Miguel Calderón, o el arte que no quiere ‘besar culos’

Como si de una reunión clandestina se tratase, el marco elegido para la presentación fue una sala pequeña, de paredes confeccionadas a base de ladrillos superpuestos y alejada de la nave principal. Miguel se excusa por «la demora» pero es que lleva «un día de locos». El ‘enfant terrible’ del arte mexicano es un icono dentro del país gracias a la Panadería, pero también fuera de él: la Bienal de Sao Paulo, el PS1 Contemporary Center, la feria ARCO de Madrid o el Museo Rufino Tamayo son algunos de los lugares donde se ha podido ver su obra.

La Panadería

«En la Panadería había todo tipo de arte», por eso rápidamente se convirtió en un referente para el ambiente contemporáneo y decisivo para la promoción de artistas. Calderón fue director de la galería durante diez años, pero ahora opina que se ha desvirtuado el sentido original y ya no se llevan a cabo obras atrevidas. Admite que actualmente se encuentra «obsesionado» con Acapulco y sus posibilidades artísticas. «Me llamó mucho la antención que las mujeres que estaban en las piscinas de los hoteles llevasen consigo ‘best sellers’ que utilizaban como parasol en lugar de leerlos, así que lo fotografié», cuenta Calderón. Originalidad comprometida y cinismo divertido son los epítetos de una obra fresca y urbana que cada vez cobra más fuerza en el continente latino.
