La ciudad americana según Philip Roth
(El ámbito rural)
El pueblo consta básicamente de una calle. Hacia el este se alza la nueva iglesia presbiteriana, un edificio blanco de estilo seudocolonial que no es nada imponente y sustituyó a la antigua iglesia presbiteriana incendiada en los años 20. A poca distancia de la iglesia están Los Robles, un par de robles bicentenarios que son el orgullo del pueblo. A unos treinta metros más allá de Los Robles se encuentra la vieja herrería que, poco antes de los de Pearl Harbor, se convirtió en la Tiendade la Casa, donde las mujeres del pueblo compran papel para las paredes, pantallas de lámparas y cachivaches decorativos (…) En el extremo de la calle está el taller de reparaciones de automóviles (…) y más allá se extienden las doscientas hectáreas de ondulantes terrenos pertenecientes a la granja lechera (…)
Situada en diagonal frente a donde estuvo la tienda destruida se encuentra la escuela, de seis aulas y con la fachada de estuco amarillo (…) El club de la comunidad se reúne en la escuela, celebran allí sus cenas a base de pollo, es ahí donde la gente va a votar
Los barrios industriales y su proceso de degradación
En el lado oriental de la calle, las viejas y oscuras fábricas (factorías que databan de la Guerra Civil, fundiciones, metalurgias, plantas de industria pesada ennegrecidas por las chimeneas que habían expelido humo durante un siglo) ahora carecían de ventanas, los ladrillos y el mortero cerraban el paso de la luz solar, las entradas y salidas estaban tapiadas. Aquellas fábricas en donde los obreros habían perdido dedos y brazos, sus pies habían sido aplastados y sus caras quemadas, donde en otro tiempo trabajaron niños con calor o frío, las fábricas del siglo que agitaban a la gente y producían bienes y ahora eran tumbas inaccesibles, herméticamente cerradas
Los lugares de temor
Un paso inferior que no tenía más de cuarenta y cinco metros de longitud pero de tales características que los conductores que se disponían a cruzarlo apretaban el botón del seguro de las puertas. No había iluminación en el techo, y las aceras estaban cubiertas de muebles rotos, latas de cerveza, botellas y montones de objetos inidentificables. Había placas de matrícula abandonadas en el suelo. No habían lim piado aquel lugar desde hacía por lo menos diez años, tal vez no lo hubieran hecho jamás. A cada paso que daba el Sueco crijían bajo sus zapatos fragmentos de vidrio (…) Una gran bolsa de basura le cerraba el paso. Era de plástico oscuro y estaba herméticamente cerrada ¿Qué contenía? Era lo bastante grande para que cupiera e ella un cadáver. Y también había cuerpos, aunque vivos, hombres que buscaban entre la basura, hombres de aspecto peligroso en aquella oscuridad. Por encima de las vigas ennegrecidas, el estrépito de los trenes.
Phikip Roth. PASTORAL AMERICANA, 1997