IES Delgado Hernández, Bollullos Par del Condado, Huelva.
I Concurso de Ensayos Filosóficos “Cogito ergo sum”.
Curso 2020/2021.
Desirée Lara Moreno. IES Catedrático Pulido Rubio.
¿Debe ser la vacuna del Covid-19 obligatoria?
La Covid-19 ha dado un vuelco a nuestra vida cotidiana, trayéndonos cambios muy radicales en un periodo muy corto de tiempo.
Al comienzo del confinamiento la prioridad parecía ser aprovechar la oportunidad que nos daba estar en casa: hacer todo aquello para lo que normalmente no tenemos tiempo. Además, establecer unas rutinas o intentar seguir con el ritmo habitual de estudio y trabajo. Entonces, las redes sociales se llenaron, de repente, de iniciativas y consejos para permanecer activos, ser creativos, entretenernos,…
En una sociedad donde destaca la productividad y la rapidez, los primeros días parecían casi una carrera por ver quién los aprovechaba más, quién hacía más ejercicio físico y quién aprendía a cocinar y hacía más recetas… Fueron una montaña rusa de emociones. Sin embargo, conforme han ido pasando los meses de confinamiento y restricciones, la gente se ha empezado a dar cuenta de lo que está ocurriendo en realidad. Al principio, se pensaba que no sucedía nada, que “una o dos semanas encerrados no era para tanto”. Pero, cuando se hace más largo, empezamos a darnos cuenta de la difícil situación.
Hemos vivido meses muy duros llenos de despedidas, de besos y abrazos no dados y de distancia, aferrándonos a la esperanza de que algún día esta situación terminara y volviéramos a la vida de antes, volviéramos a descubrir lo que el mundo nos tiene preparado.
Mientras tanto, nuestros profesionales sanitarios y nuestros científicos han luchado hasta el cansancio para velar por nuestra salud y nuestra seguridad. Recientemente, han desarrollado vacunas para disminuir el riesgo de contagio por Covid-19. Sin embargo, la actitud de parte de la población con respecto a dichas vacunas ha sido bastante negativa oponiéndose, incluso, a vacunarse. Según ellos, la vacuna no es fiable, pues podría generar enfermedades a largo plazo y afirman que “a saber qué han metido ahí”. Ahora bien, ¿debería ser obligatoria la vacuna del virus del SARS?
Desde luego, no podemos afirmar o defender un punto de vista si no poseemos conocimientos acerca del tema en cuestión, pues no podremos respaldar, exponer y sostener argumentos que apoyen dicha perspectiva. Ya lo dijo Sócrates sobre el siglo V a.C. aproximadamente: “La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia” y no somos quienes para dudar de lo que los sabios de nuestra época han demostrado experimentalmente. Sin embargo, adoptando las palabras de Karl Popper: “Ningún argumento racional tendrá un efecto racional sobre un hombre que no quiere adoptar una actitud racional”. Así, no podemos pretender que la población desconocedora recapacite si ellos mismos no están abiertos a estar equivocados.
Como dijo Russell: “En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras”, pero tengamos un mínimo de sentido común: los sanitarios ya se están vacunando y ellos son los que nos salvan la vida, ¿acaso creéis que si fuera peligroso o dañino a largo plazo se vacunarían aquéllos que cuidan y velan por nuestra salud?
Es cierto que todos los seres humanos tenemos libertad de opinión, pensamiento y expresión, pero estos derechos se terminan cuando afectan a los derechos de los demás. Y, en este caso, la libertad de cada persona de ponerse la vacuna condena a otros que, debido a una enfermedad crónica o a alguna patología, están falleciendo a causa de la
Covid-19.
Debemos tener empatía hacia los demás. El ser humano no es egoísta por naturaleza, solo hay que ver a los niños para saberlo. Para ellos es muy sencillo hacer nuevos amigos, compartir y ayudarse. Sin embargo, la sociedad moldea la naturaleza de las personas, y en una sociedad construida sobre la base de la competencia, el acaparamiento y el consumo, lo normal es que sus individuos sean acaparadores, competitivos y consumistas y, por consiguiente, egoístas.
Sin embargo, deberíamos aplicar el Imperativo Categórico de Kant: “Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal”. Debemos establecer nuestras propias normas morales, (lo que está bien y lo que está mal) como si nuestra forma de actuar se convirtiera en una ley universal, es decir, que el resto de la población actúe como lo hemos hecho nosotros. Así, nos tenemos que plantear ¿estoy obrando de tal modo que quiero que mi acción se convierta en ley universal? ¿Es acaso moral y tenemos la potestad para elegir si vacunarnos o no, sabiendo que afecta al bien común? O, mejor dicho, ¿queremos que la acción de no vacunarse se convierta en ley universal y que nadie se vacune? Si es así, estamos en un grave problema, debido a que esta situación no mejorará. En cambio, si no es así, entonces debería replantearse poner la vacuna del virus del SARS obligatoria para toda la población y, así, poder evitar males mayores.
No nos dejemos llevar por nuestros pensamientos, ni nos ciñamos exclusivamente a un punto de vista, como dijo Kant: “El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca”.
Por último, a pesar de lo que dijo Nietzsche de “la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”, debemos apoyarnos en ella y confiar. Confiar en que la situación actual acabará, confiar en que volveremos a abrazar y a besar, confiar en quiénes se dejan la piel por nosotros todos los días para que todo esto mejore.
Desirée Lara Moreno
2º Bach. A
IES Catedrático Pulido Rubio (Bonares)