En Atenas siempre había habido ríos. El diálogo platónico Fedro se desarrolla a la sombra de los altos plátanos de la ribera del Iliso, donde Sócrates pronuncia, con la cabeza descubierta, como debe ser dicha la verdad, su plegaria al dios Pan y demás divinidades agrestes. Aún hoy podría haberla pronunciado al amparo del refugio que sigue existiendo en el mismo lugar, al amparo de un río subterráneo y de árboles que quedan a escasos metros del ruidoso tráfico. Como resto palpable de que la divinidad no ha dejado de estar, queda apenas a la vista la pequeña iglesia de Hagía Fotiní.
Imágenes de creación propia. Extensión de unos 200 metros de bosque al pie de la primitiva corriente del Iliso. En la imagen de la izquierda, al fondo, se distingue una columna del templo de Zeus Olímpico, el Olimpeion.
En el año 1939, el dictador Ioannis Metaxás anunció con una frase que ha pasado a la historia la culminación de las obras de cubrimiento del río: «Σήμερον θάπτομεν τον Ιλισσόν» («Hoy enterramos el Iliso»). Dichas obras habían comenzado al menos una década antes, cuando fue desviada su corriente para que desembocara en la bahía de Falero en lugar de en el Cefiso, con el fin de sanear sus aguas estancadas, que hubieran podido favorecer la propagación de epidemias. Durante los años 50 y 60 del siglo pasado, dentro de programas de modernización de la capital griega, siguió avanzando el asfaltado de la zona para la creación de avenidas y calles a medida que aumentaba el tráfico rodado. Así, en el lugar donde antes discurría el Iliso fueron creadas la calle Mihalakopoulou y la avenida de Basileos Konstantinou, que pasa frente al Estadio Panatenaico, así como la gran avenida Kalirrois («la de hermosa corriente»).
Actualmente hay una propuesta de reestructuración urbana que aboga por abrir de nuevo el cauce del río desde ese pequeño resto del arroyo antiguo a lo largo de 1,2 kilómetros a través de Kalirrois, de manera que esa parte del casco histórico de la capital recupere una fisonomía que aún tenía a finales del siglo XIX, como se ve en esta imagen de archivo.
De los ríos atenienses el Iliso ha sido especialmente popular gracias a una canción de Manos Hadjidakis, interpretada por Margarita Papageorgiou en el clásico cinematográfico «O drakos», del director Nikos Koundouros (1956):
Bajo esta otra versión contemporánea de la cantante Eleonora Zouganeli (On The Road #3) dejamos la traducción de la letra:
¿Cómo se llama, cómo se llama el río?Voy a decirte mi pequeño secreto: que te quiero.
Los bebés llaman a sus mamás, pero yo soy un huérfano abandonado a su suerte. Los pájaros vuelan con sus alas, y yo en cambio vuelo cuando bailo.
¿Cómo se llama, cómo se llama el río?Voy a decirte mi pequeño secreto: que te quiero.
A todas las chicas les gusta salir con el guapo de Telis, y tener por las noches sus caricias, sus caricias. Pero todo el mundo sabe que Telis suele cambiar de chica cada noche, y no me importa, no me importa.
¿Cómo se llama, cómo se llama el río?Voy a decirte mi pequeño secreto: que te quiero.