Derechos torcidos
- Los viernes a última tengo clase con 1º de Humanidades. Son buena gente y acaban liando a la profe con cualquier excusa para rapiñar algunos minutos, evitar hacer algún ejercicio (luego lo hacen en casa) y acercarse con mayor rapidez al salvador toque de timbre que abre las puertas de San Viernes. Cuando no es una cosa es otra, siempre dedicamos los últimos diez minutos a debatir sobre lo divino y lo humano. En nuestro particular pulso de los viernes, a eso de las dos y veinticinco firmé el armisticio. Al tiempo que cerraban cuadernos y dejaban para mejor momento su esquema sobre el desarrollo de la II Guerra Mundial, Vicky defendía que el derecho a la educación debe prevalecer sobre cualquier otro (debatimos sobre si las alumnas musulmanas deberían llevar o no velo en las aulas). Mientras escuchaba su argumentación, preparaba el contraataque con la mía, mandaba callar a quienes no respetaban el turno de palabra, aplacaba ánimos y serenaba impetuosas voces adolescentes (¡qué envidia me dan a veces!) mi cabeza volaba hacia el alto Navia. Allí, diecisiete chavales de la edad de los míos, andan bastante preocupados por su futuro académico. De un plumazo, la Administración educativa asturiana ha decidido que si quieren seguir cursando el bachillerato tendrán que desplazarse a Navia. Tendrán que viajar más de una hora en autobús serpenteando por la AS-12, de la que os cuento, para que os hagáis una idea de cómo es, que es la predilecta de muchos moteros dada la ingente cantidad de curvas y contracurvas que la adornan. Mis alumnos creen que la educación es el más sagrado de los derechos y a los de Bual se les niega porque son considerados por la consejería de educación un gravoso gasto. No sé que se puede esperar de un país que considera la educación un gasto, en vez de una inversión. El ahorro que la desaparición del bachillerato en el Carlos Bousoño supondrá a la Administración, de sobra sabemos que será ridículo comparado con otros dispendios que se van en teorías y proyectos inconclusos.
- Por cuestiones de intendencia por todos conocidas, estos días servidora anda leeyendo y releyendo leyes y decretos, todos ellos de educación. Los ataca con desgana cada dos años desde hace unos ocho, se queda siempre con esa sensación de palabrería y papel mojado que la supresión del bachillerato en el Carlos Bousoño me confirma hoy. De poco ha de servir este artículo, pero me conformaría con que uno, dos, a lo sumo tres de mis alumnos lo leyeran, pensaran en sus compañeros y reflexionaran en lo privilegiados que son por nacer donde han nacido. Buscaran en el facebook el grupo No a la supresión del Bachiller en el instituto de Boal y se unieran. Les hablo a mis pupilos de la revolución de Internet, de la fuerza imparable de un medio que burla la censura, que difunde ideas, que mueve conciencias. Por eso os ruego a quienes leáis este artículo que suméis esfuerzos y echéis un cable. Como dice mi muchachada la educación es un derecho que debe primar por encima de todo. Incluso del dinero señores gobernantes, incluso del dinero.
- En ocasiones, la sensatez se impone y las historias tienen un final feliz.