Sin miedo a fallar
Mirando estos meses desde otra perspectiva, se ve claramente mi evolución en estas prácticas en el extranjero.
El primer mes se pasa un poco mal; mi madre, mi compañera de piso y uno del trabajo me animaron a seguir, y estoy feliz de poder decir que no me arrepiento de haberlo hecho. Al segundo mes vas abriendo los ojos y te acostumbras al estilo de vida que te toca vivir durante estos meses, ya que rara vez será igual al que tenías en España. Y terminando ya, te das cuenta de por qué en esos Erasmus de 3 meses, algunos llevan ya 10 años.
Recomendaría esta experiencia a aquel que busque no solo hacer unas prácticas diferentes, sino que quiera conocer mundo y abrir sus fronteras, que no tengas miedo a fallar porque lo importante es cómo reacciones ante las adversidades.