En los límites de la heterodoxia

En un principio, Rafael Pérez Estrada era puro trazo, después fue ley
y, más tarde, cuando ya tenía 34 años, se hizo verbo. Pero siempre,
hiciera lo que hiciera, fue artista. La faceta de escritor de Rafael Pérez Estrada (Málaga, 1934-2000) relegó sus dibujos y pinturas a un ámbito privado, algo a lo que pondrá remedio la muestra El corazón manda. Dibujos y otras rarezas que se inaugurará el lunes en la sala Alameda del Archivo Municipal de Málaga.
La exposición, realizada por el Instituto Municipal del Libro, presenta
96 dibujos realizados entre 1975 y 1999, un año antes de su muerte,
junto a la baraja de naipes que el artista diseñó en su manuscrito
número 81, Andanza de un mensajero fiero y pendenciero; así como cuadernos y la caja-objeto España es una ciudad de destino en el Corte Inglés.
Obra sin título de la serie dedicada a los obispos. / RAFAEL PÉREZ ESTRADA
Obra sin título de la serie dedicada a los obispos. / RAFAEL PÉREZ ESTRADA
 
Todo el contenido de la exposición, abierta hasta el 17 de junio, procede del legado que el artista dejó al Ayuntamiento de Málaga,
depositado en el Archivo Municipal, y que incluye 250 dibujos, además
de su biblioteca, manuscritos o epistolarios, entre los que destacan las
cartas de Rafael Alberti.
El homenaje que el Instituto Municipal del Libro le rinde a Pérez
Estrada incluye una jornada en torno a su obra con tres mesas redondas
en las que participarán, entre otros, los poetas Pablo García Baena, Juan Carlos Mestre, José Ángel Cilleruelo y Jesús Aguado; junto a los novelistas Antonio Soler,
Antonio Garrido y Alfredo Taján, quien también es director del
Instituto Municipal del Libro. Además de las mesas redondas, que se
celebrarán hoy y mañana, se ha editado un libro-catálogo, El corazón
manda. Dibujos y otras rarezas, y la baraja de naipes, publicaciones que
se presentarán el 18 de mayo.
“Rafael Pérez Estrada siempre huyó de las catalogaciones. Él solía
decir: ‘La literatura es enemiga de lo explicativo’. Tanto en sus
escritos, como en su obra pictórica fue un autor que practicaba el
automatismo surrealista, pero siempre con un lirismo muy elegante y, por
supuesto, con mucha ironía. Su obra transita por la frontera de la
heterodoxia”, explica Alfredo Taján.
“Pérez Estrada antes que nada fue pintor y lo siguió siendo durante
toda su vida. Estudió derecho y llegó a ser un reputado abogado
matrimonialista en Málaga. En 1968 publicó su primera obra, Valle de los Galanes,
un libro de prosa poética con el nombre de la finca de Málaga en la que
pasaba los veranos con su familia, lo editó nada menos que Ángel
Caffarena. Pero antes, en 1955, conoció a los poetas del grupo Cántico
Pablo García Baena y Vicente Núñez, con quienes mantuvo una estrecha
amistad durante toda su vida”, explica Alfredo Taján, quien menciona a
Pérez Estrada en su última novela, Pez Espada (Ediciones del
Viento, 2011). Después de escribir sobre sus recuerdos de infancia,
cultivó la escritura dramática y en 1971 obtuvo el Premio García Lorca
de Teatro por Edipo aceptado. Su salto al panorama nacional se produce con Libro de los reyes
en 1990, volumen que reúne todos sus escritos desde 1985. Pero, a
medida que su carrera como escritor crece, su obra plástica se hace más
íntima.
La exposición permite un recorrido por “un mundo muy personal y
sugerente que tiene algo de perverso y recrea situaciones hilarantes
que, en el fondo, tienen una gran carga social”, afirma Taján haciendo
referencia a series como la de los obispos con un anticlericalismo
palpable.
El homenaje incluye también el estreno de un documental sobre el
artista realizado por Nacho Sánchez Corbacho en el que aparece Málaga y
entrevistas con algunos de sus amigos como Antonio Soler, Alfredo Taján o
con su hermano Esteban, quien recuerda, en un artículo del libro,
cuando ambos se examinaron de Reválida en Granada y en el tribunal un
joven catedrático de Literatura les preguntó, contra todo pronóstico,
por las consonantes fricativas, con el consiguiente suspenso.
“El catedrático era Manuel Alvar
que a lo largo de la vida fue un gran amigo y admirador de Rafael y
siempre le recordaba la anécdota de las consonantes fricativas”, comenta
Esteban Pérez Estrada.
Margot Molina, Sevilla: En los límites de la heterodoxia, EL PAÍS, 5 de mayo de 2012
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