Bibliotecas Escolares de la Provincia de Cádiz

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"TERREDAD" DE EUGENIO MONTEJO

14 diciembre, 2012

Señala Rafael Cadenas en su prólogo para la edición de Terredad (originariamente publicado en 1978) del poeta venezolano Eugenio Montejo (1938-2008) en la Biblioteca Sibila de Poesía en Español, Fundación BBVA, 2008 (que puede considerarse como definitiva), que ya esta misma palabra otorga «un carácter definitorio» a toda su poesía, y que en este mismo feliz neologismo el poeta, según palabras del mismo, quería «nombrar la condición tan extraña del hombre en la tierra, de saberse aquí entre dos nadas, la que nos precede y la que nos sigue».
El poemario, pues, consta de 50 poemas sin divisiones ulteriores, por lo que parece que el concepto de terredad es un leit-motiv que atraviesa las composiciones; no obstante, el primer poema, En el bosque, tiene, en mi opinión, un carácter explicativo respecto a esta condición «extraña» y, por tanto, en gran medida, desvalida del «hombre en la tierra» (En el bosque, donde es pecado hablar, pasearse, / no poseer raíz, no tener ramas, / ¿qué puede hacer un hombre?)
A pesar de todo, la tierra nos acoge (La tierra es el único planeta / que prefiere los hombres a los ángeles [p.21]), y nos guía en nuestro viaje con sus criaturas (no ha habido nunca sino pájaros, / el canto de los pájaros / que nos trae y nos lleva.[p.20]). La vida, que para el poeta es más importante que la vida, nos lleva, y nos hará renacer en alguna forma de materia, por lo cual todo epitafio debe ser provisorio (No me despido en una piedra / ilegible a la sombre del musgo, / voy a nacer en otra parte [p.58]), y bajo la forma de terredad justifica y da sentido a todo lo existente, como en La terredad de un pájaro (La terredad de un pájaro es su canto, / […] / Desde que nace nada ya lo aparta / de su deber terrestre; / trabaja al sol, procrea, busca sus migas / y es sólo su voz lo que defiende, / porque en el tiempo no es un pájaro / sino un rayo en la noche de su especie, / una persecución sin tregua de la vida / para que el canto permanezca. [p.59]).
Una bella y sentida lectura poética, sin duda, la que nos ofrece el autor en esta obra de madurez.

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