Picasso crea. A través de la cámara de David Douglas Duncan / Viñetas en el frente
![]() |
Fotografía de Sheila Duncan de David Douglas Duncan, mirando a travñes de su cámara |
Cuando una de las comisarias preguntó a David Douglas Duncan por qué
hizo tantas fotos de Picasso y cómo este le permitió hacerlas, él
contestó: «Nos caímos bien. Así de sencillo». Esto explica que pese a
la barrera del lenguaje (Picasso no hablaba inglés y Duncan manejaba un
castellano casi de jerga), el artista le abriera su casa y su estudio,
bailara, se disfrazara o jugara ante su cámara y, sobre todo, le dejara
seguir con sus fotos instantes de reflexión o de tanteo en su trabajo y
la elaboración de ciertas obras. Duncan, por su parte, a lo largo de
varias estancias en Mougins, Vauvenargues y La Californie, supo ver los
estratos del estudio de Picasso, ahondar en su trabajo, calibrar su
humor y dar a su mirada la intensidad del enigma: pese a conocerlo
bien, solía decir, al mirar sus ojos nunca lograba imaginar qué estaba
pensando.
hecho. Con 40 años, había sido fotógrafo en el Pacífico, durante la II
Guerra Mundial y más tarde en Corea. Lejos quedaba la célebre imagen
lograda con su primera cámara: a escondidas, el muchacho fotografió a
alguien que salía de un hotel. Una travesura sin importancia de no ser
porque el tal alguien era John Dillinger. Poco después de su
estancia en Corea, su amigo Robert Capa le recomendó visitar a Picasso.
Lo hizo en 1956, casi de paso, pero fue el comienzo de una gran amistad
que se traduciría en miles de imágenes. La muestra actual (a cuya
inauguración asistió Duncan, un nonagenario vitalista) presenta una
importante selección de estas. La mirada atenta descubre varios niveles
y se interesa de modo especial en las imágenes que hacen pensar en su
proceso de trabajo: las piezas que conservaba (las cabezas en bronce de
María Thérèse Walter y Dora Maar), el desordenado orden del estudio, la
atención a las pruebas de autor, el inicio de procesos de ideación («no
busco, encuentro», recuérdese) o los pasos en la elaboración de Cabeza
de mujer.
prestancia, esculturas como Cabeza de guerrero, Cabeza de
mujer o Mujer embarazada, y por su calidad, los retratos de
Jacqueline: en la mecedora y el sugerente collage sobre
grafito. No hay que olvidar piezas casi experimentales, como el Retrato
de Françoise con traje estampado, sobre una cerámica
curvada, o Mujer con llave (Madame), realizado con materiales
metálicos casi de desecho. Atractivo muy especial tienen las obras en
láminas de metal recortado y pintado. Son piezas que, además de
recordar los trabajos hechos hacia 1912 con papel y cartón, o alambre y
hojalata (como Guitarra), reúnen lo más difícil: el trazo que
rasga y desvela, y el volumen que crea espacio.
Münster y La Piscine, en Roubaix, tiene rigor y supone un esfuerzo
notable, lo que hace aún más inexplicable las quejas de algunos
patronos contra la actual dirección artística del museo. La otra
exposición, Viñetas en el frente, motivo de esas quejas, si en
algo se diferencia de otras muestras relativas a la Guerra Civil, es
por el detallado análisis iconográfico que relaciona la figura de
Franco con la del Ubú Rey de Jarry, y a otras, rebeldes o
dolientes, con imágenes de Goya o Fougeron, y con trabajos del propio
Picasso incluido el Guernica.
de David Douglas Duncan. Hasta el 25 de septiembre. Museo Picasso
Málaga. San Agustín, 8. Málaga
Juan Bosco Díaz-Urmenete: Picasso crea. A través de la cámara de
David Douglas Duncan / Viñetas en el frente, EL PAÍS, 20 de
agosto de 2011