La jugada maestra del ajedrez en España: cantera de campeones y recurso terapéutico
Este es un viaje por la España que juega al ajedrez. Y la que se educa con este deporte. Y la que encuentra una terapia entre peones y reyes. El cronista del diario EL PAÍS en la especialidad recorre enclaves que han convertido a este país en el que más torneos internacionales organiza y en cantera de campeones
INARES y Sevilla son claves para entender por qué solo Armenia (donde el ajedrez es más popular que el fútbol) supera a España en el uso del juego-ciencia en las aulas. El torneo Ciudad de Linares (1978-2010) se convirtió en el Wimbledon del ajedrez gracias a un comerciante local, Luis Rentero (1922-2015), mecenas que convirtió su ciudad (60.000 habitantes) en la cita anual obligada de los mejores jugadores del mundo hasta que el Ayuntamiento se hizo con las riendas. El campeón Gari Kaspárov, que cada año dejaba una almohada, un termo y otras pertenencias en el hotel Aníbal —donde la suite principal conserva su nombre porque daba por segura su presencia al año siguiente—, se retiró en Linares, en 2005.
Juan Fernández, alcalde desde 1999 hasta el momento de escribir estas líneas, está muy orgulloso de aquello: “Durante mucho tiempo no fuimos conscientes de la enorme trascendencia que implicaba organizar el torneo más importante del mundo. El ajedrez nos situó en el mapa español y mundial. Hoy se pone de moda otra vez por su gran utilidad social y educativa, y veo con orgullo que nosotros pusimos la primera piedra”. El torneo cesó porque la crisis económica fue doble en Linares, debido al cierre de la fábrica Santana Motor, pulmón de la comarca; el desempleo llegó al 50%. Pero la ciudad sigue organizando los campeonatos de España cada verano, que son una fuente de ingresos muy necesarios.
Mundial infantil en Santiago (Galicia). Óscar Corral
Linares inspiró a otro hombre de pasión sin límite, Rafael Cid (1940-2012), presidente entonces de la Federación Andaluza de Ajedrez, para movilizar a las fuerzas vivas de Sevilla y lograr la sede del Mundial 1987 Kaspárov-Kárpov, que se jugó —con el objetivo principal de publicitar la Expo Universal de 1992— durante dos meses y medio en el teatro Lope de Vega y en el adyacente edificio del Casino de la Exposición. Televisión Española, que producía un programa diario especial, retransmitió en directo la última partida, que tuvo 13 millones de espectadores (de ellos, es muy probable que el 90% no entendieran nada de ajedrez, pero necesitaban saber quién ganaba).
Dada la expansión del ajedrez pedagógico y social, cabe preguntarse por qué España no es potencia en lo deportivo
España se convirtió así en el país favorito de Kárpov y Kaspárov y en el que más torneos internacionales organiza cada año desde 1988: 445 en 2018. Entre los de élite, se mantiene el Ciudad de León, cuya 32ª edición se disputará del 5 al 7 de julio. Hay muchos con fines de turismo cultural, como los de Benasque (Pirineo de Huesca), Benidorm o Sitges, con centenares de jugadores y acompañantes. Y entre los más modestos, uno de gran mérito: el de Alcubierre (Huesca), pueblo de 437 habitantes por el que ya han pasado —como invitados especiales— cinco campeones del mundo y otras siete grandes estrellas.
Escola Jaume Balmes de El Prat de Llobregat (Barcelona). Oliver Haupt
Terminada la gran rivalidad Kárpov-Kaspárov, la mayor en la historia de todos los deportes, el ajedrez apenas salía ya en la prensa española. Pero era un magma silencioso que se extendía por muchos pueblos y ciudades debido a esa proliferación de torneos, sobre todo en verano. Y así fue creciendo la percepción de que es mucho más que un juego o deporte. Especialmente en Cataluña —donde su raigambre social comenzó hace más de un siglo—, que siempre produjo gran cantidad de jugadores de alto nivel. Las competiciones catalanas mueven hoy más de 7.000 en las diferentes categorías. En ese contexto llegó (marzo de 2012) la decisión del Parlamento Europeo, con 415 eurodiputados a favor, de recomendar el ajedrez por su contribución a “(…) la integración social, la lucha contra la discriminación, la reducción de las tasas de delincuencia e incluso la lucha contra diferentes adicciones”, además de que “(…) puede mejorar la concentración, paciencia y persistencia, y puede ayudar [a los niños de cualquier edad] a desarrollar el sentido de la creatividad, la intuición, la memoria y las competencias, tanto analíticas como de toma de decisiones”. Para entonces, el colegio privado Montserrat de Barcelona y los otros nueve centros españoles (5.400 alumnos en total) del grupo religioso Nazaret ya habían formado a sus docentes para utilizar el ajedrez como herramienta transversal (junto a la inteligencia emocional) e interdisciplinar (en clase de matemáticas, lengua, historia, tecnología…) siguiendo el método de la colombiana Adriana Salazar, quien aplica las teorías de educación innovadora de la Universidad de Harvard (EE UU); lo utilizan unos 300 colegios españoles.
