Categoría: Glosas desordenadas (ἄτακτοι γλῶσσαι)
El invierno pasado, en una de las clases en las que hablamos de la Atenas de Pericles y de la peste que diezmó la población en el 430 a.n.e., hablamos del curioso avatar de la pequeña Myrtis, una pequeña víctima de aquella epidemia, cuyo rostro habían reconstruido los científicos. Hoy Myrtis se ha convertido en embajadora de buena voluntad de Naciones Unidas, y nos deja el siguiente testimonio que podéis ver en el vídeo de su canal en youtube, subtitulado y hablado en griego, traducido por mí a continuación: ¡Hola! Me llamo Myrtis y tengo once años. Viví en época de Pericles, en la ciudad de Atenas, como una niña más, hasta que la epidemia de peste acabó con mi vida. En 2010, cuando el profesor Manolis Papagrigorakis y su equipo de colaboradores reconstruyeron mi rostro, empezó otro largo viaje...
En la época de este vaso ático, el año 570 a.C, mirar una pintura era leer Homero. Aquí, el pintor Clitias «escribe» en los 66 centímetros de la vasija, cinco historias acerca de la heroicidad de la juventud (los héroes en pos del jabalí de Calidón) y la muerte, trágicamente truncada como en el caso del pequeño Troilo, o trágicamente anunciada desde las bodas de sus padres como en el caso del famoso Aquiles. La precisión de las figuras y sus nombres, escritos amorosamente junto a cada uno de ellos, revela la intención narrativa del pintor, el cómo expresa escénicamente los mitos que eran patrimonio común. Es conmovedor que no sólo sean los humanos o los dioses los que lleven un nombre. La fuente, el cántaro, el asiento donde Príamo recibe soliviantado la noticia de su hijo muerto, también tienen...