25 enero, 2012
¿Cómo nos imaginamos a un asesino profesional? ¿Cruel, despiadado, metódico? ¿Acaso con una salud de hierro? Pues bien, el protagonista de El Asesino hipocondríaco se aparta de todos estos tópicos cultivados por la novela negra.
El personaje de
Juan Jacinto Muñoz Rengel, el
señor Y
, argentino por más señas, tiene un grave problema: sólo le queda un día de vida para cumplir el encargo de hacer pasar a mejor vida a su compatriota Eduardo Blastein. Sin embargo un encadenamiento de fatalidades impedirá que todas sus tentativas lleguen a buen puerto. Este hecho actúa como elemento desencadeante para que el protagonista se sienta unido a otros espíritus sensibles o melancólicos, como gusta llamarles, pensadores o literatos hermanados por la hipocondría.
De ahí que veamos desfilar ante nosotros a insignes autores como
Swift, Poe, Byron, Tolstoi, Maupassant, Molière, El hombre elefante, Coleridge, Tolstoi, Voltaire, Proust, sin olvidar a Descartes y Kant (recordemos la formación filosófica del autor).
La primera novela de Juan Jacinto Muñoz, consumado especialista en el relato corto, se plantea como una
parodia del género de intriga y suspense. Humor, ironía y juego metaliterario nos conducen por los 57 capítulos calculadamente breves (entre cinco y seis páginas) hasta conformar una historia
desternillante que nos desvela un mundo
de enfermos imaginarios
.
Si desconocéis enfermedades con denominaciones tan literarias como el Síndrome del Acento Extranjero, la Maldición de Ondina y el Síndrome de Moebius acercaros a esta novela que, en nuestro caso, añadiremos en breve a la biblioteca escolar.
Lee los primeros capítulos.
Esta entrada fue publicada el miércoles, 25 enero, 2012 a las 20:47 y esta archivada en blogs de Educación Primaria, Blogs de Secundaria, General, Noticias.
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