Escenas en el colegio San Jorge de Palos de la Frontera (Huelva), donde el ajedrez educativo está en auge. Oliver Haupt
La Generalitat impulsó de inmediato una experiencia piloto con criterios similares, y además la Universitat de Girona creó un observatorio de seguimiento, con estudios científicos que comparan a los alumnos. Los dos realizados (siete cursos y unas 500 escuelas implicadas, sin contar varios cientos más donde la materia se imparte por empresas privadas) dan resultados muy positivos que coinciden, a grandes rasgos, con otros similares realizados en Alemania y Dinamarca: los alumnos ajedrecistas desarrollan más su inteligencia en general y aumentan su rendimiento académico, sobre todo en matemáticas y comprensión lectora, los dos parámetros donde los niños españoles suelen fallar más en el informe Pisa.
La jefa de servicio del Currículo de Infantil y Primaria del Departamento de Educación de la Generalitat, Montserrat Payés, estima que el grado de satisfacción de los docentes “supera el 80%, un nivel muy alto si lo comparamos con otros proyectos de educación innovadora”. La maestra Marta Amigó, coordinadora del proyecto y formadora de docentes junto a Josep Serra, pone el acento en “la importancia de formar a los docentes de plantilla porque eso permite utilizar el ajedrez en cualquier pueblo”, sin depender de los monitores, más apropiados para la actividad extraescolar. “La otra gran conclusión”, resalta Amigó, “es que el ajedrez, utilizado transversalmente, potencia la enseñanza en todas las áreas y valores porque consiste en jugar aprendiendo y aprender jugando”.
Escenas en el colegio San Jorge de Palos de la Frontera (Huelva), donde el ajedrez educativo está en auge. Oliver Haupt
La veracidad de esa frase se hizo cristalina cuando visitamos la escuela Jaume Balmes, en El Prat de Llobregat (Barcelona), distinguida por la Generalitat por sus logros en la educación innovadora a través del ajedrez. Se utiliza en todas las áreas, incluida la educación física, desde hace cinco años, tanto en infantil como en primaria. Todos los docentes con quienes hablamos durante la visita irradian entusiasmo, y la directora, Pietat Bodelón, añade: “Además de los usos curriculares, nos permite trabajar valores como el respeto entre las diferentes etnias y religiones, saber perder, control del primer impulso…”. Asimismo pudimos comprobar que las actividades del patio, fuera de las horas de clase, también suelen estar relacionadas. “Y muchos piden un juego de ajedrez a los Reyes Magos, y así, además, implicamos a los padres”, señala Mónica Taboada, coordinadora del proyecto.
Entre las aplicaciones sociales está la actividad mental para retrasar el envejecimiento cerebral
Todo ello ha convertido a la Federación Catalana de Ajedrez en una de las pocas del mundo cuya actividad no se limita casi exclusivamente a la competición. Su presidente es Pepo Viñas: “El futuro del ajedrez como deporte depende en gran medida de su éxito como herramienta educativa y social de primera magnitud. Ninguna otra disciplina permite juntar en un mismo torneo a una niña de 6 años con un señor de 97; ni incluir a ciegos y otros discapacitados de todo tipo jugando en las mismas condiciones. Iguala a gentes de todas las etnias, ricos y pobres, niños y mayores… y, por supuesto, a hombres y mujeres”.
