El otro Rocroi – Francisco Velasco Hernández
El Mediterráneo, ese mar olvidado tras apagarse los fastos de Lepanto, no estuvo realmente dormido; naves y hombres lo surcaban como en los tiempos de las cóncavas naves de los griegos y los fenicios, y los ejércitos y armadas pugnaban a través de sus olas.
Así el autor nos describe con detalle ese mar, en especial la Mancha Mediterránea entre Gibraltar, Argel y el cabo de la Nao, sus vientos, sus rutas… y ante todo sus integrantes, desde las flotas berberiscas que realizan razzias en las costas, a las flotas de Monarquía, españolas, napolitanas, sicilianas, genovesas…, que la patrullan, pasando por los corsarios cristianos; describiendo esa guerra de corso que afectaba a ambas orillas del mar en pos de botín, rescates y esclavos.
Presentando también la aparición de dos integrantes nuevos: las modernas fragatas de la Armada de Flandes y la naciente y cada vez más poderosa armada francesa.
De esa forma nos encontramos en el año 1643, con la Monarquía española inmersa en una guerra global: Flandes, Alemania, Italia, Portugal, Cataluña, los Pirineos, el Caribe, el Atlántico… son otros tantos campos de batalla para sus cada vez más mermados recurso. A pesar de ello España ha tratado de reconstruir su armada, tras los desastre de Dunas y de Guetaria, demostrando que es una potencia naval aún a tener en cuenta. Aunque la escased de fondos limite mucho su capacidad y operatividad.
En esas circunstancias, los argelinos ponen asedio a Orán y Mazalquivir, a donde desde Cartagena se envían vituallas y refuerzos, que el autor detalla, a pesar de la ineficiencia de la burocracia, el poco apego de ciertos sectores a aportar recursos y la esquilmación que había sufrido toda Murcia por las continuas guerras.
Y a reglón seguido baja ya no el turco como tradicionalmente, sino la moderna flota francesa, obra de Richelieu, dirigida por el joven Jean Armand de Maillé-Brézé, pariente de Richelieu y de Conde el vencedor de Rocroi, que desde Tolón trata en estos años de tomar la hegemonía en este mar.
El libro nos describe el asedio a Cartagena, y el fracaso francés ante la férrea defensa organizada. Para llevarnos finalmente al Cabo de Gata donde ese 4 de septiembre de 1643 con las flotas españolas divididas, el mando enfrentado, desordenados, con pólvora de baja calidad…, las naves del bastante criticado Martín Carlos de Mencos libran una batalla desesperada contra una flota que casi les dobla en número; logrando a pesar de las bajas y los daños refugiarse en Cartagena.
Igual que el Rocroi al que se refiere el título, pese al revés, no un fue el fin de la Armada Española, ni de la pugna por el control del Mediterráneo Occidental.