Cuentos por la Igualdad
24 noviembre, 2014
Así ha resultado una mamá osa fuerte y número uno; un caperucito engañado por una loba; una patita fea con un padre pato que no lo cuida o tres cerditas que construyen unas casas estupendas.
Todos y todas han hecho un gran trabajo, y estamos muy orgullosos de mostrarlo en este blog
Érase una vez tres cerditas que se habían independizado y se habían ido de casa de su papá, una de ellas había construido una casa de heno, otra de madera y la última de las cerditas una casa de ladrillos.
Un día apareció una loba queriéndoselas comer. La primera cerdita se escondió en su casa de heno, pero la loba le dijo que se la iba a derribar. La loba sopló y la casa de la cerdita voló por los aires, entonces ella corrió a refugiarse a casa de su hermana.
Pero la loba corrió detrás de ella, y también sopló sobre la casa de madera y la derribó.
Así que las dos cerditas corrieron a casa de su hermana, la que había construido una casa de ladrillo, y las tres vieron cómo el lobo soplaba y soplaba, pero su casa no derribaba.
Así que la loba, aburrida porque no podía derribar esta casa tan resistente, se fue de allí para siempre.
Alejandro, 3ºC
Érase una vez un niño al que la madre lo mandó a que le llevara la comida a la abuela pero le dijo que tuviera cuidado con la loba y el niño cuando iba por en medio del bosque se encontró con la loba y estuvieron hablando y la loba engañó al niño para que el cogiera el camino mas largo y la loba el más corto para poder llegar a la casa del abuelo y comérselo al abuelo y al niño. La loba llegó a la casa se comió al abuelo y se metió en la cama y cuando llegó el niño le dijo: Abuelo qué ojos más grandes tienes “para verte mejor” Abuelo qué boca mas grande tienes “para comerte mejor”y ya llegó una cazadora y mato a la loba.
Taila, 3ºC
Había una vez una pata y un pato que esperaban aumentar su familia y tenían varios huevos, y el último no salía del cascarón y cuando salió nadie quería a la patita, ni los padres ni los hermanos , la pobre pata se sentía sola diferente a las demás , los padres cada día le daban más de lado , y ella sola.
Un día se vio tan sola que se puso a llorar no sabía con quien irse, pero una familia de cisnes la encontraron llorando y les daba mucha pena , y le dijeron que se fuera con ellos , y la pata (cisne) muy feliz se fue con la otra familia.
Alejandra, 3ºC
Años atrás había una joven princesa. La joven era egoísta y su corazón era de piedra. Una noche fría y de navidad un Anciano le pidió resguardo en su castillo a cambio de una rosa, pero la princesa se negó con desprecio.
En aquel momento el anciano se reveló como un hermoso hechicero, que sintiéndose ofendido por su despreciable actitud hechizo a la princesa, a quienes vivían con ella y al castillo. El hechizo consistía en que la princesa se convirtió en una temible bestia y los sirvientes tomaron la apariencia de objetos domésticos, como candelabros, armarios, etc.
Solo si la princesa aprendía a amar y se ganaba el amor de alguien antes de que una rosa mágica perdiera su ultimo pétalo todo volvería a la normalidad. En caso contrario la bestia viviría siempre infeliz.
Bello es un joven soñador que vive en un pueblo con su madre María, una inventora a la que muchos consideran chiflada .Un día María marcha a una feria de inventores, pero se pierde en el camino y se resguarda en el castillo allí la bestia la hace prisionera. Bello preocupado al ver que la yegua de su madre regresa sin ella sale en su busca. Al llegar al castillo decide intercambiarse por su madre enferma para salvarla.
Allí conoce a algunos de los sirvientes. Condenado a permanecer eternamente prisionero en el castillo el joven se enamora de su captora y la Bestia se enamora del joven. Entonces se rompe el hechizo de la hechicera, la bestia vuelve a ser la joven de antaño, los sirvientes vuelven a ser humanos y Bello se casa con la princesa.
Había una vez un niño muy bonito. Su padre le había hecho una capa roja y el muchacho la llevaba tan a menudo que todo el mundo lo llamaba Caperucito.
Un día, su padre le pidió que llevase unos pasteles a su abuelo que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí la loba.
Caperucito Rojo recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. El niño tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas…
De repente vio a la loba, que era enorme, delante de él.
– ¿A dónde vas, niño?- le preguntó la loba con su voz ronca.
A casa de mi Abuelito- le dijo Caperucito.
– No está lejos- pensó la loba para sí, dándose media vuelta.
Caperucito puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: – La loba se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. El abuelo se pondrá muy contento cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.
Mientras tanto, el lobo se fue a casa del Abuelito, llamó suavemente a la puerta y el anciano le abrió pensando que era Caperucita. Una cazadora que pasaba por allí había observado la llegada de la loba.
La loba devoró al Abuelito y se puso el gorro rosa del desdichado, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucito Rojo llegó enseguida, todo contento.
El niño se acercó a la cama y vio que su abuelo estaba muy cambiado.
– Abuelito, abuelito, ¡qué ojos más grandes tienes!
– Son para verte mejor- dijo la loba tratando de imitar la voz del abuelo.
– Abuelito, abuelito, ¡qué orejas más grandes tienes!
– Son para oírte mejor- siguió diciendo la loba.
– Abuelito, abuelito, ¡qué dientes más grandes tienes!
– Son para…¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, la loba malvada se abalanzó sobre Caperucito y lo devoró, lo mismo que había hecho con el abuelito.
Mientras tanto, la cazadora se había quedado preocupada y creyendo adivinar las malas intenciones de la loba, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa del Abuelito. Pidió ayuda a una segadora y las dos juntas llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y a la loba tumbada en la cama, dormida de tan harta que estaba.
La cazadora sacó su cuchillo y rajó el vientre de la loba. El Abuelito y Caperucito estaban allí, ¡vivos!.
Para castigar a la loba mala, la cazadora le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando la loba despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.
En cuanto a Caperucito y su Abuelo, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucito Rojo había aprendido la lección. Prometió a su Abuelito no hablar con ninguna desconocida que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelito y de su Papá.