Todos somos conscientes de la necesidad de cambiar el sistema educativo para adaptarlo a la sociedad del siglo XXI. Aún seguimos arrastrando métodos totalmente desfasados, creados tras la revolución industrial para responder a los retos del momento, claramente diferentes de los actuales. Así han permanecido escuelas estandarizadas, lineales, con una metodología memorística y repetitiva, en donde la información pasaba de profesor a alumno.
En los últimos 50 años la revolución científica y tecnológica que se ha producido, y sigue produciéndose, ha transformado la sociedad industrial en una sociedad de servicio e información, apareciendo nuevos retos que requieren nuevas soluciones. Los sistemas educativos tienen que adaptarse a estos cambios para dar salida a ideas, creatividad y capacidad de encontrar respuestas adecuadas, que son los motores de esta nueva sociedad. Se necesitan nuevas formas de aprender, nuevas formas de enseñar y nuevos aprendizajes, es decir, crear la escuela del siglo XXI.
La creación de un nuevo instituto supone un reto importante e interesante para poner en marcha un proyecto educativo en donde se dé respuesta a estas nuevas necesidades que se nos plantean. El aprendizaje social y emocional debe ser la base para una educación personalizada que potencie el desarrollo de cada individuo, fomentando su creatividad, sus destrezas y sus talentos.
Nuestro trabajo y nuestra ilusión serán los motores que nos permitan conseguir nuestros objetivos,vuestros objetivos.