Recreación en el Casino de la Exposición de Sevilla del célebre duelo Kaspárov-Kárpov de 1987. Oliver Haupt
La gran escasez de mujeres en el ajedrez —solo hay una entre los cien mejores del mundo— es un tema apasionante para profundos estudios sociológicos. El Peona i Peó es un club muy especial del barrio barcelonés de Guinardó, cuya seña de identidad principal desde 1994 son las chicas (un 25% de los miembros, que significa el cuádruple de lo habitual), aunque su actividad fundamental es dar clases a unos 120 alumnos de todas las edades en el club y a muchos más (así como a maestros) en unos 50 colegios de la ciudad, dentro de un proyecto coordinado por el Ayuntamiento. Su presidente, Pep Melendres, está convencido de que la causa de escasez de jugadoras en el mundo es la educación sexista: “Antes de fundar el club vi con claridad que el ajedrez era un mundo organizado por hombres para hombres, y decidí cambiar eso en la medida que pudiese”. En consecuencia, las chicas del club tienen un protagonismo especial. “Por ejemplo, si montamos una exhibición de partidas simultáneas en las calles del barrio, procuramos que quienes las den sean mujeres”. El trabajo del Peona i Peó durante 25 años ha causado arraigo: “Al principio, buena parte de los ajedrecistas nos desdeñaban, algunos casi se reían de nosotros; ahora somos uno de los clubes con más vida social, a pesar del auge de jugar al ajedrez por Internet desde casa”. Pero el problema de la escasez de mujeres está aún muy lejos de arreglarse, como señala Pere Duran, uno de los profesores del club: “Cuando preguntamos a las niñas quién les enseñó a jugar, solo un 3% nos dice que fue una mujer”.
Hay gente tan volcada hacia el ajedrez educativo como Melendres y su equipo en muchas partes de España, pero quizá no exista un caso similar al del maestro Enrique Sánchez, quien convirtió a su colegio, el Marcos Frechín (situado en el modesto barrio zaragozano de Las Fuentes), en campeón de España escolar en 2018. Lleva 36 años impartiendo ajedrez en horario extraescolar en su escuela y formando además en la modalidad educativa a más de 1.000 maestros aragoneses. Su modestia es tan grande que en su colegio no valoran la enormidad de su mérito: gracias a él y a Miriam Monreal, la maestra que tomó hace dos años —cuando Sánchez se jubiló— el testigo de la coordinación del proyecto para el Gobierno de Aragón, esta comunidad se ha convertido en una de las referencias mundiales de mayor calidad, con 186 centros, unos 600 docentes (sin contar los monitores que trabajan en horario extraescolar) y más de 60.000 alumnos implicados en el programa Ajedrez a la Escuela. Pero en el Marcos Frechín sigue siendo extraescolar a pesar de todo.
La oscense María Eizaguerri, juvenil española con mayor proyección, y Lance Henderson (Marbella), gran promesa del ajedrez. Oliver Haupt
Nada mejor para plasmar en imágenes ese auge que la fiesta del ajedrez escolar aragonés que vivimos en el polideportivo de Cariñena el pasado 27 de marzo: mil niños (con una enorme lista de espera, porque no cabían más) y sus docentes jugaron partidas y disfrutaron de diversas actividades durante seis horas seguidas. La consejera de Educación, Mayte Pérez, impresionada por lo que estaba viendo, anunció ante las cámaras su intención de reforzar el proyecto, tanto en infantil como en primaria, desde el próximo curso, aunque está por ver si el Gobierno que salga de las recientes elecciones lo mantendrá.
En 2015, todos los partidos se pusieron de acuerdo en algo en el Congreso de los Diputados: apoyar el ajedrez como herramienta pedagógica
Si los responsables de esa decisión tienen alguna duda, cabe sugerirles que pasen una hora en el colegio Zalfonada de Zaragoza, y sobre todo en el aula de infantil. Allí trabaja la coordinadora Monreal con niños de tres a cinco años utilizando un tablero gigante, combinado con música. Un mundo mágico donde los docentes trabajan los valores y habilidades más importantes a esa edad: seriación, clasificación, lateralidad, psicomotricidad, atención, concentración, memoria, respeto por las normas y los compañeros, geometría elemental (horizontal, vertical y diagonal), control del primer impulso… Quien escribe estas líneas no ha conocido ninguna maestra (en esa etapa, casi siempre son mujeres) de ningún país que haya utilizado el ajedrez en infantil y no esté muy satisfecha.
