Sociedad Digital

Escuela

La escuela tiene que parecerse a la vida real. Sobre esta afirmación se cimientan los principales modelos pedagógicos del siglo pasado: desde la inclusión a las comunidades de aprendizaje pasando por el trabajo por proyectos. La sociedad en la que vivimos ha cambiado en las últimas décadas más que en los dos mil años anteriores. La principal causa de esta vertiginosa evolución radica en la forma en la que la tecnología forma parte de nuestras vidas, transformando casi todas las tareas que realizamos, la forma en que nos comunicamos y por supuesto, nuestras relaciones[1].

Los aprendizajes, sobre todo en el ámbito escolar y académico, deberían ser fruto de las interacciones entre personas. Si las relaciones personales se transforman, también cambia la forma en que aprendemos.

En la última década hemos pasado de hablar de Tecnologías de la Información y la Comunicación, TIC, a hablar de sus usos particulares: TAC[2] si usamos estos medios para aprender y generar conocimiento de forma colaborativa, o TEP[3] si las tecnologías se usan para el empoderamiento individual y la participación social. Estos nuevos usos de las TIC han sido posibles gracias a la revolución que supuso la Web 2.0 en la que el usuario ha pasado del rol pasivo de consumidor de contenidos producidos por las empresas de medios: televisiones, radios, prensa… al de productor-consumidor (prosumidor, según algunos autores[4]). Cualquier usuario en la Red puede publicar sus opiniones, tener un blog, subir fotos, vídeos y podcasts, recoger firmas contra una causa injusta… todo ello desde cualquier lugar y con un dispositivo que cabe en su bolsillo.

el nuevo analfabetismo no es no saber cosas, es no saber usar la información

El acceso a la información ha cambiado, y ya no termina en una búsqueda enciclopédica, o en el botón “voy a tener suerte” de Google. Nuestros dispositivos, cada vez más complejos, están provistos de sensores, y a través de nuestra posición o nuestros movimientos nos pueden medir la actividad física realizada, avisarnos de la proximidad de una tormenta, de una farmacia e incluso decirnos qué canción suena en la radio. Asistimos ahora a la tercera revolución de la Red, ya bautizada como la Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés), donde el acceso a la información es llevado a cabo por aplicaciones y dispositivos que nos servirán automáticamente aquello que necesitemos. Hace algo más de un mes, algunos medios[5] publicaban una entrevista a Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, en la que enunciaba una idea que, con matices, llevamos ya repitiendo durante los últimos tiempos: “el nuevo analfabetismo no es no saber cosas, es no saber usar la información”. Internet ha transformado nuestra sociedad, y tenemos que educar para ello. No hay marcha atrás posible: sacar las pantallas de la escuela sólo engrosaría la pared de la burbuja que, en ocasiones, tanto la separa de la vida real.

Ideas

Por otra parte, “las tecnologías han encontrado un lugar en la mayoría de las aulas, pero su impacto es mucho menor que lo que se prometió inicialmente. Las nuevas tecnologías han fortalecido, sin cambiar, los enfoques tradicionales de la enseñanza”[6]. “No deja de ser extraño que el uso de ordenadores en educación se haya limitado normalmente a utilizar estos nuevos y atractivos dispositivos para enseñar lo mismo de siempre en versiones apenas disfrazadas de las mismas viejas maneras”[7]. Y es que los procesos técnicos sólo tienen éxito cuando están preparados y acompañados por procesos de aprendizaje social[8]. Es por lo que desde esta asesoría se persigue un objetivo que ya estimamos urgente: la capacitación digital docente.

Cada año termina una promoción más sus estudios obligatorios, y muchos alumnos y alumnas abandonan el sistema educativo, que pretendía haber velado por su igualdad de oportunidades. Se marchan sin alcanzar una competencia digital digna, que más pronto que tarde les demandará la sociedad en la que viven. Puede parecer anacrónico hablar de brecha digital, pero quizás siga siendo un problema educativo igual de actual que lo era hace una década.

Cuando un profesor integra las tecnologías digitales en su docencia, tal y como demandan LOE[9], LOMCE[10] y nuestra normativa autonómica[11], se está planteando nuevos retos y desafíos en su profesionalidad. Por ello es necesario que reciba apoyo, formación y un modelo educativo que le guíe en este proceso de cambio. Uno de los principales indicadores de calidad educativa en un país es la calidad en la formación y aprendizaje permanente de sus profesores[12].

Referencias

  1. Pozo, J.I. (1999). Aprendizes y maestros: la nueva cultura de aprendizaje.
  2. Vivancos, J. (2009). La compètencia digital i les TAC. Espiral.
  3. Reig, D. (2012). Socionomía: ¿Vas a perderte la revolución social?
  4. Rifkin, J. (2014). La sociedad del coste marginal cero. Paidós.
  5. Entrevista a J. Wales para El Mundo
  6. Blog de Larry Cuban
  7. Papert, S., Solomon, C. (1971). Twenty things to do with a computer.
  8. Innerarity, D. (2001). La democracia del conocimiento, Paidós, p.212
  9. Ley Orgánica 2/2006, de 03 de mayo, de Educación. Título III. Capítulo I, artículo 91. (BOE)
  10. Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre , para la mejora de la calidad educativa. (BOE)
  11. Decreto 93/2013, de 27 de agosto, por el que se regula la formación inicial y permanente del profesorado en la Comunidad Autónoma de Andalucía, así como el Sistema Andaluz de Formación Permanente del Profesorado. (BOJA)
  12. McKinsay & Company (2007). How the world’s best-performing schools come out on top. (en español)

Manuel A. Jiménez

Asesor de Secundaria Ámbito Científico-Técnico CEP de Córdoba

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1 respuesta

  1. 18 septiembre, 2016

    […] La primera entrada de este blog describe el cambio social experimentado desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Si pensamos en cómo era la escuela hace 50 años, cómo se desarrollaba cada hora de clase entonces, y cómo es ahora, podríamos concluir, siendo optimistas, que más de la mitad del tiempo que pasa en clase un estudiante de secundaria “medio” lo hace respondiendo al mismo esquema: la clase magistral. […]

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