A medida que el niño crece va desarrollando diferentes habilidades que le permiten ganar autonomía e independencia. Los logros llegan poco a poco: primero comienza a gatear, después da sus primeros pasos, luego intenta alcanzar los objetos y más tarde aprende tareas más complejas como comer solo, vestirse y bañarse sin ayuda.

Aunque los niños van adquiriendo todas estas habilidades de manera natural, a medida que fortalecen sus músculos y sus funciones cerebrales se van especializando, es importante que los padres sean conscientes de que es necesario crear un entorno que estimule al máximo las capacidades de los pequeños.

Como encontrar el punto medio es difícil, lo más común es caer en los extremos. Por una parte, podemos encontrar a los padres que dejan que el niño haga todo por sí solo, con el riesgo de que se frustre y abandone la tarea. Por otra parte, hallamos a quienes pretenden evitarle los errores y, al asumir un comportamiento sobreprotector, coartan sus potencialidades. ¿Qué hacer?

Respeta su ritmo de madurez

Aunque existen pautas de desarrollo generales, cada niño sigue su propio ritmo. Hay algunos que tardan más que otros en hablar, dar sus primeros pasos o beber sin derramar el líquido del vaso. Mientras no exista otro problema que indique un retraso importante en el desarrollo, los padres no deben presionar demasiado al pequeño.

fomentar la autonomia en niños

Por ejemplo, para que el niño aprenda a abrochar los botones de la camisa, primero deberá haber desarrollado la coordinación óculo-manual y tendrá que haber alcanzado un buen dominio de la motricidad fina. Cada pequeño paso que da hacia su autonomía implica grandes transformaciones a nivel físico y mental, aunque no siempre se noten, por lo que en ocasiones es necesario ser pacientes.

El rol de los padres consiste en estimular al niño con tareas que representen un desafío pero, a la misma vez, evitar que se frustre. La clave está en motivarlo para que realice una actividad pero, si no puede hacerlo, ayudarle a terminar y felicitarle por el esfuerzo. Jamás le presiones para que haga las cosas con mayor rapidez ni le recrimines, porque no ha podido realizar la tarea de manera perfecta. Recuerda que no estás ahí para evaluarle, sino para ayudarle a crecer.

Permítele poner a prueba sus habilidades

Los padres tienen un fuerte instinto protector que a veces va en contra de la autonomía de sus hijos. Si tu pequeño aún no sabe utilizar la cuchara, eso no significa que siempre le debes dar la comida, permítele que coja algunos alimentos con la mano. De esta manera no solo estarás potenciando su autonomía sino que incluso se divertirá y desarrollará una actitud más positiva hacia la comida. Si el niño aún no sabe atarse los cordones, apuesta por zapatos con cierre de velcro y enséñale a colocárselos.

También es importante que le expliques los pasos para desarrollar una tarea, las primeras veces puedes mostrarle cómo se hace y después guiar sus manos hasta que logre hacerlo solo. No obstante, recuerda que lo más importante para desarrollar una habilidad es la práctica. Por tanto, aunque tengas prisa, calcula el tiempo que tu pequeño necesita para comer, bañarse, vestirse o cepillarse los dientes con tranquilidad.

Déjale su propio espacio

Establecer límites y reglas es esencial para la convivencia familiar y para que el niño se sienta seguro pero cuando se habla de autonomía e independencia también es importante que los padres les dejen cierto margen de acción a sus hijos. Aunque sea un niño pequeño, incítalo a que tome sus propias decisiones. Por ejemplo, déjale elegir la ropa que se pondrá para ir al parque o el postre para después de la cena. Felicítale cuando haga algo bien y tome la iniciativa, de esta forma estarás reforzando una conducta positiva.

Se recomienda que le des un espacio donde pueda jugar y colocar sus pertenencias. Así no solo potenciarás la independencia sino también la responsabilidad. Explícale que ese espacio es suyo y que tú lo respetarás, pero que debe mantenerlo ordenado.

También deberás dejarle su espacio cuando emprende alguna actividad, lo cual significa que no debes imponerle tu manera de hacer las cosas sino permitirle que siga su propio ritmo y desarrolle un estilo personal. Recuerda que potenciar la autonomía y la independencia quiere decir, sobre todo, darle libertad para que se equivoque y aprenda.