Testimonio de dos alumnas participantes en la visita a Noruega

Testimonio de Marina Rama García, alumna participante en la visita Comenius a Oslo (Noruega)

En nuestro viaje he podido comprobar que la vida en Noruega es totalmente diferente a la vida que conocemos.

Empezando por la casa, allí las casas no tienen nada que ver con las casas de nuestra comarca, son pequeñas y en su totalidad de madera, en vecindarios casi tan grandes como un pequeño pueblo, las relaciones entre vecinos es poca, todo lo contrario a aquí en donde nos conocemos todos.

El instituto, también es otro mundo, lo que más nos llamo la atención fue que en el centro andábamos descalzos. La responsabilidad e independencia de los alumnos ,es mucho mayor: ellos se encargan de la cafetería, pueden sacar el móvil con total libertad, tienen descansos en los que pueden salir del aula entre clase y clase… cierto es que la relación con los profesores es fría, algo que para nosotros es raro. La forma de dar clase también es diferente a la que conocemos, todo esta mucho más digitalizado.

Las comidas son más reducidas que en España, mientras que nosotros comemos cinco veces al día, ellos comen tres, a las 7:00 el desayuno, muy completo, a las 12:00 el almuerzo y a las 18:00 la cena. También, a veces, toman una pequeña merienda cerca de las nueve. La manera de preparar la comida, no aliñan la ensalada, la forma en la que compran los alimentos, me pareció bastante curiosa.

El ambiente es diferente, se puede apreciar mucha vegetación en todas partes, se utiliza mucho el transporte público. El aire, por decirlo así, se respira más limpio, aunque haya sol y la temperatura sea buena siempre hay sensación de frío. Es cierto que tampoco hacía tanto frío como esperábamos, ya que todo (en interior) estaba climatizado. Se podía ver el mar, de camino a la capital.

En resumen Noruega es un país increíble , que no nos llamaba mucho la atención, pero con tradiciones, historia y forma de vivir totalmente diferentes, más avanzados en todo también.

No me importaría volver algún día.

Testimonio de Marta Martínez López, alumna participante en la visita Comenius a Oslo (Noruega)

