La redacción de Juan Francisco Morales sobre la piel de Ubrique
18 junio, 2014
1º Bachillerato C
EL TESORO VIVO DEL PUEBLO
Unos buscan oro, otros piedras preciosas. Hay quien asalta tumbas o, simplemente, roba objetos de gran valor. Todos buscan tesoros que parecen sacados de una gran producción hollywoodiense, pero hay uno mucho más cercano y simple. Sin embargo, su simpleza a primera vista apenas se acerca a las grandes maravillas artesanales que unas manos pueden traer a la realidad de él. Hablo del tesoro del pueblo, de la piel: Un trozo de piel inerte tiene vida, una vida anterior a todo lo que una persona es capaz de recordar. Acompañante de individuos de todas las clases sociales, etnias, religiones… y sigue el camino de esta etapa que llamamos vida.
Y en lo más recóndito del planeta está la mina que da vida a este tesoro. Es su hogar, y todos lo saben. Las grandes marcas lo saben, sus habitantes lo saben, los visitantes lo saben… es Ubrique. Muchos conocen este nombre por diferentes etiquetas, pero la principal hace que las demás palidezcan.
A pesar de las escasas cualidades humanas que la acompañan, la piel nos habla a través de sus formas, de su uso, de las firmas que tatúan su cuerpo. Su cuerpo es víctima de la más exquisita belleza, de grabados con un relieve inusual, un festín para la vista. Sus formas también varían adaptándose a toda clase de necesidades, estética o funcional, no importa.
Este polifacético tesoro también es capaz de hablar de historia. Solo con mirarlo puede trasladarnos a cualquier época, cualquier escenario. Podemos trasladarnos al glorioso Imperio Romano o a la época de máxima plenitud de los árabes en la península ibérica.
Basta con pensar que tenemos ante nosotros el más fiel resguardo de un arma, el aliado de un cuerpo, el complemento más codiciado, para que la piel que nos acompaña a nosotros, llena de placer, se erice y subleve.
Detrás de ella está su amante, el a veces olvidado que moldea a su musa hasta convertirla en lo que es hoy día. Y en Ubrique se encuentra la más fiel estirpe de estos artesanos, que aún sienten la pasión. Esta pasión los embriaga, les da la fuerza para seguir y mantener vivo a este arte. No solo en este pueblo se acuna a la piel, si no que se extiende hasta los alrededores, acogiéndola en su lecho, dándole un nuevo hogar.
Fueron los primeros en darle un nombre, un sello que la paseara a través del angosto mundo, y las armas de estos guerreros se han convertido en símbolos junto a lo más preciado.
Pero no toda la vida de esta fiel compañera ha sido belleza y admiración. Grandes marcas la arrancaron de brazos de sus padres para llevarla a un hogar sombrío, donde perdió su credibilidad, su vida.
Sin embargo, esto la ayudó a crecer y aprender, y a su vuelta a casa la recibieron con los brazos abiertos.
Todos deseaban su llegada y se encargaron de devolverle su brillo.
En este presente que nos acecha, los compatriotas de la piel tienen la cabeza bien alta y miran con orgullo a su símbolo. La piel llega a todos los rincones, y en esta zona de la provincia de Cádiz se sigue trabajando con ella, enseñando a los más jóvenes a tratarla con delicadeza, a devolverle su estatus.
Es cierto que la piel no tiene vida, no habla, pero puede transmitir tanto o más que la mayor pieza de arte. El trabajo que tiene a sus espaldas le proporciona una categoría envidiable y, cómo un sentimiento al que da vida cada una de las manos que trabaja y moldea, que crea, que engrandece este arte.
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