SHACKLETON, EL INDOMABLE – Javier Cacho Gómez
“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.
¿Quién no conoce este famoso anuncio? Alguna que otra sorpresa nos depara la lectura de este libro que aquí estamos presentando. Tras habernos sumergido en las altas latitudes antárticas de la mano de Scott y Amundsen en su anterior trabajo (Amundsen-Scott, duelo en la Antártida, ed. Fórcola), Javier Cacho regresa a los fríos hielos meridionales de la mano de la misma editorial con otro de los grandes exploradores polares de todos los tiempos: sir Ernest Shackleton, el indomable. Bien elegido título, vaya que sí. Indomable por su carácter enérgico a la vez que testarudo, un hombre capaz de hacer sombra al mismísimo Scott y que ni tan solo este pudo domar. “El hombre que nunca llegó al polo sur”, subtítulo sublime con el que se plasma el único hándicap con el que la leyenda de Shacks se encuentra para alcanzar la gloria antártica en solitario, quedando entonces en un más discreto segundo plano. De bien cierto es que si aquella expedición del Nimrod, en 1909, hubiera alcanzado el polo sur, hoy día la historia de las exploraciones tendría otros protagonistas. Cabe decir que de haber sido así nos hubiéramos perdido la batalla por el polo entre Amundsen y Scott…
Javier Cacho plantea el libro como un repaso biográfico de la figura de Ernest Shackleton, pero no se queda tan sólo con ello, sino que va algo más allá y lo consigue sobradamente. La simple enumeración fría (nunca mejor dicho) de acontecimientos y batallitas realmente no es algo que pueda aportar nada nuevo, puesto que ello podemos leerlo en algunas biografías solventes del personaje (Huntford, por ejemplo). Muchos otros tratados se centran específicamente en expediciones concretas; véase el caso de Caroline Alexander con la expedición Endurance, con gran soporte gráfico pero un tono tan aséptico que puede llegar a aburrir. Si leemos las narraciones autobiográficas, más de lo mismo; a veces los exploradores “mienten como bellacos”, citando palabras textuales de Cacho. Sin embargo, un repaso biográfico haciendo especial hincapié en la figura humana del personaje era una asignatura pendiente en el caso de Shackleton y, por qué no decirlo, en una gran mayoría de figuras históricas. Cacho ha preferido centrarse en aspectos más mundanos, recreando con detenimiento los periplos intermedios entre sus grandes expediciones: Discovery, Nimrod, Endurance y Quest. Está claro que era de obligado cumplimiento tratar cada una de ellas tal y como bien merecen, por supuesto; sin embargo no es para nada el punto principal del libro la narración de las gestas heroicas del personaje y sus éxitos o fracasos como explorador, sino más bien intentar dilucidar los claroscuros de su compleja personalidad, que haberlos, haylos. El dibujo del personaje va trazándose capítulo a capítulo, lentamente, como un bosquejo a lápiz que, poco a poco, va adquiriendo contorno para acabar con un retrato completo de gran calidad, con sus luces y sus sombras.
El capítulo inicial, punto de partida del libro y presentación del personaje, ya deja claro cuál va a ser el talante de toda la obra: interpretación de sentimientos, sensaciones, angustias, filias y fobias del joven Shacks, todo ello brindado con un estilo prudente pero efectivo. El autor se recrea en estos primeros compases del personaje, haciendo especial hincapié en el contraste de una figura tan extraordinaria con mundos tan terrenales como una simple tripulación de un velero mercante. Se nos presenta ya tal y como era: infatigable, curioso, afable, poeta, marino y ávido de aventura. Sin saberlo, desde bien joven apuntaló su carrera hacia las grandes expediciones que luego iban a hacerlo célebre.
Bien tratada y resuelta está en la obra la relación Scott-Shackleton, pardiez. Así como hay autores que se posicionan más hacia un lado u otro, condicionando así sus respectivas narraciones en base a unas absurdas preferencias, la admiración que Javier Cacho parece profesar a ambos exploradores deja la situación en una especie de “tablas”, en la que no se posiciona en favor o en contra de ninguno. Y eso es de agradecer, especialmente para un servidor, admirador también de ambos, cuya personalidad es dibujada desde el vector más humano posible. Así como toda la obra presenta un trasfondo humano evidente, como para compensar esto, la expedición Endurance es tratada en tres magistrales capítulos que, aun conociendo de antemano los hechos, mantienen en vilo al lector en todo momento.
Servidor, ávido lector de narrativa de viajes, diarios de exploradores, biografías, o ensayos sobre grandes exploraciones de la historia, puedo reconocer abiertamente que he disfrutado con la lectura. Ameno e intenso, tales podrían ser los adjetivos que, tal vez, mejor pudieran definir la obra. Un único hándicap; el asunto de los mapas. Un trabajo biográfico que trata todos y cada uno de los viajes del viejo Shacks podría ir acompañado de un buen puñado de mapas de situación, esquemas, gráficos, para reforzar la orientación al lector en un mundo que a la mayoría le resulta ajeno, lejano, totalmente desconocido. Conceptos como “la gran barrera”, por ejemplo, son difícilmente asimilables sin un buen soporte gráfico. Ello no obstante, a día de hoy, este no es un problema tan grave como antaño pues con cuatro simples búsquedas en la red podemos hallar gran cantidad de material adicional para ayudarnos a ponernos en coordenadas.
En definitiva, pues, nos hallamos ante una obra apta para todo tipo de público: desde el profano que pretenda introducirse en el mundo de las exploraciones polares hasta para aquellos más especializados que, pese a conocer los entresijos de este tipo de aventuras, quieran apreciar la parte más humana y personal de la figura de Shackleton.
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