CINCO SEGUNDOS – Javier González
Teniendo una lista de novelas pendientes para leer bastante abundante, escuchar a Javier González durante un evento literario en mi ciudad —Valencia— fue el detonante sin duda para colocar a su última novela, Cinco Segundos, a la cabecera de dicha lista. La exposición a la hora de abordar la construcción de sus novelas, su forma de entender la literatura y su manera de expresarse me hicieron pensar en el acto que me hallaba ante un gran contador de historias. Pero, sobre todo, lo que me terminó de convencer fue cuando nos explicó como narraba los cuentos a sus hijos cuando se iban a dormir. Cinco segundos es una novela de aventuras, sí, pero no una novela de aventuras cualquiera. En su contraportada para finalizar la síntesis está escrito: «No solo vas a leer una novela, vas a formar parte de una aventura», y eso es exactamente lo que me ha sucedido, he formado parte de una divertidísima y fantástica aventura que me ha hecho retroceder en el tiempo más de 30 años y sentirme como un niño. Porque, amigos: ¿Qué son las novelas? Creo que una definición válida podría ser que algunas novelas son cuentos que se han hecho mayores.
Esta reseña va a ser conscientemente breve por mi parte, en cuanto a adelantar al lector lo que se va a encontrar en la novela, pues entiendo que de Cinco Segundos —como buena novela de aventuras— cuanto menos se le adelante al futuro lector mucho mejor, aunque, evidentemente, debo de contaros un poquito de la historia para que os animéis a ser partícipes de esta aventura.
Año 2052. Jorge Salvatierra —protagonista de la novela— se dispone a rendir cuentas con la madre naturaleza; durante cinco segundos se pasean por su mente las cinco historias más influyentes de su vida, a historia por segundo:
Año 2002. A modo de una especie de castigo, Jorge es enviado por su padre el verano de dicho año a un casino regentado por una pandilla de militares septuagenarios por no haber terminado la carrera en Junio. Allí su padre espera que metan en cintura a su hijo y «le pongan las pilas» para la próxima convocatoria de fin de carrera en septiembre. Jorge, rápidamente, queda fascinado tanto por el edificio como por sus especiales habitantes. El coronel Monistrol, máximo mandatario del casino, será el encargado de ejercer de tutor sobre el cateado estudiante. Compaginando con sus estudios de derecho, el veinteañero Jorge se verá metido en cuerpo y alma en la búsqueda de una manuscrito propiedad del Casino. Dicho manuscrito fue encontrado y traído a España por una misión a Guinea Ecuatorial, encabezada por el capitán Manterola, allá a mediados del siglo XIX. Y no es otra cosa que el regresar a Guinea lo que les mueve a esta pandilla de carcamales a buscar con tanto ahínco el manuscrito que el padre Páez redacto en el año 1622 en su lecho de muerte.
En este primer «segundo» o historia de las cinco que protagonizan la novela el autor combina las aventuras de Jorge en el Casino con la expedición del capitán Manterola en el siglo XIX, y se nos cuenta con una prosa muy directa —exenta de «mariconadas», como diría el coronel Monistrol— la historia de Guinea a lo largo de los siglos y de los distintos países colonizadores que ha tenido. De manera particular me ha agradado mucho, porque no conocía prácticamente nada sobre esta antigua colonia española.
De una forma fantástica, sobre la cual no diré ni pío pero que está llena de poética, Jorge conseguirá terminar su aventura en el Casino con el manuscrito en sus manos y enfrascado en una misión zoológico-botánica rumbo hacia Guinea.
El manuscrito está escrito en idioma flamenco y Jorge necesitará la ayuda de un miembro de la expedición para su traducción, Claire, la cual dotará la obra de un glamour para nada empalagoso. A través de la lectura del manuscrito del Padre Páez viajaremos en el tiempo hasta el año 941 a.C, y aquí comenzaran las idas y venidas espacio-temporales, irrumpiendo en la novela el otro gran protagonista, Elá, con el que viajaremos de una forma espectacular al reino de Saba y al Israel del mismísimo rey Salomón, otra de las informaciones altamente valiosas de la novela para mí, porque tenía un conocimiento muy pobre acerca de este monarca y de su historia de amor con la reina de Saba.
La historia de Elá bien hubiera dado para una novela dedicada solamente a sus aventuras, pero Javier es generoso para con sus lectores y ha dotado a la obra de una intensidad fuera de lo común hoy día, estando tan de moda las sagas, trilogías y pesadísimos tochos de alrededor del milenio de páginas…
Cuando por circunstancias, que nuevamente voy a callar, Elá se convierte en Caleb, entra en escena otro de los grandes misterios del que para mí ha sido un lujo recibir información: el Arca de la Alianza; más allá de Indiana Jones no conocía prácticamente nada de este tema, y aquí Javier vuelve a lucirse.
Como he comentado, la historia de Elá y la de Jorge se irán repartiendo el protagonismo a lo largo de la novela con idas y venidas en el tiempo. Durante la estancia de la expedición guineana, nuestros amigos se verán inmersos en una Guinea Ecuatorial con una trama golpista en marcha para derrotar al presidente Obiang, y de la cual serán indirectos protagonistas; lo del golpe no tiene desperdicio, como nada durante toda la obra.
Además de todo lo que brevemente os he contado, puedo deciros que cuando leáis la novela, además de meteros en la piel de los protagonistas, respiraréis la agobiante humedad de la selva, escucharéis los sonidos de sus habitantes, el misterioso poder de una hechicera, sentiréis el miedo de los nativos ante la llegada de los Krumanes —cazadores humanos— y, además de todo esto, veréis, sí, veréis magistralmente recreada las miserias de la esclavitud.
Con tantas idas y venidas en el tiempo, combinando la historia de Jorge con Elá y más tarde Caleb, es posible el lector que se líe un poco con la trama golpista de Guinea, pero no padezcan, que todo al final tiene un fantástico sentido que a mí incluso me llegó a emocionar.
Llega el final y tocaría poner alguna crítica, pero no la voy a poner porque para mí no le falta ni le sobra nada a la novela, ni voy a entrar a valorar la ausencia de tecnicismos que a este tipo de novela no le hacen ninguna falta; esta es una novela de aventuras total, para disfrutar y pasar un rato muy agradable. Sin duda seguiré de cerca a Javier González.
Pdta: disculpad, se me quedaba una cosa en el tintero; no sé cuando volveré a Madrid, pero lo que tengo muy claro es que haré dos visitas, una al Casino que sirvió de inspiración al autor de la obra y otra, por supuesto, a la Biblioteca Nacional, lugar que Javier, con su peculiar estilo, nos describió con algún detalle el día de su liturgia en Valencia.
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