OPERACIÓN TIFÓN – David Stahel
Tras la publicación de Kiev. 1941, Ediciones Salamina publicó en 2018 la segunda parte de la trilogía escrita por el historiador David Stahel, dedicada a las operaciones alemanas de 1941, cuyo objetivo era rendir Moscú y vencer a las tropas soviéticas. En este caso, el volumen analiza la Operación Tifón, llevada a cabo a lo largo del mes de octubre de aquel año, en la que bajo el mando del mariscal Fedor von Bock setenta y cinco divisiones, mil quinientos panzer y mil aviones, pretendieron copar la capital soviética, con la intención de derrotar a Stalin antes de la llegada del crudo invierno ruso.
Stahel ahonda con profundidad en los factores que rodearon aquel mes crucial en la guerra, tanto o más como ya lo habían hecho en su libro sobre la gran batalla de Kiev, pero con la inclusión de un concepto primordial, desdeñado por el mando alemán. Con la llegada del otoño, la rasputitsa rusa iba a cobrar protagonismo, junto al factor de país o terreno, dando paso a la lluvia, el barro y el frío, ralentizando el avance implacable de las divisiones panzer, en aquel octubre. Sin duda nos encontramos ante la mayor operación militar de la historia, liderada bajo el poder de la voluntad germana y bajo inspiración de la elocuencia de Hitler, la propaganda de Goebbles y la perseverancia de los mariscales y generales alemanes. En aquellos primeros días de octubre, la ofensiva precedida de la velocidad y la preparación de las tropas comandadas por Bock, engulleron en dos grandes bolsas, Viazma y Briansk, a casi siete ejércitos soviéticos. Sin embargo, esto en si mismo, fue una trampa para las divisiones panzer. La resistencia tenaz y patriótica soviética, hizo que, no solo fuera complicado cerrar las bolsas, sino que además, el avance se paralizara bajo el objetivo de derrotar y destruir a los allí embolsados.
Con todo, la fuerza alemana, tal como nos desarrolla Stahel, contaba con otros factores en contra. En primer lugar las líneas excesivamente avanzadas y el complicado suministro de las fuerzas de choque. Tanto las municiones, como el combustible y los recambios, comenzaron a escasear conforme se llegaba a mitad de mes. Para más inri, Hitler, en un claro ejemplo de la arrogancia, ordenó extender las alas de sus divisiones con la intención de extender el avance a Kalinin en el norte y a Kursk en el sur, algo que evitó la concentración bélica contra Moscú. Especialmente complejo fue el avance en el norte. enfrentando a los alemanes a un continuo número de contraataques, que a punto estuvo de romper sus líneas. Guderian en el sur, continuaba veloz contra Tula, y hasta allí llegó, debiendo ceder alguna de sus divisiones a los objetivos de Kursk, siguiendo el mandato de Hitler. Y en el centro, Stalin hizo uso de Zhukov, las reservas rusas y el espíritu soviético, para frenar la punta de flecha alemana. Moscú se convirtió en una ciudad fortaleza y, a pesar de trasladar al gobierno y la industria pesada más al este, Stalin se comprometió a quedarse y defender la capital, logrando afianzar su liderazgo. Todo lo contrario de Hitler y Goebbels que en un intentó vanaglorioso de celebrar la pronta rendición de Moscú, crearon en la ciudadanía y la propia tropa solo falsas esperanzas.
Con la llegada de la lluvia, el barro y el frío, el avance alemán perdió ritmo y fuerza hasta estancarse y paralizarse, momento en el que Hitler, aconsejado por Kluge, ordenó la suspensión del avance, con el que dar cierto descanso a sus tropas. Lógicamente, y a pesar de haber gastado las opciones de triunfo, difícilmente podrían los alemanes, reanudar el ataque y asestar el golpe pretendido a los soviéticos. Estos, tras cometer una serie de errores estratégicos a principios de mes, como sucedió en Ucrania, se habían recuperado a fuerza de enviar sus reservas del este y sacrificar miles de hombres en Viazma y Briansk. Tal como apunta Stahel, estas dos grandes victorias alemanas fueron las causantes de su posterior derrota ante Moscú. Si asumimos la total desconexión del alto mando alemán con las condiciones reales del terreno, tanto por su condición como por su amplitud, concluimos que parte de la causa de la postrera derrota, vino heredada por la arrogancia y ceguera ideológica nazi, acompañada y alentada por la devoción irracional alemana por la ofensiva. Todo esto nos llevará a la conclusión de la trilogía, con la próxima publicación del ensayo dedicado a la Batalla de Moscú y la llegada y presencia del temido general invierno.
David Stahel, Operación Tifón, Editorial Salamina, 2018, 404 pp.