MARK ROTHKO: PRIMERAS OBRAS
A LA BÚSQUEDA DE UN ESTILO
En varios artículos anteriores hemos ido desgranando las distintas etapas en las que puede dividirse la trayectoria artística de Mark Rothko. Sin embargo, quedaba por analizar algunos momentos de su peculiar evolución pictórica y, entre ellos, sus primeros pasos como artista, en un periodo que vamos a acotar entre 1923 y 1936.
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Efectivamente, en 1923 un joven judío de origen europeo que lleva ya diez años en los Estados Unidos toma una decisión que cambiará su vida: se traslada a Nueva York y allí resuelve, con tan sólo veinte años de edad y de manera casi repentina, que se dedicará a la pintura el resto de su vida. Nuestro joven se llamaba Mark Rothkovich y en su familia no existía antecedente alguno de vocación artística. Además, antes de ese instante, el joven solamente había tomado unas cuantas clases de pintura durante su breve estancia en la Universidad de Yale, la cual abandonó por dificultades económicas sin haber obtenido titulación alguna.
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Para llevar a la práctica su deseo, en 1924 Rothkovich se matricula en una de las muchas escuelas de arte de Nueva York. Allí toma contacto con la pìntura y el dibujo de la mano de las enseñanzas de sus primeros (y casi únicos) maestros Arshile Gorky y Max Weber. Con ellos conoce las características de la pintura de Cezanne y del conjunto de las vanguardias europeas, mientras comienza a decantarse por un estilo figurativo en el que tienen cabida por igual los paisajes, los estudios de naturalezas muertas y algunas vistas urbanas. Con este bagaje, y a los 25 años, Rothko realiza su primera exposición en 1928 en una humilde sala neoyorquina. Un año después el aprendiz de pintor pasa a ser maestro: comienza a dar clases de pintura y dibujo para niños en una escuela de Brooklyn, tarea a la que se dedicaría durante muchos años.
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Mark Rothko: «Sin título (tres desnudos)» (1933-1934). Washington.
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En 1936 el artista se atreve con su autorretrato, único que realizó y que parece una especie de corolario de sus aprendizajes hasta este momento: si uno se fija en la opacidad de las gafas con las que Rothko se representa, quizás podamos intuir las dificultades del artista por encontrar un estilo propio en medio de su relativa inexperiencia y de la multitud de influencias recibidas en estos años de veloz aprendizaje. Sus obras eran las de un pintor de estilo moderno que no destacaba especialmente por la originalidad de sus creaciones.
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