Yo en esta especie de carta no puedo ser objetivo, porque Islandia es mi vida; es mi sueño hecho realidad.
En mi primera experiencia en Islandia debo contar que yo ya venía preparado acerca de este país, porque siempre he tenido curiosidad por él. Me encanta el frío, y cuando me enteré de que se podía ir a Islandia dentro del proyecto Comenius de nuestro centro, yo me marqué como objetivo no desaprovechar la mejor oportunidad de mi vida. Estuve todo el año luchando por ir a Islandia, trabajando duro y esforzándome, pero por fin llegó aquel maravilloso día, cuando me dijeron que iba a ir a Islandia. Desde ese día llevé la cuenta atrás hasta ya aburrir a mi familia entera. Cuando sólo quedaba un día para irme a Islandia, me puse malo, pero hay un dicho que afirma que la fe mueve montañas y me puse bien. Cuando llego el gran día yo estaba nerviosísimo, porque nunca me había montado en un avión, y pensaba que no era realidad, pero llegó y cuando me di cuenta estábamos ya en Londres. Nos quedamos a dormir en un pueblo cercano muy bonito llamado Harley. ¡Yo ya estaba deseando irme para Islandia! Nos montamos en el avión y en casi cuatro horas llegamos y yo estaba flipando, porque cuando llegamos la acogida fue espectacular.
En esa maravillosa semana me di cuenta que mi lugar está en Islandia; mejoré un poco en inglés e hice bastantes amistades, gracias a las cuales yo este verano vuelvo a Islandia a aprender más del país y del idioma, y para asegurarme cien por cien de que ése es mi lugar. Como experiencia ha sido maravillosa y aconsejo realizarla, no sólo a Islandia, sino también a otros países, ya que cada uno tiene sus encantos, pero yo me he dado cuento que el mío está en Islandia.
Por Pascual Porcel García