Pedro Ginés, actual campeón del mundo sub 14. Oliver Haupt
Las decisiones de los otros siete Gobiernos autonómicos en favor del ajedrez educativo se produjeron tras el milagro del 11 de febrero de 2015 en el Congreso de los Diputados. Todos los partidos políticos españoles se pusieron de acuerdo en algo: apoyar el ajedrez como herramienta pedagógica. La experiencia de Canarias resulta de especial interés, a pesar de que no puede equipararse en números con Cataluña, Aragón o Andalucía, por su calidad. La coordinadora del proyecto del Gobierno regional, Lorena García, psicopedagoga, investigadora y docente muy experimentada, es coautora de un estudio científico publicado en 2012 por la Universidad de La Laguna (Tenerife) en el que por primera vez se concluye que el ajedrez no solo desarrolla la inteligencia cognitiva (eso ya se sabía), sino también la emocional, un ámbito muy importante en la educación innovadora. Compararon a alumnos ajedrecistas con otros que a la misma hora jugaban al fútbol y al baloncesto (deportes de equipo, en teoría más adecuados para desarrollar cualidades socio-afectivas), y los resultados fueron sorprendentes: los del primer grupo destacaron más en campos como autoestima, motivación, disciplina, buena relación con los profesores, gusto por el estudio, respeto por las normas, sociabilidad, toma de decisiones… El programa Educando Personitas, no Campeones está ya extendido por las siete islas en su tercer curso, todo indica que continuará creciendo y el índice de satisfacción captado por el Gobierno es superior al 80%, similar al de Cataluña.
Quizá porque los rescoldos de Linares y Sevilla aún no se han apagado, el Gobierno autonómico más sorprendido cuando lanzó el proyecto fue el de Andalucía. La respuesta fue masiva: en su 2º curso, el programa AulaDjaque implica a más de 500 escuelas, 6.000 docentes y 100.000 alumnos. Su coordinador, Manuel Azuaga, destaca: “Por primera vez un juego ha entrado en el aula en horario lectivo. AulaDjaque apuesta por enfoques transversales que favorezcan el desarrollo de un pensamiento crítico y estratégico, una mejor toma de decisiones o incluso cómo prevenir el acoso escolar, siempre desde un enfoque lúdico e integrador. Para llevar todo esto a la práctica se necesita la convicción de los docentes”.
Una de las conclusiones principales de este reportaje es lo bien que funciona el ajedrez como integrador en colegios difíciles, de barrios con gran mezcla étnica y social. En Andalucía visitamos dos, el San Jorge (infantil y primaria), en Palos de la Frontera (Huelva), y el Manuel Alcántara (secundaria), en Málaga. Tomás Estrada, director del primero, es un eterno buscador de herramientas innovadoras: “Empezamos con la Chessroom [aula de ajedrez] y enseguida vimos que tanto los niños como —muy importante— las niñas respondían muy bien y además nos pedían que les enseñáramos más. Lo introdujimos en ciencias sociales y matemáticas, y también funcionó de maravilla. De modo que creamos el área de ajedrez, al mismo nivel que la educación física. A los docentes nos permite trabajar lúdicamente valores y conceptos”.
En el Manuel Alcántara llevan cinco años con el proyecto. Aplican conceptos educativos innovadores de transferencia para la vida cotidiana. Aunque no conocen los resultados de una investigación en marcha, los tres maestros con quienes hablamos se mostraron convencidos de que serán muy positivos, y recalcaron: “Los inspectores de la Junta de Andalucía también están satisfechos”.
Escena en la Asociación Down de Mérida. Oliver Haupt
Los ecos de Linares y Sevilla han impulsado a varias ciudades andaluzas a incluir el ajedrez entre sus signos distintivos. Estepona, en la costa de Málaga, es un caso especial gracias a otro entusiasta incansable, Miguel Abril: “La Escuela Municipal de Ajedrez arrancó en 1985. Luego nos fuimos introduciendo en los colegios, con las personas mayores y con clases especiales para los turistas. Todos los ciudadanos de Estepona menores de 20 años educados aquí saben jugar; más de 14.000 personas han pasado por nuestras clases. En el paseo Marítimo tenemos seis tableros gigantes con sus piezas y la gente las cuida muy bien, salvo algún borracho de madrugada”.
Algo aún más impresionante que los niños de tres años de Zaragoza son las diversas aplicaciones sociales y terapéuticas que ha financiado la Junta de Extremadura (tanto con Gobiernos del PSOE como del PP) con el club Magic, presidido por el psicólogo Juan Antonio Montero. Roza lo increíble ver los resultados en personas con síndrome de Down. O con trastornos mentales graves. O encarceladas. O adictas a las drogas. O mayores que quieren retrasar su envejecimiento cerebral (y eventualmente el mal de Alzheimer). Por ejemplo, adictos cuyas funciones cognitivas estaban muy deterioradas (sobre todo, atención, memoria y concentración) hace pocos años son hoy capaces de memorizar una posición con 20 piezas en el tablero tras observarla durante un par de minutos.