El 5º Comenius nos llevó hacia tierras de vikingos y trolls, rodeada de Fiordos y donde el salmón es toda una exquisitez. Sí, allí donde la nieve recubre cada una de las montañas, aquel país nórdico donde se encuentra la sede del Premio Nobel de la Paz,  donde  todas las casas son completamente de madera y con miles de colores diferentes, con un chocolate buenísimo, Noruega.
Todo empezó con una larga noche en un avión, después un soñoliento viaje, por parte del alumnado, en autobús y por ultimo una inquieta espera por volver a ver a nuestros queridos noruegos (Emma, Lea, Thea, Henrik,Oda) y por conocer a sus respectivas familias.
Los días transcurrieron entre actividades y actividades, risas, fotos y costumbres de allí.
En primer lugar cabe destacar esa costumbre de que cada vez que entras en una casa tienes que quitarte los zapatos y andar con calcetines, pasa lo mismo en el insti. Además también se podría destacar los horarios de las comidas, tan diferentes a los de aquí de España, desayuno a las 8:00, almuerzo a las 11:30-12:00 y cena a las 5:30- 6:00 de la tarde.
En segundo lugar hay que destacar las miles de actividades que hicimos durante una semana, primero visita a Oslo, después visita al museo del Nobel de la Paz, visita al museo de la Ciencia, visita al museo Vikingo, visita al Opera House… Tuvimos la oportunidad de ver a unos cuantos esquiadores practicando sky jump, deporte famoso allí en Noruega y de disfrutar de una gran guerra de bolas de nieve, acompañada de una buena hoguera donde hacer Marshmallow(nubes) o bien, calentar masa de pan para luego comértela.
Uno de los días, los alumnos Comenius, prepararon una fiesta de estudiantes con perritos calientes, bebidas, granizados, palomitas y todo tipo de comida que hay en una fiesta.
En tercer lugar se encuentra el insti, cada mañana cogías el autobús, llegabas, te quitabas tus zapatillas y podías explorar aquello. Un insti, con tres plantas, con taquillas y con mesas de pin pon. Una de las cosas que nos sorprendieron de aquel lugar fue lo de permitir el móvil tanto en clase como en los pasillos.
En las clases, los alumnos apenas utilizaban sus libretas o libros, todo se hacía desde el portátil, al igual que la profesora daba sus clases mediante Power Point. Por ello, los alumnos podían tener perfectamente el móvil encima de la mesa o incluso, cuando tenían que hacer actividades podían ponerse a escuchar música o irse a otra aula. Las aulas estaban comunicadas de una manera especial, había unos tubos por los cuales escuchabas lo que pasaba en la clase de al lado.
No solo en eso el insti es diferente al nuestro, sino también se diferenciaba en algunas de las asignaturas. Los alumnos tenían tres horas de cocina semanales, gracias  a ellas, estos podían llevar la cantina del instituto. En la cantina comprabas lo que querías almorzar, siempre y cuando fuese comida sana, y podías comértelo en una gran sala que formaba parte de los inmensos pasillos del instituto, pero ¿qué pasa con esas ganancias? Todo lo invierten en pagarse sus excursiones, ya que allí el gobierno tiene terminantemente prohibido financiar excursiones o viajes a los institutos o colegios.
En cuarto lugar, pero no menos importante, se encuentra la gente noruega, aquella que es toda rubia con ojos claros y piel pálida, con saludos fríos, pero con pensamientos limpios y de difícil confianza.
Uno de los días más destacable y que más disfrutamos fue el día del mercadillo artesanal en el insti. Cada país tenía que hacer un puesto y vender cosas artesanales. Todos los países tenían algo que llamaba la atención pero claro, el producto no podía ser muy caro, si no no había manera de vender nada.
Los españoles llevamos nuestros rabu-pets ( pinguinos y búhos hechos con papel reciclable), puru-purse (monederos con estampados de Granada) y rabu- soaps (jabones). Lo más vendido en nuestro stand fueron los rabu-pets, al  ser algo tan novedoso.
Respecto a ese día, también hubo actuaciones de todos los países, las noruegas sacaron sus trajes típicos, las italianas bailaron una tarantela, las griegas bailaron varios sirtakis, los islandeses cantaron y cómo íbamos a ser menos los españoles, pues hicimos lo que mejor sabíamos hacer, bailar flamenco, triunfamos tanto con nuestras sevillanas, como con nuestros fandangos sobre el Albaicín acompañados por unas castañuelas y con nuestros trajes de flamenco rojos. Tanto fue nuestro éxito, que el profesor noruego nos dijo que si podíamos repetirlo y por supuesto que no íbamos a decirle que no.
No solo destacamos en esto, también fuimos el puesto que más vendió en el mercadillo artesanal, lo cual nos llena de orgullo, porque toda recompensa conlleva un gran esfuerzo, y el nuestro fue intentar vender en inglés, aunque también recibimos alguna ayudita por parte de uno de nuestros amigos noruegos, Henrik.

Después de todo esto, se encuentran otros temas no tan relevantes, entre ellos está el tiempo, que según nos decían habíamos tenido suerte porque la temperatura era buena comparada como normalmente es allí y sí, toda la semana hubo sol y no hacía mucho frío, además ¡no había nieve! Viajábamos de un lugar a otro mediante el tren, el metro, el tranvía, el autobús… Se cruzaron algunas historias de amor durante la semana, de las cuales el más favorecido fue Manu, ya que todas las chicas de todos los países estaban encantadas con él. Las tardes las pasábamos siempre juntos jugando a la Playstation en casa de Thea, dónde la actitud de querer ser el mejor salía a flote, también hubo tardes de compras, aprendiendo a pagar con la corona (moneda de allí) y una de estas tardes visitamos una crepería, de la que nos vinimos enamorados por sus crepes con nutella y fresas y su rica limonada.

Pero como todo viaje, este también tenía que acabar, el último día lo pasamos en Oslo, terminando de visitar lugares, terminando de sacar fotos, terminando de comprar regalos y preparándonos para la despedida.
La despedida no solo fue un adiós y me voy, fueron lágrimas, fotos, fueron: “I’m gonna miss you”, fueron abrazos y sobre todo fue un: “no sé cuando nos volveremos a ver, pero esta semana jamás la olvidaremos.”
En fin, una semana que quedará grabada en nuestras vidas con personas inolvidables y momentos fantásticos reflejados en fotos y archivados como confidenciales en nuestros recuerdos.

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