El alumnado de 1º de ESO del IES Villa de Mijas realizó una salida educativa a uno de los enclaves arqueológicos más singulares no sólo de Andalucía sino de España: las ruinas de Baelo Claudia, en la costa de Bolonia (Tarifa), acompañados por sus profesores: la organizadora Rebeca López de Geografía e Historia, junto a Manuel Ruano de Tecnología y Formación Profesional y a Rafael Navas de Francés.
Baelo Claudia fue una pequeña ciudad romana fundada en torno al siglo II a.C. Su posición estratégica, frente al norte de África y junto al Estrecho de Gibraltar, la convirtió en un importante núcleo comercial, muy conocido por su producción de garum, una salsa de pescado muy valorada en Roma. La ciudad contaba con todos los elementos propios de una urbe romana: foro, teatro, termas, acueductos, templos, fábricas, mercados y viviendas. Gran parte de todo ello se conserva de forma sorprendente, lo que permite hoy pasear literalmente por calles y estructuras que fueron utilizadas hace dos mil años.
Eso fue precisamente lo que hicieron nuestros alumnos. Con respeto y curiosidad, caminaron entre los restos de esta antigua ciudad costera, escucharon con atención las explicaciones de su profesora de Geografía e Historia, Rebeca López, y formularon preguntas que demostraban cuánto les llamaba la atención lo que veían. En un momento del recorrido, la profesora les habló sobre la figura del emperador Adriano, nacido en Hispania, como un ejemplo de cómo Roma también forma parte de nuestra memoria histórica.
El grupo también visitó el teatro y se interesó por cómo se organizaban las ciudades romanas, cómo vivía la población y qué importancia tenían el comercio marítimo y la pesca en la economía de la zona. La fábrica de garum, con sus piletas de piedra aún visibles, fue una de las paradas inexcusables.
A lo largo de la jornada, los alumnos y alumnas mostraron un comportamiento ejemplar. Escucharon, participaron, se mantuvieron unidos como grupo y demostraron en todo momento una actitud madura y respetuosa con el entorno. También hubo tiempo para disfrutar del paisaje: la duna de Bolonia, el verde de las montañas y el azul del mar que se intuía entre las ruinas crearon una atmósfera que hacía muy fácil imaginar cómo sería la vida allí en tiempos del Imperio.
Al final de la visita, el grupo se hizo una foto en las escaleras del templo, como testimonio de una experiencia que va más allá de lo académico. No solo se trató de aprender historia, sino de vivirla.
El balance del día fue muy positivo. Tanto el profesorado como el alumnado volvieron con la sensación de haber compartido algo valioso: un contacto directo con el pasado, en un entorno privilegiado. Por si fuera poco el tiempo les acompañó, con algunas nubes que protegieron del calor.