RONIN – Francisco Narla
Tengo que reconocer que hacía tiempo… mucho tiempo que no escribía una reseña de ningún tipo, mis andares se habían encaminado por otros derroteros amén de que mi vida en el plano lúdico festivo estaba y está, válgame Cristo, anclada en los quehaceres autoimpuestos como padre de dos hermosas criaturillas. Pero heme aquí de nuevo, con una novela entre las manos, calentita y recién terminada de leer, enfrentado a una pantalla a medio ensuciar con mis divagaciones subjetivas. Y es que, señores, cuando me hablan de Flandes, piqueros y arcabuces, siempre como mínimo se me pone la piel de gallina, me entra el sudor frío y nunca tengo suficiente. Si además se me inserta en el asunto ora unos samuráis, ora unas catanas y la descripción más realista que he leído en mucho tiempo de lo que debería ser un ninja de hace 400 años, pues qué les voy a decir… Novela histórica del señor Francisco Narla, y van dos. Assur, reseñada por estos lares, y ahora Ronin, en cuya labor de reseñar se encuentra el que suscribe. Novelón en más de un sentido donde se nos presenta paralelamente dos mundo o dos realidades tan distanciadas entre sí que pereciere que en vez de un océano de agua salada les separase un mar secular a ambas. Por un lado la España imperial del tercero de los Felipes austridas, allá por el siglo XVII de nuestra era, con la nación sumergida, y nunca mejor dicho, en los barros de Flandes, donde se intuye ya, pese a la tregua firmada, auspiciada por el valido de turno (El Duque de Lerma), una profunda herida que desangra el Imperio y a sus ejércitos de piqueros, hartos de aguantar el envite del enemigo por un lado y por el otro el del amigo, la España que no les paga y les olvida cuando andan metidos hasta las rodillas en el fango holandés…. Por otro lado la España sumergida también en el Siglo de Oro, que se dice rápido pero requiere de una pausa situacional donde leer por ejemplo lo que escribía el Gran Maestro Quevedo al hilo del valido del Rey que nos viene al dedillo: «Queréis ver, oh monarcas, qué delito es crecer el criado y disminuirse el Señor, y cuán gran delito es y qué pena merece? […] Bien mereció castigo el que privó disminuyendo al rey y creciendo él: Su patrimonio es la horca: Soga y cuchillo son el estipendio de su vergüenza. Más no merece menos la prisión y la muerte el que acusa a aquel por codiciar para sí delitos, no para el Rey la libertad». Sociedad pues en decadencia «emocional» que no cultural, de veteranos de Flandes abandonados en las ciudades españolas, de golfos, pillos rateros y poetas, amargo siglo donde se dejaba pudrir el alma del imperio sita en las calles de las grandes ciudades de la península. Enfrentada a esta se nos ofrece una visión de la sociedad japonesa de la época, sociedad feudal absorta en una continua guerra civil capaz de convertir a campesinos en samuráis guerreros, una sociedad de honor, de deudas y de sangre, pero incorrupta en sus estamentos medios y bajos, acostumbrada a jugárselas, ganarlas o perderlas pero siempre con el honor intacto y el orgullo sin heridas, esa sociedad casi virgen y aislada de la Europa de la guerra de los mosquetes y los arcabuces, combates pues con hierro forjado en forma de katana. Entre estas dos sociedades tan distintas nos plantea el autor la novela, por un lado el candidato español, soldado sobreviviente de los tercios y por otro un Samuray japonés, sin amo sin nadie a quien servir después de la muerte de su señor, intentado siempre pagar una deuda de honor exigida de manera egoísta por el señor de este, que le convierte en un Ronin, un paria entre los suyos, un guerreo que esconde mucho más de lo que en un principio parece, y que te invita a ir más allá y seguir sus pasos a través de la historia que se plantea. Sintetizando, me ha gustado y es recomendable, ¿por qué? Por qué por un lado me ha invitado a investigar, ha despertado en mi un interés, que ha conseguido que busque más información que la que el escritor nos propone en el relato, a banda de la sociedad española de la época, de sobras conocida por muchos, es interesante la evolución de la sociedad japonesa después de La batalla de Sekigahara (関ヶ原の戦), un Japón unificado a nivel político, un Japón de costumbres arraigadas, de hombres de honor, de samuráis, de katanas y de sacrificios. Y me ha gustado por que el puente en forma de historia que une estas dos sociedades tan dispares como complejas es sólido, la historia es interesante, un relato de amor y de honor que une las dos orillas de manera natural, un hilo conductor que te acompaña y te sugiere, una buena historia en definitiva, donde acompañaremos a uno de los protagonistas de la novela por un recorrido sin par, que le llevará al nuevo mundo y al Japón de que hablábamos, donde forjará una amistad con el Ronin y le hará recorrer de vuelta el camino hasta Sevilla. En el que si me permitís, no profundizaré más para no desvelar detalles de la novela y su trama, que dejo a vuestra merced para que hagáis lo que oportunamente queráis. He seguido la evolución de este escritor, leí en su momento Los Lobos del centeno, después La caja negra, siguiendo con Assur, y terminando con la que propongo. Cierto es que no empezó escribiendo novela histórica; más bien en un género entre terror y novela negra, aun así, con estas dos últimas novelas, demuestra un gran trabajo de documentación para no dejar cabos sueltos en sus relatos e historias, que suscitan interés por que están bien contadas. En definitiva, y termino, una muy buena novela, de lectura algo más compleja de lo habitual pero sin falta de ritmo, bien documentada y que consigue despertar a ese monstruo friki que muchos tenemos dentro para ponerse a buscar más información sobre el contexto propuesto. Entretenida y sólida, con eso, hoy por hoy tengo más que suficiente. Gracias por llegar hasta aquí.
Technorati Tags: Francisco Narla, Ronin, Siglo de oro, samuráis, Japón, España
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