ISABEL II – VISITA A SAN FERNANDO

Isabel II de España nació el 10 de octubre de 1830 en Madrid. Hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, María Cristina de Borbón. Su nacimiento provocó problemas dinásticos, ya que hasta entonces el heredero era el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, que no aceptó el nombramiento de Isabel como princesa de Asturias y heredera del trono. No lo tuvo nada fácil por ser mujer.

Isabel ll Con trece años fue declarada mayor de edad. A los 16, se casó, contra su deseo, con su primo Francisco de Asís. Tuvo doce hijos, algunos de los cuales murieron al nacer.

La reina Isabel II estuvo en nuestra Isla de León.

El día 22 de septiembre  de 1862 se dio a conocer, por fin, el programa completo de la visita de la Familia Real y su comitiva a Cádiz y, por consiguiente, el día concreto de su llegada a San Fernando: el 2 de octubre.

La mañana de aquel jueves de octubre de 1862, el fuerte viento de levante acabó de secar las calles de la ciudad. Ni la lluvia de la noche anterior, ni los efectos del fuerte temporal, consiguieron desbaratar los preparativos del Ayuntamiento, que adornó el itinerario previsto por el Cortejo Real.

El reloj daba las 15:00 horas cuando la Reina Isabel II y su séquito partieron desde Cádiz en dirección a la ciudad de San Fernando. Embarcados en el vapor ‘Remolcador’, lujosamente engalanado, se dirigieron hacia el Arsenal de La Carraca mientras una serie de salvas de artillería despedía desde la capital el cortejo, escoltado por los buques de guerra que, formados en línea, tributaban honores. Era la segunda vez que la Reina pasaba por el Arsenal tras haber visitado ya sus dependencias el día 30 de septiembre y antes de volver de nuevo al astillero el 7 de octubre, con motivo de la botadura del navío ‘Villa de Madrid’. No obstante, ceñiremos esta crónica exclusivamente a la visita a la ciudad de San Fernando ya que, si bien es cierto que la carga de trabajo incidía muy notablemente en la población isleña, el Arsenal pertenecía en aquel momento al término municipal de Puerto Real.

Son tres las crónicas conservadas en los fondos de la Biblioteca Lobo sobre la visita de la Familia Real a Andalucía: la oficial de Fernando Cos-Gayón, la de Francisco María Tubino y la de Aristides Pongilioni y Francisco de Paula Hidalgo, a la que recurrimos para relatar este momento histórico por ser la más exhaustiva.

Tras ser recibida en La Carraca por las autoridades civiles y militares, la Comitiva Real se dirigió, sobre una carretela propiedad del Alcalde de San Fernando, Rafael Alonso y Barca, a la Población Militar de San Carlos. En el Colegio Naval Militar, lujosamente decorado, les esperaba el General O`Donnell, el Estado Mayor del Departamento y otros jefes y oficiales de la Armada, así como los alumnos, quienes dedicaron unas poesías a sus Majestades. Visitaron las distintas dependencias, sala de juntas y habitaciones, mostrando especial interés en la capilla donde se veneraba la imagen de Ntra. Sra. del Rosario. La misma que según la tradición acompañó a Juan de Austria en la Batalla de Lepanto. La comitiva se dirigió a continuación al Panteón de Marinos Ilustres. Allí contemplaron las tumbas de grandes marinos como Jorge Juan, Gravina, Ciscar o Valdés antes de partir al Cuartel de Infantería de Marina, decorado para la ocasión con las insignias de todas las Órdenes Militares de España y un gran escudo con la Medalla de África en el centro del balcón principal. Como acto de soberana bondad, la Reina ordenó poner en libertad a los soldados arrestados para después proseguir su visita por la Academia de Estado Mayor de la Artillería y la Escuela de Condestables.

