YVES TANGUY

EL SURREALISMO ORGÁNICO
Sabemos que la dedicación al Arte se basa muchas veces en cuestiones de carácter emocional; que los artistas, además de poseer ciertas destrezas de las que carece el común de los mortales, se ven abocados a la creación porque un impulso no del todo definible los lleva a ello. Pues bien, de esta situación es un claro exponente la anécdota que se cuenta de Ives Tanguy (1900-1955). Cuando tenía 23 años de edad vio un día, de repente, un cartel en el que se mostraba una obra de Giorgio de Chirico. Sintió entonces la necesidad de dedicarse por completo a la pintura, cosa que, efectivamente, pudo hacer durante el resto de su vida.
Yves Tanguy. Izquierda: «Mamá, papá está herido» (1927). Nueva York. Derecha: «El jardín sombrío» (1928). Düsseldorf.
Asombrosamente, hasta ese momento la vida de Tanguy no había tenido apenas nada que ver con la pintura. Nacido en la Bretaña francesa, trabajó como marino, viajó por el mundo y realizó el servicio militar. A su regreso, instalado en París en 1922, realizó algunos dibujos que podemos relacionar con el fauvismo y el expresionismo, pero nada hacia presagiar esa radical decisión que adoptaría poco tiempo después. Jamás había asistido a una clase de arte o de pintura. He aquí el caso de una vocación por completo autodidacta que surge de repente y que marca un nuevo destino en la vida.
Yves Tanguy. Izquierda: «El sol en su joyero» (1937). Venecia. Derecha: «Mañana» (1938). Zurich.
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Poco después de haber adoptado esa decisión, Tanguy toma contacto, a través de algunos amigos, con los círculos surrealistas que comenzaban a destacar en el ambiente de las vanguardias de la época. Tres años más tarde podemos considerar que el nuevo pintor ha logrado cuajar, dentro de esa corriente artística, un estilo propio caracterizado por mostrarnos paisajes oníricos en los que el mar está muchas veces presente, evocando de esta manera los recuerdos de su infancia. Pero esos paisajes se pueblan de seres imposibles, de elementos orgánicos inclasificables, de biomorfos puramente abstractos con los que Tanguy da rienda suelta a todas sus fantasías.

Yves Tanguy: «Multiplicación de los arcos» (1954). Nueva York.

En todos esos cuadros, un silencio inquietante parece haberse adueñado de la escena, apoyando la idea de que, tal vez, no nos muestren en realidad los paisajes naturales que en primera instancia creemos ver, sino esos otros paisajes de la mente en los que, pese a que adivinamos formas y seres concretos, nos resulta casi imposible descifrar su significado. Un surrealismo orgánico que tiene mucho de abstracto, pese a la abundancia de elementos figurativos que el pintor pone ante nuestra mirada.
En 1946 Tanguy emigró a los Estados Unidos y se instaló allí de manera definitiva, hasta el punto de acabar adquiriendo la nacionalidad norteamericana. Y en aquel país murió en 1955, pintando esas naturalezas muertas de la mente, como había decidido de manera irracional un lejano día hacía ya 22 años. Fidelidad a la vocación. 
En esta revista electrónica podéis leer un texto sobre «lo que es y está en la obra de Tanguy». Ved más obras del artista en la Galería de Olga y a través de los enlaces de la Artciclopedia.

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