogo que vivía debajo. El diablo le pide que lo libere, y el escondido cede, rompiendo el frasco. De él salió un hombrecillo diminuto, el cual empezó a levantar el techo de los edificios de forma diabólica.

Tranco II: Cleofás se queda perplejo ante la hazaña del diablillo. Éste, estando agradecido por el estudiante, decide llevarlo por los cielos; el diablo le va llevando por distintas casas enseñándoles las miserias y engaños de todos los ciudadanos.

Tranco III: El estudiante continúa siguiendo al diablo cojuelo, mientras éste le sigue enseñando cosas de la Corte. Visitan la Corte y entran en la «casa de los locos», cuya fachada estaba llena de instrumentos extraños.

Tranco VI: El cojuelo lleva a Don Cleofás a una posada en uno de los barrios madrileños. Allí cena con unos caballeros y conoce a un personaje llamado «el Poeta», que se pasa el tranco entero con «el Güesped», un personaje nuevo perteneciente a aquella posada. 

JUEGO:

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INVESTIGACIÓN PARA EL JUEGO:

entrega2.pepe.javi-1

(Javier Seoane Álvarez, 1º bachillerato)

Capítulos 25 a 28 (FIN)

Capítulo XXV
Él se regocijaba con la vista de tanto cañón tomado, de tanta riqueza rescatada, y a cada nueva sorpresa se desvanecía en apologéticos comentarios de la destreza de lord Wellington, encomiando, sobre todo el providente designio del Altísimo, que como padre y ordenador de las victorias, nos había dado aquella tan completa y admirable. «Seguid en vuestra gloriosa, en vuestra santa tarea de limpiar esta cizaña, que no os faltará que hacer en algún tiempo, porque el mal se ha desatado en España y vendrán días de  sangre…»
«Además del paraíso que Dios destina a los elegidos, ha de haber otro paraíso mejor para estos mártires de la patria, para estos defensores de los grandes principios, para estos que en primera línea han peleado por la esposa de Jesucristo, para estos a quienes debe la sociedad su fundamento, para tu  virtuoso y santo padre, en fin.»

-¡Has perdido a tu padre! -prosiguió Baraona con efusión estrechando de nuevo al joven entre sus  brazos-.

-Hace tiempo que tu buen padre me habló de un dulce proyecto que me agradaba en extremo, Carlos -dijo el viejo mirando alternativamente a su nieta y al joven guerrillero-.


Capítulo XXVI
-Es preciso sobreponerse a la tristeza que esos desagradables sucesos hayan podido ocasionar a alguno de los presentes -dijo el viejo Baraona, descuartizando la pava, mientras el capellán de las monjas de Santa Brígida aplicaba su nariz a la boca de las botellas para ver si era justa la fama de las bodegas del señor canónigo.

-Su muerte -dijo Baraona llenando los platos de los demás- debe quedar en la memoria de los buenos hijos de España como un recuerdo santo.

-Tan infame mote -afirmó Baraona frunciendo el ceño y apretando el puño- será escrito con sangre en la frente de los que lo inventaron. -¿Saben cómo les llamo yo? -dijo Baraona con violenta cólera y dando fuerte golpe en la tierra con la botella que en su mano tenía-. El recuerdo del noble mártir que ha subido al cielo…

-¡Oh, sí! -exclamó Baraona, acudiendo en auxilio del capellán de monjas, que se había quedado ya sin pechuga y sin lengua-. Parecía persona de calidad, y al punto comprendieron Baraona y sus amigos que era una víctima del día anterior.

-Así es, en efecto, señora -repuso Baraona.


Capítulo XXVII
-Bien, Genara -dijo Navarro-.

-Aquí es -dijo Navarro viendo la barraca-. 

-Navarro, Navarro, defiéndeme -exclamó con angustiosa voz, corriendo a arrojarse en los brazos del guerrillero y dejando caer en el suelo las viandas que llevaba.

Llegose a él Navarro, dejando atrás y a regular trecho a la atemorizada joven y le observó con calma.
-¿Conmigo?… ¡ah, ya! -añadió Navarro flemáticamente-.

-¡Que eres un farsante, un embustero! -exclamó Navarro perdiendo la serenidad.

-Si yo fuera tú, te delataría… -dijo Navarro dando un paso hacia adelante-. Navarro, recogiendo del suelo lo que había caído, lo arrojó a los pies de Monsalud, que no hizo ademán alguno, dando a entender que no recibía limosna.
-¡Yo delatar! -exclamó Navarro-. Volvieron la espalda Navarro y Genara. -Detengámonos -dijo Navarro a su presunta consorte-.

Genara y Navarro llegaron al fin.


Capítulo XXVIII
Navarro a Monsalud:
-Renegado -exclamó Navarro-, estamos en el campo del convoy.

-No me insultes, no eches más ignominia sobre mí -dijo Monsalud con emoción profunda, y antes que colérico, conmovido y sin aliento-.

-¡Qué miserable cobardía! -exclamó Navarro acompañando sus palabras de un enérgico gesto-.

-Vamos a donde quieras -murmuró Monsalud dando algunos pasos-.
-Gracias, muchas gracias -dijo Monsalud, bebiendo con febril ansiedad en una taza que le presentaron.

-Fernando Navarro, amigo de su familia de usted, ha sido asesinado por los infames renegados. -¡Asesinado! -repitió sordamente Monsalud, engullendo el pan y las magras que le dieron-. -¡Al infierno! -balbució Monsalud-.
Monsalud, sacudido por viva excitación nerviosa, se levantó del suelo en que yacía.

Soldevilla -dijo Navarro con ironía semejante a la del diablo cuando sonríe a las almas en el momento de cargar con ellas-.

-Buen caso haría yo de las hipócritas palabras de ese necio -dijo Navarro sin disimular su ira-.

(Alba Martínez Jiménez, 1º bachillerato)

Santa Catalina (Coello)

Estaba en pertenencia de una figura importante de España. Dicho cuadro fue  robado durante el expolio napoleónico y extraviado durante un tiempo. Desde  entonces no volvió a su lugar de origen, pero por suerte, actualmente se  conserva en la Apsley House de Londres.
 
 
(Juan Antonio Pozo Carmona, 1º bachillerato; fractal en detalle y filtro supernova en dos ocasiones, una traza fractal para el vestido y un difuminado para la mano de la protagonista)

Inmaculada Concepción (Murillo)

La Inmaculada Concepción de los Venerables. Su autor es Murillo y  actualmente se encuentra en el Museo del Prado en Madrid. Se hizo un  trueque con el Louvre para recuperar esta obre de arte.

(José Javier Martín Mateos, 1º bachillerato; fractal en detalle y filtros de luz y sombra, efectos de iluminación, y de difuminar desenfoque medio)