Nuestro Pueblo

NUESTRO PUEBLO.

Manzanilla es un municipio de 40 kms2 de extensión, que cuenta con unos 2500 habitantes. Los vinos hicieron de éste un pueblo rico y próspero en el pasado, pero la crisis del sector, causada, entre otros factores, por las plagas de la vid, hicieron que entrase en decadencia a principios del siglo XX. Sin embargo, la gente de estas tierras ha sabido diversificar las actividades económicas y encarar el futuro con gran optimismo.

La Maxilua romana, heredera de la antigua Ostur, que vio convertir su nombre en Manzanilla tras la dominación árabe, cuenta con un bello patrimonio arquitectónico. Es digna de mención su Casa Rectoral, del s. XVIII. O la Iglesia de la Purificación, obra del arquitecto Lucas Cintora. La Capilla del Niño Jesús del s. XIX y las Ermitas de San Roque y de la Victoria. En el paraje conocido como “El Valle” se encuentra el Santuario de la Virgen del Valle, que data de los siglos XVI y XVII.

En el apartado gastronómico, los aceites puros de oliva y su exquisita miel son de una calidad excelente. No se puede pasar por Manzanilla sin degustar los dulces caseros como los piñonates, las calderetas y los guisos de cordero.

En lo relacionado con la cultura y el ocio, hay que señalar que en mayo Manzanilla festeja sus Cruces. En junio celebra la Real Feria de Ganado y Fiestas de la Virgen del Valle, patrona de este municipio, y, a mediados de agosto, las fiestas en honor al patrón San Roque.

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HISTORIA,

La historia de Manzanilla tiene un origen impreciso, pues no hay constancia ni testimonios claros de su asentamiento primigenio. Cercana a lo que hoy es el municipio se encontraba la villa romana de Ostur, en el Cerro del Castillo. En este lugar se han encontrado gran cantidad de monedas con la leyenda de Ostur. Además, en dicho cerro, se pueden ver restos de pavimentos y sillares pertenecientes a este periodo histórico. Cuando más importancia cobra este municipio es en la época de esplendor de Tejada, que coincide con la formación del núcleo de Benafique, al que también perteneció.

Una vez que Alfonso X conquista Manzanilla en 1253, ésta acaba siendo parte del concejo de Sevilla como tierra de realengo. Posteriormente, una parte muy importante de su territorio se convierte en parte del donadío de Huégar, actual Valle de Manzanilla, que perteneció al Marquesado de Alcalá de la Alameda. Durante varios siglos, Chucena, Hinojos, Manzanilla, Paterna del Campo, Escacena del Campo y Almonte fueron dependientes, de forma plena o parcial, del mismo señor. Huégar experimentó un notable progreso y pujanza económica gracias a sus viñas, que el Marqués de Alcalá Alameda arrendaba a sus vecinos de Manzanilla, Escacena, Chucena y Alcalá. Se desconoce hasta cuándo fue marquesado Huégar, aunque sí se sabe que ésta fue una época de auge económico para Manzanilla, que incrementó de forma importante su producción de vinos. Finalmente, en 1833 se incorpora a la provincia de Huelva y pasa a depender del partido judicial de la Palma del Condado.

Manzanilla, como el resto de los municipios vinateros, sufre en el siglo XX un importante revés, que quiebra sus bases productivas, a causa de la filoxera y otros problemas relacionados con el viñedo. Los cambios en los hábitos alimentarios, la mecanización del campo, el éxodo rural…, han jugado en contra de una cultura mediterránea, eje de la vida en Manzanilla, que tenía en la tortuosa cepa un punto de mira y de cohesión social. Aún así, hoy se intenta explotar otros campos para el buen desarrollo de esta localidad.