GENOCIDIO FRANQUISTA Y MEMORIA DEMOCRÁTICA (II)

Como actividad de introducción y contextualización para el proyecto que de historia oral que vamos a desarrollar en la materia de Patrimonio, hemos realizado una Situación de Aprendizaje mediante la cual descubrir y conocer la dura represión y el genocidio que llevó a cabo el franquismo desde el mismo día 17 de julio de 1936, y hasta la muerte del dictador en la cama de un hospital el 20 de noviembre de 1975.  Una durísima represión y un genocidio planificado, sistemático e institucionalizado que empezaron a organizar las fuerzas monárquicas, fascistas y ultraconservadoras desde 1931-1933, lideradas por el propio monarca destronado Alfonso XIII, financiadas por los poderes económicos y financieros conservadores, y contando con la bendición de las altas esferas de la iglesia católica española. Una dura e intensa represión y genocidio aplicado en todos y cada uno de los pueblos y cortijás de España. Era imprescindible, en palabras de Franco a la prensa internacional de la época, «una limpieza necesaria» para la nueva España que iba a nacer y que acababa de despertar.

Os dejamos con la segunda de las diversas reflexiones realizadas por el alumnado al respecto, así como sobre conceptos como memoria democrática, memoria histórica y Ley de Amnistía de 1977 y una pequeña entrevista realizada a sus familiares más cercanos. Como siempre, la selección ha sido difícil…

Para comenzar esta reflexión, diré que memoria democrática persigue la memoria colectiva de una sociedad sobre actos relacionados con la lucha por la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Esto también incluye el reconocimiento de hechos traumáticos del pasado como la guerra civil y la dictadura franquista. A raíz de esto en 2022 se aprobó en España la Ley de memoria democrática, la cual es una normativa que busca reconocer y reparar a las víctimas de la guerra civil y del franquismo, abordando cuestiones como la exhumación de restos de personas desaparecidas, la retirada de símbolos franquistas y la promoción de la educación en valores democráticos.

En España, en 1977 fue aprobada la Ley de Amnistía, mediante la cual se concedía el perdón a los delitos políticos y sociales cometidos antes de esa fecha. Su principal objetivo era facilitar la normalización política después de casi cuarenta años de dictadura. Sin embargo también ha generado debates sobre su impacto en la búsqueda de los crímenes y torturas cometidas a lo largo de todo ese periodo por las autoridades.

En la parte práctica del trabajo he podido obtener numerosos datos sobre la guerra y la posguerra. Por parte de mi abuelo, su padre no fue a la guerra por estar cojo, y el estallido de esta lo pilló trabajando en el campo, así que al llegar a Iznalloz se encontró con que su mujer y sus hijos no estaban. Estos eran Felipe, de cinco años, y Antonia, de de dos, los hermanos mayores de mi abuelo. Huyeron a un lugar de la sierra llamado «La melera», y al ser un sitio conocido por la gente del pueblo, él también fue a esconderse allí, donde los encontró.

Por otro lado, el padre de mi abuela y su familia sí tuvieron un papel en la guerra y posguerra. Mi bisabuelo fue a la batalla del Ebro y estuvo en Tortosa, allí cayó preso de los fascistas y acabó en un campo de trabajo de Navarra, de donde escapó para volver a la guerra. De vuelta fue atrapado y hecho preso por error por los republicanos. Cuando lo liberaron volvió al combate y recibió un disparo que le cortó el dedo meñique. Al caer la noche se escondía de los civiles debajo de un río, respirando bajo el agua con juncos.

Al mismo tiempo, en Iznalloz, a los tíos de mi bisabuela los sacaron los civiles de su casa y los fusilaron en la tapia del cementerio del pueblo. Uno de esos tíos escapó, era Antonio Valdivia, sobre él se hizo una exposición en el instituto el año pasado. Antonio huyó a Francia, donde fue capturado por los nazis y acabó en un campo de concentración llamado Buarfa, en Marruecos, desde 1940 hasta su liberación en 1945. Una de sus hijas escribió su vida en un libro, con fotos y vivencias de aquella época. Antonio Valdivia tuvo que vivir en Francia cuarenta años, hasta que murió Franco y pudo volver a España.

En la posguerra todos tenían mucho miedo, sobre todo a la iglesia, ya que quedó al mando. Los civiles venían a las casas con camiones y llevaban a los señalados a Píñar, donde los fusilaban y dejaban allí en una fosa. Las casas en Iznalloz, desde el actual instituto para abajo, eran chozas hechas de retamas y las familias no tenían casi comida, robaban para comer y su desayuno era café de hojas de cebada tostada.

Mi madre me ha contado que su padre no quería hablar de esto por miedo, ya que había sufrido mucho. Nació en 1924 y de pequeño vio cómo al acabar la guerra el cura de Moreda, su pueblo, violaba a los niños de entre 4 y 10 años, y les tiraba las sobras de su comida al suelo como si fueran perros. También que a una taberna del pueblo llegó una vez un batallón de mujeres desde Sevilla a combatir cerca de Cubillas, que es donde estaban los fascistas con cañones.

Hay algunas fosas en Iznalloz, como por ejemplo en la Calle Escuelas, en la que haciendo obras para una casa sacaron cuerpos. Mi abuelo, trabajando haciendo hoyos para olivos empezó a sacar cráneos. Pero la más conocida por la gente mayor es la del cementerio viejo de Iznalloz y la de Píñar.

En el tema de los bebés robados, a mi abuela le robaron tres, sólo enseñándole el cuerpo de uno, aunque probablemente no sería su hijo. A cientos de madres en aquellos años les quitaron hijos, y todas tuvieron la misma matrona, es más, mi padre sabe que nació en aquel hospital y pone que mi abuela nunca ha entrado ahí, habiendo dado a luz siete veces en el mismo lugar. También recuerda que en la escuela todos los días la obligaban a cantar el cara al sol haciendo el saludo fascista, y que tenían que admitir que los malos eran los rojos.

Para concluir, este trabajo me ha parecido de uno de los más importantes que haremos este curso, ya que es la base del proyecto que vamos a desarrollar en esta asignatura. Me ha sorprendido el miedo que sigue teniendo la gente mayor a pesar de que Franco ya hace mucho que murió. Y el miedo a la iglesia. Hablan bajo por miedo a que los escuchen «los chivatos».

Sobre la memoria democrática y su ley, opino que si no se llega a aprobar o a tener en consideración, muchas familias no sabrían qué les pasó a sus padres, maridos, hermanos, abuelos, etc. 

Para finalizar, la Ley de Amnistía de 1977 tiene un buen fin, aunque hay que leer la «letra pequeña», pues gracias a ella quedaron impunes los asesinos de la dictadura. El franquismo sí acabó, pero las familias que siguen teniendo ese sentimiento y se lo inculcan a sus hijos e hijas hace que sigan existiendo partidos que defiendan esas ideas.

Pedro Fernández Martínez

1º de Bachillerato-A

 

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