DELACROIX
EL PAISAJE HUMANO


Efectivamente, en un solo cuadro Delacroix aunó dos lecciones, las del arte y la de la historia. Pero, hasta cierto punto, su propia vida es también toda una lección. Nació en el seno de una familia de la alta burguesía francesa y en medio de la misma revolución iniciada diez años antes de su llegada al mundo. Formado en un ambiente culto, se dedicó casi por completo al arte desde su primera juventud y en París trabó amistad con otros pintores románticos, incluido el propio Gericault. Encontramos a ambos artistas disfrutando del éxito de su nuevo estilo pictórico años antes de haber entrado en la treintena, cuando muchos aún luchan por abrirse camino en la vida. Así llegamos a los sucesos de 1830 en los que el pueblo francés logró expulsar definitivamente del trono a la absolutista dinastía de Borbón. Nuestro pintor no participó en aquellos días de barricadas, pero optó por ayudar a la revolución aunque fuese a posteriori, dedicándole uno de sus lienzos más famosos. Tanto, que fue adquirido directamente por el estado francés, pasando a formar parte desde entonces de las colecciones públicas.
Eugène Delacroix. Izquierda: «una loca» (1822). Derecha: «Cristo en la cruz» (1845). Rotterdam.
Pero a Delacroix, como a todos buen romántico, lo exótico y lo misterioso le atraen y ello explica que en 1832 realizase, para no faltar al tópico, un viaje por el norte de África del que además de un sabroso diario son fruto también algunos lienzos. Para entonces ya hacía bastantes años que el pintor había descubierto que también puede haber mucho de misterio y bastante de exotismo en obras de tema histórico, ya fuese apelando a la libertad, a los antiguos asirios o a la epopeya de las luchas del pueblo griego para conseguir su independencia del imperio turco. En nada de ello le faltó destreza pictórica, aplicándose a sí mismo ese principio romántico de la libertad, también para el propio creador.
En fin, es sabido que el paisaje fue unos de los temas predilectos de los pintores románticos, porque en la representación de la naturaleza, muchas veces cambiante y tumultuosa, se sintetizaba mucho de la idea de llevar la emoción y los sentimientos al arte. Pero lo que me resulta especialmente atractivo de este autor fue su descubrimiento de que había un tipo de paisaje especial, que no requería más que poner atención en lo que la historia de cada día iba relatando: el paisaje de los seres humanos luchando por la libertad. Casi siglo y medio después de la muerte de Delacroix ese paisaje tan especial sigue igualmente vigente.
Eugène Delacroix: «Mujeres de Argel» (1834). París.
Hay en París un museo dedicado a Delacroix cuya Web (en francés e inglés) tiene algunas informaciones interesantes sobre el pintor, del cual esta otra página recoge 108 imágenes de sus obras. para acabar, aquí podéis seguir su viaje al norte de África y aquí tenéis un vídeo sobre el famoso cuadro de la libertad..