Si introducimos un gas, a presión atmosférica, en un tubo y le aplicamos una diferencia de potencial muy elevada (de varios miles de voltio) vemos que actúa como un aislante eléctrico y, en consecuencia, no se produce ningún paso de corriente a través de él. Sin embargo, si vamos disminuyendo su presión (conectando el tubo a una bomba de vacío), llega un momento en que pasa a ser conductor y emite una radiación luminosa cuyo color depende del gas utilizado.