De repente… Velázquez

John Marciari, conservador jefe de arte europeo del Museo de Bellas Artes de San Diego, es el autor de este hallazgo, del que dará cuenta pormenorizadamente en el próximo número de la revista Ars Magazine. En un detallado análisis del estilo, la técnica y la composición de la tabla, Marciari concluye que el óleo fue pintado durante los primeros años de la carrera del pintor, en torno a 1617, y que es el descubrimiento más significativo que se ha hecho sobre la obra del artista en el último siglo.

La educación de la Virgen se encuentra actualmente en el taller de restauración del museo de Yale, ya que en su largo peregrinaje desde meduiados del XVII hasta hoy sufrió, sucesivamente, las inclemencias del agua, del fuego y de un almacenamiento a todas luces inadecuado. Marciari explica que faltan al menos 25 centímetros de la parte superior y una cantidad sin determinar de los bordes izquierdo e inferior. Hay zonas afectadas por una potente abrasión y en otras la capa de pintura ha desaparecido casi por completo, de manera que solo queda un fondo de color pardo. Pero los trabajos de recuperación no podrán comenzar hasta que los expertos avalen la autoría de Velázquez, ya que, como suele ocurrir con el escenario de un crimen, el magnífico lienzo está lleno de pistas sobre su vida pasada.

- – La educación de la Virgen pertenece, de confirmarse la atribución, a la etapa sevillana del pintor, centrada en obras religiosas.
- – Durante décadas ha estado en el sótano del Museo de la Universidad de Yale.
- – Pendiente de restauración, la parte superior ha perdido 25 centímetros de tela.
- – La referencia más inmediata es El almuerzo, propiedad del Hermitage.
- – Fue fotografiado por primera vez en 1946.
- – Salió de Europa en un barco de la familia Townshend.
- – Su confirmación por parte de los expertos revolucionaría los conocimientos sobre los comienzos del pintor.
- – El Museo del Prado tendrá la última palabra.
El tipo de soporte utilizado como lienzo es otra de las pruebas a las que alude Marciari, quien señala que es exactamente del mismo tipo que el usado en La Adoración de los Magos, La madre Jerónima de la Fuente, La imposición de la casulla a San Ildefonso o La cena en Emaús.
Marciari recuerda en su estudio que existe muy escasa documentación sobre las obras sevillanas de Velázquez. Está seguro de que la mayoría de sus primeras pinturas religiosas debieron de haberse realizado por encargo, aunque no se ha encontrado ningún contrato en relación con ellas. Sin embargo, el conservador cree más que probable que el convento carmelita de Santa Ana dedicara su altar mayor a La educación de la Virgen y que allí permaceciera hasta 1626, año en el que el edificio fue anegado por unas graves inundaciones. Las obras que se salvaron fueron almacenadas después en algún lugar seguro del convento y, de esta manera, se salvaron también de las desamortizaciones del siglo XIX. De cómo pasa la obra a manos privadas se sabe muy poco.

El cuadro figura en el registro de Yale con el número 1.900.43. Los números precedidos con un 1.900 fueron colocados a muchas de las piezas que llegaron a los almacenes de forma desconocida. Los inventarios más recientes de los almacenes aportan la primera fotografía que se conoce del cuadro y tiene la fecha de 1946.

La revisión de la autoría apasiona de tal manera que la gran exposición del verano de la National Gallery de Londres está dedicada a señalar las obras que, dentro de su propia colección, eran falsas o estaban mal atribuidas. Maestros como Holbein, Botticelli o el propio Rembrandt se han visto afectados en la revisión.
La publicación de la investigación de Marciari dará pie a un período durante el que se oirá a expertos en todo el mundo. Hasta entonces, el Museo del Prado, máxima autoridad en un tema de esta envergadura, guardará oficialmente un prudente silencio.
