El fraude electoral.

Era un secreto a voces. Estamos en  la España de los caciques,  en ella y con el consentimiento-colaboración de políticos, gobernadores, alcaldes, curas, militares y hasta del propio rey… se practicaba un deporte:»el pucherazo»; esta era la práctica electoral usada en la Restauración para permitir la alternancia de partidos. Ideada por Cánovas -haciendo una interpretación «sui generis» de su admirado parlamentarismo inglés- se convirtió en objeto de mofas, anécdotas y chistes que  desgraciadamente todavía son de actualidad en países de corta tradición democrática. Elecciones de «lázaros», con censos multiplicados hasta el infinito, de papeletas perdidas, de cientos de aparecidos... mil y una canalladas para olvidarse hasta la saciedad del elemento más importante de todos: el pueblo.

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