Hacia las 17:00 horas, la comitiva ya se dirigía al centro de la ciudad a través de un recorrido decorado con tres arcos triunfales. El primero de ellos, levantado por el Cuerpo del Estado Mayor de la Armada a la salida de la Población Militar, era de estilo gótico-bizantino. Estaba rematado con emblemas de la Marina y la inscripción ‘La Armada Española a su Reina’. El segundo, en la Glorieta, presentaba columnas de orden dórico y sobre él se podía leer: ‘El Ayuntamiento a SS. MM. y AA.’, Doce coches descubiertos con la Familia Real, autoridades y servidumbre lo atravesaron para adentrarse en las calles San Rafael, Rosario y Real, engalanadas con colgaduras y repletas de un inmenso gentío que aclamaba y vitoreaba a los Reyes.

El cortejo se detuvo en la Plaza de la Iglesia, por expreso deseo de la Reina, para dirigirse a la Iglesia Mayor Parroquial. Allí sería recibida por el arcipreste José Mª Bocio y el resto del clero para presenciar un ‘Te Deum’ entonado desde el altar mayor, lujosamente decorado de terciopelo carmesí y oro. Los carruajes continuaron su camino entonces hacia la plaza de la Constitución donde se había colocado otro arco triunfal con el escudo de armas de la ciudad rodeado de banderas nacionales y una leyenda: ‘A la augusta heredera de cien reyes, a la que dio a su pueblo sabias leyes’.

Ya en el Ayuntamiento accedieron a la sala de juntas o plenos, decorada lujosamente del siguiente modo: <<en el testero del frente se había colocado un hermoso trono de terciopelo carmesí galonado de oro, luciendo una bella corona real, y debajo de él magníficos sillones. Una riquísima alfombra cubría el pavimento y en las ventanas que dan al extenso balcón del frente de la fachada que estaba pintado al óleo y colgado de terciopelo y oro, se habían puesto cortinas de damasco carmesí divididas en forma de pabellón con elegantes adornos de terciopelo y oro>>.

Asomados al balcón, los Reyes fueron aclamados por un numeroso público que les profesaba su cariño. Es éste el momento de la Visita Real en el que la leyenda se confunde con la realidad, cambiando para siempre la forma de entender la gastronomía en la ciudad con el ‘nacimiento’ de nuestro exquisito cazón en adobo o, más bien, su forma de denominarlo. El gesto de la Reina al aceptar, hacia las 18:00 horas, un <<buffet con algún refresco>> es recogido por las crónicas recalcando cómo ésta <<manifestó de nuevo lo complacida que se encontraba>>. Es decir, podemos estar ante un instante perpetuado por el saber y el sabor popular: el ‘minuto uno’ del bienmesabe.

La salida del Ayuntamiento estuvo arropada por las autoridades con cirios encendidos, una gran gran muchedumbre y el alegre repique de campanas con los ecos de la Marcha Real de fondo. Lo avanzado de la hora obligó a suspender la visita al Hospital de San José y al Convento de las Reverendas Madres (Compañía de María), así como las pruebas de tiro preparadas con la nueva munición antiblindaje. No quisieron perderse, sin embargo, el recorrido por las dependencias del Observatorio Astronómico, entre ellas, el Salón Oriental, la Biblioteca, las diversas secciones e incluso, a pesar del viento, la torre giratoria, donde pudieron ver el mecanismo que da movimiento a la gran ecuatorial.

La Comitiva Real se despidió de la ciudad hacia las 20:00 horas y, acompañada por las autoridades, se dirigió a la estación para volver a Cádiz en tren. A su paso por la Batería Doctrinal, hoy Janer, vieron los fuegos artificiales preparados a tal efecto y las bengalas que alumbraban la fortificación.

El mismo viento de levante que trajo a la Reina hasta el Arsenal y la ciudad de San Fernando, el mismo que la acompañó durante la visita, empujó suavemente a sus Majestades por el istmo hasta la ciudad de Cádiz, donde fueron recibidos, de nuevo, con honores.

Web: Patrimoniodelaisla

Autor del articulo: Diego Moreno Garcia.

 

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