EL IMPERIO DEL ALGODÓN – Sven Beckert

9788498929140Antes que nada pensad en algo sencillo, prendas de ropa de algodón. ¿Acaso no las lleváis puestas en este momento, en un porcentaje mayor o menor con alguna otra fibra, o 100 %? Pues hace tres siglos, salvo que estuvieseis en un país productor de algodón o, en el caso de los europeos, que fueseis ricos, no las tendríais, sino que usaríais piel, lana, lino… Pero no algo tan cómodo, fácil de lavar y de conservar el color.

Ese es el oro blanco, el cual ha tenido un papel importante en la evolución de la economía y sociedad mundial. Y cuyas transformaciones continuas durante los últimos dos siglos han afectado al mundo. 

Así los europeos ya conocían el algodón cuando llegó la Edad Moderna, y hubo intentos de preindustria artesanal en diversos lugares, pero la mayoría del algodón que llegaba procedía del Imperio Otomano y de la India, este último junto a China disponía de las industrias más avanzadas que producían las telas mejor acabadas y más valiosas. Poco a poco los occidentales empiezan a copiar, en una labor de casi espionaje industrial, pero siempre limitados por la escasa producción en territorio europeo de esa planta, que si estaba extendida en diversas variedades por América, Asia y África.

Pero para obtener su primacía el autor nos muestra cómo se comienza una etapa de “capitalismo de guerra” (término junto al de capitalismo industrial que son usados, incluso con reiteración y abuso, a lo largo del libro). Ese sistema de actuación les permite apoderarse por la fuerza de diversos elementos necesarios: rutas comerciales, tierras y fuerza de trabajo para desarrollar su industria.

De esta manera nos muestra cómo los artesanos europeos actuaban de forma que recuerda mucho a la actualidad en otros lares: se copiaban diseños de los indios produciendo efectos de calidad inferior, que luego intentaban revender en África como si fueran indios.

Pero el gran cambio llegará con el s. XVIII, sobre esa base industrial surgen las primeras máquinas y el ansia de más y más algodón, para ello es necesario recurrir a ese capitalismo de guerra para apoderarse de tierras para plantarlo, destruir las industrias locales y obtener mano de obra. Es la Revolución Industrial con mayor o menor éxito en unos y otros países pero que genera el auge de la esclavitud, considerada en aquel momento un mal necesario.

Y es que realmente los agricultores no querían plantar algodón de forma exclusiva sino que era una producción complementaria. Fue necesario forzarlos a ello a través de leyes, tipos de interés… para ir introduciendo su cultivo en los diversos territorios. Teniendo más éxito en el sur de los Estados Unidos gracias a eliminar el elemento nativo antes. También la mano de obra es requerida para unas fábricas de trato abusivo y brutal, donde los obreros se dejaban su vida y salud, incluso niños como Ellen Hootton.

Para lograr todo ello será necesario el reforzar el poder del estado. Será la industria, en especial los manufactureros que toman el control de ella, la que busque un estado fuerte que les respalde (y donde no tiene tanta fuerza frente a otros sectores económicos). Pues el Laissez Faire no existió, ya que la industria requirió el poder coercitivo del estado para sostener esas reformas a las que se oponía la población. Eso generará un crecimiento del mercado del algodón exponencial a lo largo del S. XIX, pero para riqueza ante todo de los intermediarios.

En 1861 se producen dos hechos significativos: la Guerra de Secesión, que acabará con la esclavitud en su zona principal, aunque pese al esfuerzo de los libertos pronto reconvertida primero a arrendatarios y luego a asalariados endeudados (incluyendo al campesinado rural blanco en ello); y en Ahmedabad (India) se instalan las primeras fábricas de la región.

El mundo está en cambios continuos, el estado que antes había sido reforzado por los manufactureros ahora necesita el apoyo de los obreros, sus votantes, con lo que en el mundo occidental van a ir obteniendo derechos sociales. Con el S. XX los estados comunistas pasarán el control del algodón al estado, e incluso en los capitalistas el estado asume un mayor control de la producción. Las fábricas se multiplican en Japón, China, India…

El imperio del algodón vuelve a transformarse y retorna a India, y a la producción y confección en el tercer mundo, bajo la dirección ya no de los manufactureros sino de nuevo de los comerciantes detallistas (los que le pondrán la etiqueta de marca final), mientras solo subsiste como una producción muy subvencionada en Europa y EE.UU.

En resumen: un libro, muy bien sustentado en datos y gráficas, totalmente necesario para entender los doscientos últimos años y que hará replantearse algunas ideas sobre lo sucedido.

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