JOAQUÍN BUSTAMANTE Y QUEVEDO

Bustamante y Quevedo, Joaquín. Santa Cruz de Iguña (Cantabria), 20.V.1847 – Santiago de Cuba, 19.VII.1898. Marino, investigador e inventor.

Hijo de Luis y Juliana, nació y se crió en el seno de una familia aristocrática acomodada de la más pura cepa santanderina y marinera. Ingresó muy joven en el Colegio Naval (1859), donde obtuvo la máxima nota y sentó plaza como guardia marina de 2.ª clase (1861). Tras pasar por la fragata escuela Esperanza y por la Escuadra de Instrucción, embarcó en la fragata Triunfo (1862), con la que se trasladó al Pacífico para integrarse a la escuadra enviada a aquellos mares por problemas surgidos con Chile, Perú y Bolivia.

En la campaña del Pacífico pasó por destinos a bordo de la goleta Covadonga, la fragata Resolución, con la que tomó parte en la ocupación de las islas Chinchas (1864), y la fragata Villa de Madrid. En agosto de 1865 embarcó como oficial en el vapor Marqués de la Victoria, con el que realizó varios viajes de Punta Arenas a San Francisco de California.

El 2 de noviembre del mismo año regresó a la goleta Covadonga, destacada para bloquear el puerto de Coquimbo (Chile), que el 26 de noviembre combatió con la corbeta chilena Esmeralda en el Papudo.

En 1872 pasó destinado a Filipinas. Efectuó campañas hidrográficas por las costas de Mindanao y Davao como comandante interino de la goleta Wad Ras.

Por las penalidades de la campaña de Filipinas cayó enfermo y fue repatriado (1876). Durante año y medio se repuso en su tierra natal y aprovechó el tiempo para estudiar Matemáticas superiores. Una vez repuesto, fue destinado a la comandancia de Marina de Santander como segundo comandante con carácter interino (noviembre de 1877). En enero de 1880 fue nombrado alumno de la primera promoción de la recién creada Escuela de Torpedos en Cartagena, lo que supuso un drástico cambio en su viva y su carrera.

En aquella época, dentro del concepto de “torpedos” entraban varias armas submarinas además de los clásicos torpedos automóviles, como eran armas fijas normalmente fondeadas —que hoy se llaman minas—, armas llevadas en el extremo de perchas o botalones, e incluso armas remolcadas; artefactos de alto poder destructivo, que estaban en continua evolución y desarrollo, en un momento en que la Artillería era incapaz de atravesar las corazas de los barcos, que sólo podían ser dañados con fuertes explosiones submarinas.

Por ello, Bustamante llegó a la Escuela de Torpedos en un momento crucial en la investigación de dichas armas, que iban a tener una gran influencia en la evolución de las tácticas navales. Su labor en el curso fue tan apreciable que a los seis meses (junio de 1880) fue nombrado profesor de la Escuela, donde ascendió a teniente de navío de 1.ª —equivalente a capitán de corbeta— en octubre de 1880, y allí permaneció durante siete años.

Ascendió a capitán de navío (1897) y fue nombrado comandante de quilla del crucero acorazado Princesa de Asturias, que con un gran retraso se estaba construyendo en La Carraca, y que por ello no iba a estar listo para intervenir en los acontecimientos de 1898. Pero Bustamante sí iba a participar, ya que el 8 de enero de dicho año fue nombrado jefe de Estado Mayor de la escuadra del almirante Cervera, con la que salió de Cádiz rumbo a las Antillas en abril. 

El 1 de julio, los estadounidenses realizaron un ataque, en el que lograron tomar El Caney y las Lomas de San Juan a costa de grandes pérdidas, y se aproximaron a Santiago. Bustamante encabezó un contraataque al frente de unos cuatrocientos cincuenta infantes de marina y marineros, para intentar recuperar las Lomas de San Juan y frenar el avance norteamericano. Combatió con pericia y arrojo; muerto su caballo, siguió a pie arengando a sus hombres y continuó su avance aun después de haber sido herido en el vientre. Evacuado al hospital militar de la plaza, supo que su ataque había sido un éxito, ya que logró frenar el avance del adversario, al que llegó a causar más bajas de las que tuvo en sus propias filas. Mientras convalecía en el hospital, la escuadra de Cervera fue destruida el 3 de julio al salir de puerto para intentar romper el bloqueo. Falleció el 19 de julio de 1898 a consecuencia de su herida.

Sus restos recibieron sepultura en el cementerio de Santiago, más tarde se llevaron al de La Habana, y cuando finalizó la guerra fueron repatriados con todos los honores a bordo del crucero Conde de Venadito, para ser depositados en el Panteón de Marinos Ilustres, en San Fernando, Cádiz (1899).

Por sus trabajos recibió muchas felicitaciones y fue acreedor a diversas recompensas: por sus actuaciones en el Pacífico, donde fue herido y cayó prisionero, recibió la Medalla de la Campaña y la de Sufrimientos por la Patria; por sus actuaciones en Filipinas obtuvo una Cruz del Mérito Naval con distintivo rojo y la Medalla de Joló; por la invención del aparato de puntería para torpedos automóviles, por su Curso de electricidad, por la mina de su invención, y por sus gestiones en Inglaterra durante la crisis de las Carolinas, recibió cuatro Cruces del Mérito Naval de 2.ª clase con distintivo blanco; también recibió la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo; y a título póstumo, en 1900 se le concedió la Cruz de San Fernando, equivalente a la actual Laureada.

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