MITRA
ICONOGRAFÍA DEL SOL INVICTO
Dedico estos últimos días de agosto a descansar en la playa mientras aprovecho para repasar la historia y el arte de Roma. Un tema llama ahora mi atención: la difusión de las denominadas religiones orientales en el mundo romano, hasta que una de ellas, el cristianismo, logró imponerse a las demás en pocos siglos y acabó por poseer el monopolio de la fe.
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Sin embargo, una de esas religiones mistéricas no compartía esta última característica. Me refiero al mitraísmo, probablemente surgido en la India de los vedas, consolidado en Irán y que llegó a Roma a través del mundo persa. Su dios, Mitra, jamás sufrió martirio alguno, aunque la carencia de fuentes escritas hace casi imposible conocer los mitos en los que se basaba esta antigua religión. Sabemos, eso sí, que Mitra había nacido (como Jesús) un 25 de diciembre (día del solsticio de invierno) y que el hecho más destacado de su existencia lo constituía la persecución y el sacrificio de un toro, cuya carne comparte con el Sol, hasta ascender al cielo y acabar identificado con el mismo astro solar, hasta el punto de que ya en la época romana era conocido frecuentemente con el sobrenombre de Sol Invictus, aunque esta denominación es hasta cierto punto errónea, ya que con ella se hace alusión a otra creencia de la época.
Lo poco que sabemos de Mitra proviene, precisamente, de los mitreos o santuarios dedicados a esta divinidad, unas pequeñas capillas (habitualmente subterráneas) semejantes al triclinium de una casa romana, en la que se debían llevar a cabo banquetes rituales entre los iniciados. En una de sus paredes solía representarse, mediante pintura o relieve, la tauroctonía o sacrificio del toro. En algunos de tales santuarios la representación se desarrolla mediante una escultura de bulto redondo, pero en todo caso, la iconografía es siempre semejante: Mitra, ataviado con pantalón a la moda persa y tocado con un gorro frigio, aparece en el momento de dar muerte al toro, al que sacrifica con un cuchillo mientras la cola del animal se convierte en espiga de trigo. La escena se completa con otros animales: un perro que lame la sangre del toro y un escorpión que agarra con sus pinzas los testículos de la víctima del sacrificio. A veces, una serpiente y un cuervo aparecen también en la representación.
Relieve con tauroctonía (fines del siglo II d.C.). París.
Esta peculiar iconografía de la plástica escultórica romana de época imperial ha tenido diversas interpretaciones. Según algunos, la presencia de animales como el toro, el perro o el escorpión haría alusión a diversas constelaciones, con lo que nos encontraríamos ante una representación de carácter astral que podría relacionarse, a su vez, con los ciclos agrícolas. Otros creen en cambio que la iconografía del Mitra tauróctono debe corresponderse con antiguos mitos de la religión mazdeísta, vinculados con la idea del bien y el mal. Hay también quien considera que la escena del sacrificio es una referencia al ciclo de la vida y la muerte y a las fuerzas de la naturaleza.