El discurso de Segundo de Bachillerato
30 mayo, 2015
Hoy, después de seis años, toca despedirse de este instituto, este que nos ha visto crecer.
Durante todo el curso, el día de nuestra graduación ha sido la comidilla de todos los recreos. Llegó el momento de la despedida, de decir adiós a compañeros y profesores que comenzaron siendo desconocidos pero que con el tiempo hemos llegado a crear una familia.
En primer lugar, dar las gracias a todos los presentes por esculpir en nosotros lo que ahora mismo somos, lo que quisimos ser. Ahora no somos los mismo que entramos el primer día en este centro, hemos madurado y todo gracias a vosotros. Hoy echamos el telón de una escena más de buestras vidas. Tal vez para siempre.
Queremos que con el paso del tiempo, cuando el espacio nos separe, recordemos que un día fuimos charlatanes, nos enfadamos juntos o no nos gustó algo, recordar de forma positiva una frase, una palabra, una clase, una imagen que se graví en nuestras mentes adolescentes.
Todos nos llevamos de aquí una formación fruto del esfuerzo de unos excelentes profesores que han dado lo mejor de sí, no solo para que seamos mejores alumnos sino para que seamos mejores personas. Todos hemos formado un conjunto en el que unos no seríamos nada sin los otros. Gracias a todos por lo que nos habéis enseñado, por vuestro apoyo y comprensión.
No podemos finalizar nuestro discurso sin nombrar a un gran profesor y mejor persona, nuestro tutor, muestro Juan. Todos coincidimos en que sin él no hubiera sido lo mismo, y no hubiéramos terminado este año tan bien como lo hemos hecho, gracias a su apoyo y su esfuerzo por sacarnos adelante.
Para finalizar tenemos que decir que esto no es un «adiós, hasta nunca» sino un eterno «hasta luego». Por mucho tiempo que pase os tendremos siempre en la cabeza, en el corazón.