TANQUISTAS – VVAA
“Nafakh está perdida. No hay nadie en el campo. Solo hay un tanque que combate como un loco y que no para de ir de un lado a otro buscando cobertura y destruyendo tanques sirios sin cesar… los muy infelices no durarán mucho…”
Aunque puede parecer curioso, el tanque, con su aparente sencillez, es un arma más moderna que el avión o el submarino. Solo el helicóptero es un recurso bélico más reciente. A día de hoy, el tanque aún no ha cumplido 100 años de existencia. Nació en la Primera Guerra Mundial, pero se convirtió en el arma por excelencia durante la Segunda. Panzer. Un término que asociamos de forma natural con ese conflicto. Después, en las guerras asimétricas que llegarían, tendría pocas ocasiones de destacar de nuevo. Y aun así es la imagen más destacada que los conflictos bélicos nos han ofrecido. La de una poderosa máquina de metal, sólida e imparable, construida para mover y proteger un mortífero cañón sobre el campo de batalla. Una máquina que tripulan hombres atrapados en un espacio claustrofobico y saturado por los gases de la munición y los vapores del combustible. Hombres que, si ven el exterior, lo hacen a través de rendijas minúsculas y que saben que su destino puede ser en cualquier momento morir en una explosión, abrasados por la ignición de las municiones o destrozados por las propias esquirlas desprendidas de su blindaje.
Pero de entre tantos hombres que se enfrentaban a su destino, algunos, por los caprichos de la naturaleza humana, resultaban estar especialmente capacitados para dirigir aquellas máquinas hacia la victoria. Se trataba de los cazadores por excelencia. De quienes eran capaces de comandar su vehículo, localizar objetivos antes de ser vistos y destruirlos con letal precisión, antes de pasar al siguiente rival. Hombres así, calificados para aprovechar todas las posibilidades de estas máquinas imparables, fueron capaces de cambiar el curso de una batalla.
Es una historia contada con nombres propios. Nombres de combatientes y de carros de combate durante el siglo de las máquinas y el combustible. Desde los primeros monstruos que se arrastraban por el barro de Flandes, hasta los prodigios informatizados que galopaban desenfrenados e imparables sobre las arenas del desierto iraquí. Todos y cada uno tripulados por hombres especialmente capacitados, con instinto y habilidad especialmente afinados. Cazadores acorazados.
Si en el barro de Flandes nos encontramos con un puñado de monstruos golpeándose casi por casualidad, la SGM, en Francia y en la URSS, nos ofrece el espectáculo devastador de docenas de maquinas maniobrando unas contra otras. Luego llegará la guerra del Yom Kippur, con un hombre convertido en un ejército, defendiendo en solitario la línea de frente que protege a su país de la destrucción. Y al final, la masiva potencia de los avanzados carros norteamericanos aplastando a sus rivales.
A través de estas experiencias individuales, este libro nos introduce en el mundo heroico y asfixiante de la cámara de combate de los tanques. El lugar de los hombres que han cambiado el destino de las grandes batallas mecanizadas del siglo XX.