FANTASMAS, BRUJAS Y MAGOS DE GRECIA Y ROMA – Fernando Lillo Redonet
«Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía». Hamlet, William Shakespeare.
De Grecia y Roma, creo, lo sabemos casi todo. Conocemos la democrática ciudad de Atenas en tiempos de Pericles, el brillo de halcón en los ojos de Julio Cesar, la inmortal hazaña de los espartanos en las Termópilas, o el ruido de los cascos de los caballos bárbaros trotando por el Foro de una Roma destrozada…; de ellos hemos aprendido que no hay nada nuevo bajo el sol y de que junto a su mitología imperaba la razón y el saber. Pero sobre esa delicada superficie, fina como el hielo, se aprecia «algo», un sentimiento oscuro, que, aun hoy, espantaba a cualquier ciudadano y helaba la sangre al más valiente de los soldados. Pues aunque parezca increíble, aquellos inmortales pueblos eran tremendamente supersticiosos, llenos de pavor y siempre preocupados porque los que están «al otro lado» no los atormentaran en vida. Si no, ¿cómo es posible que veamos continuamente escenas de griegos y romanos purificando cadáveres para que no se levanten de sus tumbas, o ritos como los que efectuaban los habitantes del Lacio en los que un honrado labrador, por ejemplo, daba varias vueltas a su finca tirando habas hacia atrás para purificar su hogar y el de sus ancestros para que de esta manera no se presenten los fantasmas a mortificarlos y llevarlos a la ruina? Curiosos comportamientos de gente apegaba a la tierra y amante de los placeres, ¿no? Este reverso de la Historia Antigua, tan poco conocido, y muchas veces relegado a los ámbitos de la superchería, es de lo que trata el último libro de Fernando Lillo Redonet, Fantasmas, brujas y magos de Grecia y Roma.
A este autor ya lo conocemos de otras obras como por ejemplo Héroes de Grecia y Roma en la Pantalla, o Gladiadores, mito y realidad, ambas publicadas por Evohé, en las que ha desplegado ante nuestros ojos sus vastos conocimientos de historia antigua de manera sencilla a la vez que erudita. Igualmente el libro que nos ocupa en estos momentos, apoyándose en un aparato bibliográfico impresionante, nos devela uno de los puntos más oscuros de la historia griega y romana, es decir el miedo que sentían por el más allá y el respeto que les imponía las manifestaciones extraordinarias que provenían del Otro Lado. Fernando Lillo Redonet nos invita a que viajemos aquella época y conozcamos cuáles eran los mayores miedos que habitaban en lo más hondo de su subconsciente. Viviremos experiencias sobrecogedoras con las narraciones de fantasmas y aparecidos en distintos sitios, sea en casas encantadas, campos de batalla abandonados al albur de la noche e incluso muertos vivientes que ayudan o se vengan de los vivos. Así mismo temeremos a las criaturas nocturnas como lamias, lémures, empusas, estrigas o licántropos que querrán a toda costa arrebatarnos nuestra alma y sangre. Y nos quedaremos boquiabiertos con las hazañas y guerras entre magos que harían palidecer al mismísimo Harry Potter, y los encantamientos de sutiles y salvajes magas y brujas. En verdad, un auténtica excursión hacia el reverso tenebroso de la antigüedad.
Se tiene la tópica idea de que en aquellos tiempos los egipcios eran el pueblo que más pendiente estaban del más allá y que solamente les interesaba tener el cuerpo purificado para llegar en buen estado a su defunción, mientras que a griegos y romanos les interesaban más las alegrías de la vida y de vez en cuando estar a bien con sus dioses. En parte, esta idea no está errada del todo, aunque a mi modo de ver es excesiva, pues leyendo las páginas de este excelente ensayo vemos como ambos pueblos viven continuamente con un ojo puesto en el hoy y otro en el mañana. Pero más que preparación para la muerte, en Grecia y Roma les preocupa que no les dañen y que les bendigan los que recientemente han sido enterrados, y el provecho que alguna vez se pueda sacar de ellos. A través de las páginas de Fantasmas, brujas y magos de Grecia y Roma el lector también podrá conocer los entresijos más íntimos de la religión con respecto a los muertos, sus ritos de purificación para que el difunto sea enterrado correctamente y no vuelva a instigar a los que todavía gozan del calido calor del sol en el rostro, y las prácticas de magia y hechicería tan en boga entre la supersticiosa plebe.
En verdad que he gozado con la lectura del último libro de Lillo Redonet, y que incluso en algunos episodios —tampoco es que me hallan llenado de miedo— he sentido un poco la inquietud que se respiraba en aquella época. Esto demuestra que es un libro muy trabajado a la vez que apasionante, en el que el autor se ha alejado de tópicos y sensacionalismos baratos y se ha adentrado con la luz de la razón para exorcizar viejos fantasmas del pasado y enseñarnos tal como eran para conocimiento general. La veracidad histórica es impresionante, pues junto a oscuras formas fantasmales y sobrenaturales aparecen episodios y personajes de la antigüedad verídicos, constatables incluso en un apéndice final. Incluso me ha sorprendido gratamente alguna de las historias relacionadas con personajes históricos, pues sorprende ver cómo estos, que tan mitificados están, también sintieron alguna vez en sus vidas el gélido aliento de algún fantasma o señor de la noche en el cogote. Como les he indicado anteriormente, un libro esencial, complemento ideal junto a cualquier ensayo sobre Grecia y Roma, y que se lee de manera rápida porque el buen verbo de Fernando Lillo Redonet hace que se devore, sintiéndose el lector cual empusa ansiosa robando la sangre de un joven mancebo en la flor de la vida.
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