OKELA – Pedro Santamaría

okela-9788496952867«…parte de Cantabria fue sojuzgada por los espartanos. Aquí también está Okellas, ciudad que se dice fue fundada por Okela…». Estrabón. Geográfica III, 4, 3.

En esta novela de Pedro Santamaría, su «ópera prima», se nos cuenta la historia de Okela, un general espartano que, tras recibir su amada polis una secreta profecía de Delfos, debe hacerse cargo de una expedición que funde una nueva Esparta en algún lugar lejano por si, llegado el caso, los ejércitos persas penetrasen en Lacedemonia y redujesen su patria a cenizas.

Así pues, se ambienta en los tiempos de la Segunda Guerra Médica, la de la famosa batalla de las Termópilas con Leónidas y sus 300 espartanos, y la gigantesca batalla naval de Salamina.

Nuestro protagonista es uno de los hombres de confianza de Leónidas- uno de los dos reyes de Esparta- y uno de los mejores guerreros de una ciudad de letales soldados. Siguiendo las órdenes de su rey, de los sacerdotes y los éforos parte en dos naves junto a 300 compañeros portando las sagradas leyes de la ciudad y la orden de fundar una nueva Esparta en las fuentes del Nilo de Occidente. La propia división interna del libro nos dará una idea de la línea argumental de cada parte:

«Génesis» está dedicada a los prolegómenos de la guerra, a los preparativos ante la inminente invasión persa, culminada con los oscuros augurios del Oráculo de Delfos. La segunda parte, «Odisea», trata sobre el peligroso y azaroso viaje por mar hasta encontrar el delta de ese «nuevo Nilo», el Ebro, incluyendo una estancia de nuestros espartanos en Siracusa, donde se ven envueltos en la guerra entre el tirano Gelón y los cartagineses, con una excelente narración de la decisiva batalla de Himera. La tercera parte, «Anábasis», versa sobre el duro trayecto desde la desembocadura del río hasta remontarlo al origen de su nacimiento, un periplo lleno de feroces tribus que se opondrán al paso de extranjeros por sus tierras. La cuarta y última parte, «Hegemón», consiste en la narración final de como se funda esa «nueva Esparta» en tierras Cántabras, sometiendo Okela y sus aliados a las tribus de la región.

A priori debe ser arriesgado basar toda una novela en una simple cita de Estrabón, la cual parece entrar más bien en lo mítico que en lo histórico. Sin embargo, ahí radica buena parte de la ventaja de la novela: su originalidad en cuanto al planteamiento que gira en torno al «¿Y sí lo que Estrabón nos narra fuera cierto?». Al no estar totalmente sujeta a los corsés de unos hechos históricos establecidos, el autor tiene total libertad para construir su mundo, al que nosotros, como lectores de novela histórica, debemos entrar recordando siempre la premisa citada del «Y sí…».

El propio autor se pronuncia al respecto:

«No pretendo con este relato crear opinión histórica, tampoco pretendo lanzar al público nada remotamente parecido a una teoría, pues, de hacerlo, yo mismo atentaría contra la pasión que es para mí la Historia. Mi intención única es la de escribir ficción, la de escribir una novela de aventuras, amor y traiciones, y Estrabón, el gran geógrafo griego del siglo I d.C., me ha dado, con sus palabras, la oportunidad de hacerlo».

 Comentar aquí que la novela cumple con sus premisas de entretener mientras acompañamos a Okela y los suyos en su periplo. La lectura es rápida y ágil, los capítulos tienen el tamaño justo y la narración fluye con buen rito en la mayor parte de sus más de 400 páginas. Incluso llegué a pensar que esta novela terminaría gustándome más que El águila y la lambda, segunda obra de Pedro Santamaría, aunque finalmente no fue ese el caso. Y para explicar el porqué, comentaré ahora los defectos que le he encontrado.

El primero de ellos no estoy seguro de que fuera realmente un defecto: los diálogos eran muy cortos, a veces los personajes parecían escupir las palabras con esfuerzo. Eran demasiado…. lacónicos. Y entonces me di cuenta. ¡Son espartanos! De ellos y su forma parca y directa de expresarse deriva el propio término, así que quizás haya sido la intención del autor.

