Los nueve caños
Pintor de Diosfo. Lekythos del año 530 a.C. Museo de Arte Cicládico, Atenas.
Dos mujeres llenan sus cántaros en una fuente pública con surtidores de cabeza de león. Un joven aparece por detrás de una de ellas con movimiento dinámico que contrasta con la quietud del hermes itifálico que hay tras la segunda. La representación pictórica de fuentes empieza a ser común en la cerámica ática de las últimas décadas del siglo VI a.C., cuando es cada vez más relevante el papel de las fuentes y los caños públicos en el espacio urbano de la Atenas de Pisístrato y los Pisistrátidas (véase la fuente de los nueve caños, en el recinto del ágora antigua). Por su parte, los pilares en forma rectangular coronados por un busto de hombre y un pene erecto, conocidos con el nombre de «Hermes», fueron instituidos en Atenas por Hiparco, hijo de Pisístrato, en torno al año 520 a.C. Servían para marcar la distancia entre los distintos municipios del Ática y el ágora ateniense.. Cada vecindario tuvo su propio Hermes y se consideraba sagrado.
La simetría de la escena es sobrecogedora: el color rojo de las cintas en el pelo de ellas y en las lenguas de los leones, el negro de las figuras masculinas en contraste con el blanco de las femeninas, la correlación de las posturas de las dos jóvenes, molestas por el acoso de ellos, sugieren un momento cotidiano de unos dos mil quinientos años de antigüedad.