El Magic ofrece cursos por Internet para quien desee especializarse en estos y otros ámbitos no menos interesantes, como parálisis cerebral y TDAH (déficit de atención e hiperactividad). Este último tiene el respaldo de un estudio científico publicado en 2012 por el psiquiatra español Hilario Blasco (que receta ajedrez diariamente en el hospital Puerta de Hierro de Madrid). Y concluye que esta actividad puede sustituir a los fármacos en los casos leves y moderados, y reducir la dosis en los graves.
Clase de ajedrez en la cárcel de Badajoz. Oliver Haupt
Dada la expansión pedagógica y social en España, y teniendo en cuenta que los niños con talento especial tienen el privilegio de poder jugar muchas partidas contra rivales fuertes sin salir del país, cabe preguntarse por qué España no es una gran potencia en el terreno deportivo (15º país del mundo, si se cuenta la fuerza de sus 10 mejores jugadores). Retirado Miguel Illescas, octacampeón nacional, de la alta competición, el número uno, 50º del mundo, es Paco Vallejo, campeón del mundo sub 18 en 2000; pero su edad, 36 años, indica que está cerca de su declive (solo 6 de los 50 primeros tienen más de 40 años).
Hemos visitado a los cinco hombres más prometedores nacidos después de 1994: David Antón (1995, subcampeón de Europa en 2014), Jaime Santos (1996), Miguel Santos (1999), Lance Henderson (2003) y Pedro Ginés (2004, actual campeón del mundo sub 14). Y a las tres primeras del escalafón femenino: Sabrina Vega (1987), Ana Matnadze (1983) y Marta García (2000). Y a la más prometedora: María Eizaguerri (2004). Pero la Federación Española de Ajedrez (FEDA) apenas tiene patrocinadores y se niega a subir el precio de las licencias a pesar de que (sumado lo que cargan las federaciones autonómicas) ninguna pasa de los 60 euros al año. El director técnico de la FEDA, Ramón Padullés, relativiza la utilidad de ser el país que más torneos organiza: “En China, India o Rusia hacen muchos solo con jugadores nacionales, cuyos resultados ni siquiera publican, pero de alto nivel; además, la estructura de los torneos abiertos españoles no es la más adecuada para nuestros niños más prometedores”. Y añade: “Estamos ganando medallas en casi todos los Europeos de edades y en algunos Mundiales. Es verdad que no hay recursos, más allá de la subvención del Consejo Superior de Deportes, pero también garantizo que ningún niño o niña que logre buenos resultados quedará sin ayuda de la FEDA”.
Actividades contra el envejecimiento cerebral en el Centro Reyes Huertas de Mérida. Oliver Haupt
En todo caso, la vía lógica para que el ajedrez sea algún día muy popular en España no es la deportiva, sino la educativa y la social. Todo indica que el número de comunidades autónomas con el ajedrez implantado oficialmente en horario lectivo subirá pronto (las cinco no citadas en los párrafos anteriores son Galicia, Navarra, Cantabria, Baleares y Murcia). En Madrid ya lo utilizan muchos colegios, como el Europeo (desde 1998) o los ocho de la cooperativa Gredos San Diego. Y entre las aplicaciones sociales hay una que afecta prácticamente a todos: la actividad mental necesaria para retrasar el envejecimiento cerebral y el alzhéimer. Hay estudios científicos convincentes que señalan al ajedrez como el mejor gimnasio de la mente. En Madrid se abrió uno el año pasado, Liceum, en la calle del doctor Esquerdo, con este deporte como principal reclamo. Su director, el psicólogo Pedro López, subraya: “De los grupos que tenemos en diferentes edades y niveles, el de más edad en iniciación está formado por 22 mujeres y un hombre”. Eso encaja con una anécdota que cuenta Montero, el director del proyecto de Extremadura. Hace unos años, tras un curso para mayores, preguntaron a todos los asistentes por qué habían venido. Y una mujer respondió: “Cuando era pequeña, el ajedrez en mi familia era solo para hombres. Ahora quiero aprender para ganarles y que se fastidien”.