La crisis del COVID-19 ha afectado a todas las actividades económicas, casi siempre para mal. Pocos negocios han crecido al aumentar las necesidades de la población, o surgir otras nuevas. Uno de los sectores más perjudicados es el de Educación Infantil. Si la Administración no lo remedia, en el curso que comienza muchas escuelas infantiles tendrán que cerrar sus puertas a los pequeños.

El concurso de acreedores no es un juego de niños para las escuelas infantiles, ni para ninguna sociedad. Pero en las primeras hay un rasgo que añade más dramatismo al calvario económico, ya de por sí grave, por el que atraviesan muchas organizaciones.

Estos centros docentes inician a los más pequeños de la casa en una nueva vida académica, en 9la que tendrán que permanecer hasta que cumplan los dieciséis años. A esta edad termina la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).

Pero la falta de liquidez y el estrangulamiento financiero que han sufrido con el confinamiento de la pasada primavera, más los problemas de ingresos que atenazan a miles de familias por la crisis, pueden acabar con muchos de ellos.

escuelas infantiles

Como ejemplo, sirvan estas tres noticias publicadas durante los últimos meses: “Las 160 escuelas infantiles de Huelva piden soluciones para no verse abocadas al cierre» (Huelva, 8 de abril. Noticia de Europa Press). “Ruina y degradación en una escuela infantil a medio construir de València, paralizada cinco años por la crisis tras una inversión de casi 500.000 euros” (Valencia, 12 de agosto. Noticia de elDiario.es). “La creación de empresas creció en agosto un 42% en la comarca. La otra cara, los cierres de negocios: dos centros infantiles de referencia en la ciudad que cierran sus puertas” (Vigo, 4 de septiembre. Noticia publicada en el periódico Atlántico).

Perder el miedo al concurso de acreedores

La insolvencia es, probablemente, el momento más duro en la vida de cualquier empresa, y de cualquier empresario. Quedarse sin liquidez puede representar el final definitivo del negocio.

Es un drama empresarial, un drama económico, un drama laboral y un drama que afecta a todos los trabajadores de la organización, a sus proveedores, a las familias de todos ellos y, en no pocas ocasiones, incluso a los clientes. Es un drama social. Es el momento del concurso de acreedores.

Para Igor Ochoa, economista, Licenciado en ADE por la Universidad de Wolverhampton (Birmingham, Reino unido), director de equipos financieros, unidades de negocio y empresas de múltiples sectores, no hay que tener miedo al concurso de acreedores porque, al contrario de la creencia general, estas dos palabras no tienen por qué significar el final. “Puede haber vida para la compañía después de un concurso de acreedores voluntario”, afirma Ochoa.

Acudir a los expertos

Igor Ochoa tiene un amplísimo curriculum, avalado por más de quince años en el desempeño profesional de cargos de la más alta responsabilidad y ha cosechado numerosos éxitos ante retos singularmente difíciles.

En la actualidad, Ochoa es, entre otras cosas, miembro del Consejo de Administración de varias sociedades industriales y de servicios, como Lanteko Berria, S.L.; Rehabilitaciones Indarlan, S.L. o la consultora Dipcom Corporate, S.L. Además, forma parte del Consejo de varios fondos de inversión, como Ekai Capital Partners o Business Seraph.

En opinión de Igor Ochoa, todavía puede haber esperanza para estos cientos, o quizás miles, de escuelas infantiles que atraviesan por dificultades muy serias en toda España. No es que tenga una “fórmula mágica”. La clave, según él, se resume en cuatro palabras: acudir a los expertos.

Especialistas en empresas con problemas

En la consultora Dipcom Corporate, en la que él participa, “somos especialistas en empresas que atraviesan etapas complicadas y contamos con años de experiencia en concursos de acreedores”, asegura. “Nuestro equipo cuenta con reconocimiento a nivel nacional en gestión de crisis. Ofreceremos asesoramiento legal, económico y financiero para ayudar a salir del agujero”.

Dipcom Corporate se diferencia de otras muchas consultoras en que dispone de una metodología propia, testeada durante los últimos doce años, gracias a la cual ha podido multiplicar por veinte el porcentaje de éxito en procesos concursales y preconcursales. Con dicho método, ha ayudado a garantizar la supervivencia de las empresas en los inevitables ciclos negativos económicos sectoriales o individuales.