Salvado esto, los dos primeros capítulos me parecieron algo «toscos» en algunas descripciones y detalles, aunque bien pudiera ser que estaba algo espeso cuando comencé a leer la novela. Sin embargo, luego coge un ritmo muy bueno y ya la narración avanza imparable. Estoy casi seguro de que el autor se divirtió de lo lindo escribiéndola, y eso se nota.

Entre lo negativo destacar también que el escritor muchas veces prefiere mostrar detalles históricamente no correctos para darle a la novela un aire más comercial, como presentar a la lambda como el emblema cuasi establecido en los escudos espartanos —sólo el protagonista y alguno de sus compañeros muestran algún emblema que no sea la lambda— cuando aun quedaban unas décadas para que se homogeneizara; describirnos a Leónidas como un hombre veterano de mediana edad, al que casi podemos poner el cuerpo del actor Gerard Butler —protagonista de la película 300— en lugar de lo que Heródoto nos cuenta del rey espartano: un hombre mayor aunque curtido veterano y valiente como el que más. Y hablando de la película 300 tenemos incluso al protagonista matando a un lobo de un lanzazo en la boca durante su agogé, y haciéndose una capa con la piel de la bestia. El propio autor afirma que no escribió la escena con 300 en mente, aunque bien pudiera haber estado en su subconsciente. Incluso Okela espeta a sus hombres la famosa frase de «Espartanos, desayunad bien, ¡porque esta noche cenaremos en el Hades!». Cae también en el error de presentar a los espartanos acorazados con armaduras de bronce cuando ya por estas fechas la mayoría debían portar corazas de lino prensado —aunque sí podían llevar brazales y grebas metálicas.

Estos detalles gustarán al público en general y harán alzarse las cejas entre los puristas —uno de ellos escribe la reseña— pero son simplemente eso: detalles, aunque bajo mi punto de vista restan credibilidad a la narración, por muy inverosímil que el argumento sea.

Quizás, el peor resbalón de la novela sea su final. Y no me refiero al punto y final, al desenlace, sino a su cuarta parte titulada «Hegemón» cuyas 80 páginas se me hicieron muy largas y casi innecesarias. La historia estaba bien cerrada al llegar ese capítulo, el cual —bajo mi humilde opinión— debería haber sido un simple epílogo en el que se nos contasen detalles sobre la fundación de la nueva Esparta. La campaña militar para conquistar a los vacceos me aburrió, ya que encontré que no aportaba nada más a la historia y en ese punto ya había tenido suficiente ración de batallas y espadazos por toda la novela. Y me habría ahorrado leer como el protagonista hunde su cuchara en una «hoya» de guiso o ver como se llamaba Teñamón a Telamón.

Además, hay dos personajes en la historia que forman un triángulo amoroso, con el protagonista como tercer vértice, cuya historia se resuelve de golpe y porrazo y, aunque bien es cierto que este desenlace da un bandazo y se aleja de los clichés establecidos, me dejó pensando que ambos personajes habían sido introducidos sólo para dar «carnaza romántica» a la historia y al protagonista, al que una vez llega a su nueva patria le esperaba una noble, bella y virtuosa bárbara a la que convertir en reina —aquí sí que entramos de lleno en los tópicos de la novela histórica—. En fin, como el mismo autor nos contaba, su idea era escribir una novela de aventuras y romance, y para esto último sí eran necesarios los comentados personajes, aunque yo -en mi fría insensibilidad con estos aderezos en la novela histórica- los habría eliminado de un plumazo y me hubiera ahorrado unas cuantas páginas, aunque que por suerte no se hacen demasiado pesados y es una historia muy secundaria dentro de la trama.

Dicho todo esto, Pedro Santamaría cumple con creces con su planteamiento de entretener, y el lector no debe acercarse  a esta novela con otras pretensiones que divertirse y dejarse llevar. Apuntar, de todos modos, que con algo más de pulido aquí y allá habría sido una obra redonda, pero no está mal, y menos tratándose del primer escrito. Habiendo leído sus dos primeras novelas puedo afirmar que haré lo mismo con la tercera en cuanto sea publicada y tenga ocasión.

Okela: Espartanos en Cantabria
Autor: Pedro Santamaría
428 páginas
Editorial Pàmies (2011)

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